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El inmortal encanto de ‘Los Goonies’, insospechado alegato infantil contra la especulación inmobiliaria

Nadie creía que semejante mezcla de cine de aventuras, terror, humor y ‘thriller’ fuese a ser un éxito. Sigue siéndolo 40 años después, y cada vez surgen nuevas lecturas

‘Los Goonies’
Eva Güimil

Si tuviésemos que definir Los Goonies con una frase podríamos decir: es la historia de un grupo de niños que busca un tesoro. Que 40 años después sigamos hablando exhaustivamente de ella, sigan adorándola los que la vieron en su estreno en el verano de 1985 y haya seguido incorporando espectadores de nuevas generaciones, evidencia que es mucho más. En primer lugar supone una inusual mezcla de géneros: thriller, aventura, humor y terror, además de temáticas que van desde la amistad al primer amor o el final de la infancia. Como señaló The Independent en este tiempo en el que los éxitos de cine de entretenimiento adolescentes son secuelas o precuelas, “Los Goonies parecían 15 películas originales diferentes que se precipitaban una tras otra, saltando de un género a otro”.

Los Goonies daba sentido al concepto “para todos los públicos”. Los adultos que acompañaban a los niños a las salas de cine salían tan embelesados por las aventuras de la pandilla de los muelles de Goon como los pequeños. “Antes había películas para niños y películas para adultos. Ahora Spielberg ha encontrado un nicho intermedio”, escribió el crítico Roger Ebert. También es una demostración de que se puede hacer un cine para menores que apele a su inteligencia, algo que los ochenta demostraron con otras producciones de Steven Spielberg como Gremlins, con la que comparte guiños, o El secreto de la pirámide, la devastadora primera aventura de un jovencísimo Sherlock Holmes. Películas que no rehuían la muerte, la soledad o la tristeza.

Corey Feldman, Ke Huy Quan y Sean Astin en 'Los Goonies'.
Jeff Cohen, Sean Astin, Corey Feldman y Ke Huy Quan en una escena de 'Los Goonies'.

Los Goonies incluye también una sutil dosis de política que deja traslucir alguna de las preocupaciones sociales de principios de los ochenta, una época en la que muchos sufrieron las consecuencias del reaganismo desaforado. En la era del “la codicia es buena”, mantra de Gordon Gecko en Wall Street, el enemigo al que combaten Los Goonies no es la trapisóndica familia Fratelli, sino un promotor inmobiliario, y lo que origina el conflicto que les lleva a embarcarse en una aventura extremadamente peligrosa es el inminente desahucio de sus familias que en unos días verán sus casas demolidas para dejar paso a un campo de golf.

Una temática que ya estaba presente en Poltergeist, un proyecto anterior de Steven Spielberg, cuya frase “¡dejasteis los cuerpos y sólo movisteis las lápidas!” ya denunciaba la falta de escrúpulos y la impunidad con la que se desenvolvían los reyes del ladrillo. Otra vez, los responsables de todos los desastres que sufre la familia protagonista es un grupo de constructores avariciosos. También en Tiburón la voracidad capitalista —que antepone los intereses comerciales a la seguridad ciudadana— resultaba más peligrosa que el propio tiburón blanco. Como escribió Megan Volpert en Salon, “Los Goonies sigue siendo una poderosa alegoría de la acción colectiva frente a las dificultades. [...] La inminente ejecución hipotecaria no es solo un recurso narrativo, es un símbolo de la desposesión sistémica, de un mundo impulsado por el lucro donde las comunidades son prescindibles”.

Jeff Cohen, Ke Huy Quan, Sean Astin y Corey Feldman en 'Los Goonies'.

Una problemática que a pesar de la distancia entre Astoria, Oregon (donde transcurría Los Goonies) y Nerja, también habíamos visto ya en Verano Azul, cuando la pandilla más famosa de TVE se movilizó a ritmo del No nos moverán de Joan Baez para impedir que, otra vez, una constructora desalmada destruyese el hogar de Chanquete para construir bloques de edificios destinados al turismo. "Los Goonies sugiere que existe una forma de riqueza que no se puede medir en dólares: conocer a tus vecinos y atreverse a unirse a ellos por un propósito común”, señala Alpert.

