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Mohamed VI retoma la actividad de gobierno en público tras una larga ausencia

El rey de Marruecos pone en marcha las obras de una línea férrea de alta velocidad en su primera aparición de relieve estatal desde la visita de Macron en octubre y el accidente que sufrió en diciembre

El rey Mohamed VI, en la puesta en marcha de las obras de la línea férrea de alta velocidad, el jueves en Rabat.
Juan Carlos Sanz

Un banderazo dado por el rey de Marruecos la semana pasada en la estación de Agdal de Rabat para poner en marcha las obras de ampliación de la única línea de tren de alta velocidad de África, emblema de modernización en su reinado, marca también el retorno de Mohamed VI a la actividad de gobierno en público tras un largo periodo de ausencias de la vida oficial, en un país donde la figura del soberano es la clave que culmina la bóveda de poder. El monarca de la dinastía alauí, de 61 años, sufrió un accidente en diciembre que le ocasionó una fractura de húmero, con inmovilización del hombro y el brazo izquierdo durante cerca de dos meses, y le ha mantenido apartado de los actos con presencia multitudinaria de ciudadanos, como el que presidió el pasado jueves. Desde octubre de 2024, cuando recibió la visita del presidente francés, Emmanuel Macron, el jefe del Estado marroquí no había aparecido en actividades públicas de relieve estatal (aunque sí tuvo una de menor rango en diciembre).

El rey apenas ha participado durante ese periodo en actos públicos no religiosos. Cuando cumplió los 60 años, en agosto de 2023, el monarca redujo su agenda al suprimir uno de los cuatro discursos a la nación que tradicionalmente pronuncia cada año. Aparte de Macron, el año pasado solo recibió a otro mandatario occidental: el español Pedro Sánchez, en febrero, tras haberle dado plantón en Rabat 12 meses antes.

Las imágenes emitidas por la televisión estatal la semana pasada mostraban la llegada de Mohamed VI a la estación ferroviaria de Agdal en una gran caravana de vehículos oficiales y en medio del gentío. Recordaban a las difundidas durante la visita del presidente francés, a quien recibió hace seis meses a pie de escalerilla en el aeropuerto de Rabat apoyado en un bastón.

El monarca, empero, caminaba esta vez a pie firme, y se sometió sin limitaciones al ceremonial de besamanos con las numerosas autoridades presentes y estrechó las manos que le tendían los ciudadanos. La relativa inmovilidad de su brazo izquierdo denotaba que todavía padece secuelas del accidente.

Mohamed VI no ha querido estar ausente del lanzamiento de la extensión de la alta velocidad ferroviaria desde Kenitra (50 kilómetros al norte de Rabat) hasta Marraquech (430 kilómetros al sur). Se trata de una obra clave para la celebración del Mundial de Fútbol de 2030, que su país coorganiza con España y Portugal, y en el que el Marruecos aspira a mostrar ante el mundo el desarrollo y la modernización que ha experimentado en las últimas décadas.

Anteriormente tampoco quiso dejar de lado la presentación del proyecto final de reforma del Código de Familia o Mudawana el pasado 23 de diciembre, en una de sus escasas apariciones oficiales tras el accidente sufrido en palacio. Hace dos décadas, una revisión de la Mudawana con el reconocimiento de derechos a las mujeres marcó los primeros años de reinado de Mohamed VI.

Mohamed VI y Macron

El soberano se deja ver en escasas ocasiones en actos multitudinarios. En imágenes distribuidas pocos días antes de la visita de Macron, tras la toma de posesión de nuevos ministros, el rey ya presentaba síntomas aparentes de deterioro físico, con el cuerpo y la cabeza ladeados hacia su izquierda.

Su foto junto al Gabinete en pleno representó entonces un gesto de continuidad al timón del poder ejecutivo. En los últimos dos años, Mohamed VI se ha mostrado visiblemente más delgado tras una década de perfil marcadamente obeso. En 2018 y 2020 se sometió a sendas intervenciones de cirugía cardiaca.

Tras ser operado de la fractura de húmero, sufrida mientras practicaba deporte, según un comunicado del Gabinete del Palacio Real, el rey de Marruecos debió seguir un largo periodo de rehabilitación.

Apenas dos semanas antes del accidente, Mohamed VI había sido fotografiado junto con sus dos hijos –Lala Jadiya, de 18 años, y Mulay Hasán, el príncipe heredero próximo a cumplir los 22– paseando por París, donde pasaba unas vacaciones en familia.

El rey de Marruecos ya redujo su actividad pública a consecuencia de la pandemia, aunque ha mantenido la tradición de dejarse ver en las grandes celebraciones islámicas en su condición de Comendador de los Creyentes. También se muestra puntualmente en julio en la Fiesta del Trono, que ocupa desde hace 25 años; en la inauguración anual de las sesiones del Parlamento, en octubre, y en la conmemoración en noviembre de la Marcha Verde marroquí sobre el Sáhara Occidental de 1975, entonces bajo administración colonial española. Pero apenas fue visto durante sus últimas vacaciones en las playas mediterráneas próximas a Tetuán, que el pasado verano no se prolongaron en Alhucemas (también en la costa norte del país), en contra de lo habitual.

Tras el accidente que redujo su capacidad de movimientos, el monarca mantuvo a finales de diciembre una entrevista en público con el presidente de Mauritania, Mohamed Uld el Ghazuani, antes de viajar en visita privada a Emiratos Árabes Unidos. Regresó a Rabat el 14 de febrero, según informó la prensa local, y visitó Tetuán una semana después, sin que se difundieran fotografías oficiales

Ceremonias religiosas de Ramadán

Después de suspender de hecho la celebración de la emblemática Fiesta del Cordero (prevista en junio) a causa de la sequía, el palacio real confirmó que el soberano limitaba por razones de salud su presencia en los numerosos actos de beneficencia, sesiones teológicas o rezos islámicos de Ramadán (en marzo pasado). El Mulay Hasán y la princesa Jadiya ocuparon su lugar para representarle en la tradicional entrega de ayuda a las familias más desfavorecidas al inicio del mes sagrado musulmán.

Cuando parecía que su ausencia se iba a prolongar, una semana después el rey rindió homenaje en el mausoleo real a su abuelo Mohamed V, fundador del Marruecos moderno tras la independencia obtenida de Francia y España en 1956. Y ya en los últimos días de Ramadán, Mohamed VI acudió a la mezquita del palacio real para asistir, sentado en un taburete, al rezo de la Noche del Destino, momento culminante del mes sagrado. Poco después, permaneció en pie durante la celebración del Eid el Fitr, que marca el final del ayuno en uno de los hitos religiosos del islam.

La orden dada el con una bandera al operador de una pala excavadora para que iniciara las obras del tren de alta velocidad en la estación de Agdal de Rabat ha venido a simbolizar el fin a un largo periodo de ausencia del rey de Marruecos, que concentra en sus manos las principales riendas del Estado, de la escena oficial. El debate sobre la presencia de Mohamed VI se reavivó en el país magrebí después de que pasara más de seis meses en el extranjero en 2022 (en Gabón, las islas Seychelles y en Francia) y otros tres meses en los mismos países en 2023.

En la madrugada del 8 de septiembre de 2023, el monarca disfrutaba de una estancia privada en su residencia privada de París –un palacete próximo a la torre Eiffel–, cuando un fuerte terremoto que sacudió la región del Atlas causó cerca de 3.000 muertos y dañó más de 60.000 viviendas. Su ausencia contribuyó a generar un retraso inicial en la toma de decisiones frente a la catástrofe hasta su retorno a Rabat, ya en la tarde del día siguiente.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.
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