Cómo trabajar con niños

“¿Qué haría un grupo de niños aburridos durante un día de lluvia?" Esa fue la premisa que Steven Spielberg contó a su amigo Chris Columbus (futuro realizador de Solo en casa y alguno de los mayores éxitos de los últimos 40 años), quien escribió el guion a partir de su idea y trató de convencer a Spielberg para que la dirigiera. Pero el director ya se hallaba inmerso en la preproducción de Indiana Jones y el templo maldito y el elegido finalmente fue Richard Donner, director de clásicos como La profecía (1976) o Superman (1978), y que estaba a punto de estrenar la deliciosa Lady Halcón (1985). ¿Quién mejor que alguien que había demostrado su maestría en tantos géneros para dirigir una película que los reunía todos? “Mi primer pensamiento fue: ¿por qué a mí? ¿Por qué Steven Spielberg, que hizo las mejores películas para niños, me da esto?”, recordó años después Donner. “Es lo más difícil en lo que podría haberme metido”, afirmó en referencia a manejar un elenco de actores de entre 10 y 12 años, alguno de ellos sin experiencia.

Jeff Cohen en una escena de 'Los Goonies'.
Ke Huy Quan, Sean Astin y Corey Feldman en 'Los Goonies'.

Pero Spielberg no se desentendió de su idea. Colaboró en el rodaje y participó activamente en la búsqueda de un reparto que hoy podemos considerar perfecto. Interpretando a los hermanos Mickey y Brand encontramos lo que hoy llamaríamos dos nepobabies: Sean Astin, hijo de Patty Duke (ganadora del Oscar por El milagro de Anna Sullivan), y Josh Brolin, hijo de James Brolin (hoy flamante marido de Barbra Streisand y por entonces el galán de la celebérrima Hotel). También venía de una familia de artistas, del clan Carradine, pura realeza de Hollywood, Martha Plimpton, que daba vida a Stef, la goonie más descreída. De todos ellos sólo Corey Feldman, a quien ya habíamos visto en Gremlins, tenía una carrera relevante previa, pero la química del grupo fue instantánea y Donner optó por dejarles improvisar, especialmente a Feldman.

También dio libertad a Jeff Cohen, o sea, Gordi, protagonista de alguno de los momentos más divertidos de la película. Cohen recuerda momentos del rodaje que hoy serían impensables, como el truco que utilizaron para que llorase en la escena en la que confiesa todos sus “pecados” —ese vómito que lanzaba desde un palco y que es una anécdota real del propio Spielberg—. “No tengo claro si fue Robert Davi o Joe Pantoliano [los villanos hermanos Fratelli], pero uno de ellos me arrancaba los pelitos de la nuca. Me hacía llorar y me daba mucho miedo. Esa fue mi versión del método", dijo.

Ke Huy Quan y Sean Astin en 'Los Goonies'.

Controlar las ganas de estar de broma de los actores fue la parte más compleja del trabajo de Donner, que confiesa que lo más importante era mantenerlos alejados de John Matuszak, el exjugador de fútbol americano que, con sus más de dos metros y casi 130 kilos, fue el encargado de interpretar a Sloth, el hermano deforme de los Fratelli que vivía encadenado en el sótano de la casa. La caracterización de Matuszak para dar vida al tiernísimo fan del Capitan Blood duraba cinco horas y bastaba una salpicadura en su rostro para que hubiese que comenzar de nuevo el trabajo. El gigante no pudo disfrutar demasiado de la popularidad cinematográfica: murió apenas cuatro años después del estreno de la película a causa de una sobredosis de opioides.

Jeff Cohen, que daba vida a 'Gordi' en 'Los Goonies'.

En la cinta hay muchos puntos conflictivos para una mirada contemporánea, como el trato a Sloth, los tópicos racistas y, especialmente, los chistes sobre el peso de Gordi y el hecho de que se llame así. El momento en el que hace su célebre temblequeo de barriga, algo que el actor hizo en su prueba de casting, fue “doloroso” para Donner. “Gran parte del humor surge del daño. Aunque estoy seguro de que era demasiado joven para analizarlo y estoy seguro de que formaba parte de sus instintos, pero fue una escena dura”. Durante el 30 aniversario de la película, Donner explicó que Cohen perdió posteriormente “mucho peso, desarrolló un físico espectacular y se convirtió en capitán de su equipo de lucha libre en la preparatoria, y capitán de su equipo de fútbol americano y presidente de su clase durante dos años consecutivos. No digo que lo haya logrado yo, pero sé que cuando empezó a enorgullecerse de su cuerpo y de sí mismo, muchas cosas cambiaron”.

Quién necesita a los mayores

Los adultos tienen un papel menos destacado en Los Goonies, pero la cinta sería inconcebible sin el carisma de Anne Ramsey, la madre Fratelli, un personaje terrorífico y poco habitual en el cine de Spielberg, repleto de figuras maternales amables y protectoras, y que está inspirado en un personaje real, la criminal Ma Baker, que además de un puñado de progenitoras cinematográficas despiadadas inspiró el éxito homónimo de Boney M.

Kerry Green y Josh Brolin en 'Los Goonies'.

El rodaje transcurrió sin incidentes y con visitas que hacían las delicias de los actores jóvenes. “Tim Burton y Paul Reubens (Pee-wee Herman) venían. Dan Aykroyd, también. De hecho, Harrison Ford vino y trepó por las cuevas con nosotros", contó Corey Feldman. Una tranquilidad a la que contribuyó un presupuesto holgado: los nombres de Spielberg y Donner eran un aval suficiente y se les permitieron lujos como construir artesanalmente el barco de Willy el Tuerto o contar con las composiciones de Cyndi Lauper, una de las grandes estrellas pop de la época. Su The Goonies ‘R’ Good Enough fue uno de los vídeos más reproducidos por la emergente MTV.

Aunque Donner creía que esa película que estaban rodando solo les interesaría a ellos, acabó entre las diez películas más taquilleras del año. La crítica fue amable, pero sin aspavientos. Pero casi ningún clásico disfruta de la gloria durante su vida comercial.

Corey Feldman posa con una cazadora con el logo de 'Los Goonies'.

Los actores tuvieron una suerte desigual. Algunos, como Corey Feldman, el locuaz Bocazas, se convertirían en pilares de los ochenta, pero también en víctimas de la peor cara de la industria. Feldman, drogadicto a los quince años y víctima de abuso sexual, vio truncada una filmografía que, además de Los Goonies y Gremlins, incluye Cuenta conmigo y Jóvenes ocultos. Sean Astin encontró, años después, otro de esos papeles que justifican una carrera: el fiel Sam de El señor de los anillos, y le hemos visto en Stranger Things, uno de los productos actuales que más ha bebido de la película de Donner. Josh Brolin ha trabajado con los Coen, Oliver Stone o Woody Allen y es el “inevitable” Thanos de la saga Vengadores. Martha Plimpton se labró una carrera en el cine independiente y en la televisión. Menos presencia ha tenido Kerri Green, que encarnaba a Andy, y que tras graduarse en el prestigioso Vassar College de Nueva York fue abandonando el cine paulatinamente para centrase en sus trabajos como artista, aunque no se pierde ninguna convención sobre la película. Jeff Cohen cambió las cámaras por los despachos y fue uno de los artífices del retorno a las pantallas de Ke Huy Quan: abandonó la interpretación debido a la falta de papeles no estereotipados para actores orientales hasta que la inclasificable Todo a la vez en todas partes le condujo al Oscar y, de nuevo, a la fama.

Durante la reunión que todos los Goonies, menos Plimpton, celebraron cuando el actor imprimió sus huellas en el Teatro Chino de Los Ángeles, Quan confesó que sería muy feliz si volviese a interpretar a su personaje, Data. La posibilidad de una secuela ha sido una constante en estos cuarenta años, pero nunca ha habido un proyecto firme. Lo más cerca que estuvo de resucitar uno de los productos clave de la cultura pop fue cuando Disney recuperó un proyecto televisivo inspirado en el clásico que Fox había desechado y del que no volvimos a tener noticias. A pesar de ello, cada cierto tiempo surgen rumores sobre la posibilidad de que la pandilla más famosa de los muelles de Goon se reúna de nuevo. La posibilidad parece cada vez más inviable, aunque nunca hay que descartarla porque, como sabemos, Los Goonies nunca dicen “muerto”.

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Sobre la firma

Eva Güimil
Eva Güimil (Mieres, 1972) ha sido directora y guionista de diversos formatos de la televisión autonómica asturiana. Escribe sobre televisión en EL PAÍS y ha colaborado con las ediciones digitales de Icon y 'Vanity Fair'. Ha publicado la biografía de Mecano 'En tu fiesta me colé'.
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