¿Puede la réplica superar al mármol o la madera natural? A favor y en contra del trampantojo en las viviendas
Un ‘boom’ de superficies que reproducen el aspecto de materiales nobles ha estallado en las reformas. Varios expertos se posicionan ante el fenómeno, de lo más económico a lo más lujoso


En el último tour que emprende la revista Architectural Digest por la residencia de un famoso, hay algo hipnótico que atrapa y obliga a ver una y otra vez su reel en Instagram. La entrada a la vivienda se torna casi claustrofóbica por el papel de flores que simula un cuadro impresionista de la marca británica House of Hackney, y cubre todas las paredes de la estancia hasta los techos infinitos. “Queríamos impresionar desde el primer momento a nuestros invitados”, confiesan sus propietarios. Y vaya si consiguen el efecto deseado.
Esto es solo la antesala de una filia extrema por un juego visual de texturas y materiales en la que cuesta discernir lo que es real de lo que no. Es el caso de los falsos frescos en papel mural de la firma Iksel que recorren los pasillos y copian la pincelada italiana de principios del siglo XIX, baldosas en los baños que imitan la trama del cannage (la famosa rejilla de Dior), o la pintura que prolonga el efecto de piedra en el fregadero de una impresionante encimera de mármol Ceppo Beige. Estamos en el apartamento de Manhattan que poseen la cantante y actriz Zooey Deschanel junto a su pareja, el empresario y contratista Jonathan Scott, conocido por la saga de programas de reformas que protagoniza junto a su hermano Drew en Estados Unidos, Property Brothers (La casa de mis sueños, en España).

De Deschanel, musa del dosmilero tweet pop, y Scott, ávido conocedor del diseño de interiores para hogares mundanos, cabía esperar una casa más relajada, tenue y acogedora, como una balada indie. Todo lo contrario. El trampantojo fue la clave de este dúplex de principios del siglo XX para convertirse en un ejemplo de maximalismo moderno. El término, que proviene del francés trompe-l’œil, significa engañar al ojo. Como técnica pictórica se popularizó en el Renacimiento de la mano de Andrea Mantegna y en los cenacoli florentinos, mientras Velázquez se convertiría en el gran maestro del ilusionismo haciendo uso de un espejo de fondo en su obra cumbre, Las Meninas.

Su vínculo con la decoración transcurrió en paralelo, como narran los frescos aún latentes en algunas viviendas de Pompeya, rodeadas por paredes con vistas a una quimera de jardín. Para el interiorista Carlos Rubio, director de Insenia, la Escuela de Decoración y Diseño de Interiores en Madrid, la historia del arte está llena de “mentiras piadosas” ejecutadas con un oficio admirable. “Tenemos el estuco veneciano imitando mármoles a una fracción del precio, columnas de escayola que parecen macizas y tienen su gracia, dorados pintados que hacen creer en el oro, e incluso esos trampantojos arquitectónicos complejísimos que nos dejaron con la boca abierta en la Capilla Sixtina. Siempre han coexistido la materia noble y su versión astuta. Lo discutible no es la imitación en sí, sino el criterio con el que se usa”, reflexiona.
En la actualidad, los trampantojos van más allá de las escenas murales en distinguidas viviendas y se adhieren a todo tipo de superficies con el objetivo de emular la textura y trama ajena por cuestiones muy diversas, que van del diseño a la funcionalidad. En la Casa del Pantano que diseñó Alberto Torres en 2022, por ejemplo, el interiorista se decantó para el salón por un suelo de porcelánico que reprodujera con fidelidad la textura, el veteado y la calidez visual de la madera natural pero, como apunta, con las ventajas técnicas de un pavimento cerámico: alta resistencia al desgaste, fácil mantenimiento, impermeabilidad y durabilidad. “La estética cálida de la madera transmite una sensación de hogar acogedor y natural, clave en este tipo de alojamiento. Por eso, el porcelánico efecto madera fue la opción ideal: un trampantojo que permite tener lo mejor de ambos mundos”, señala.

La vivienda, destinada a alquiler vacacional, exigía un pavimento que ofreciera máxima resistencia al uso intensivo, que no se deteriorara con facilidad y que fuera sencillo de limpiar y mantener entre sus huéspedes. “Este tipo de materiales se recomiendan especialmente en apartamentos turísticos o viviendas de alquiler, por su resistencia y bajo mantenimiento”. En este punto coincide Carlos Rubio: “En alquileres, segundas residencias o casas con niños y mascotas, elegir una encimera porcelánica efecto mármol o cuarcita (nada de tablas ultrafinas: un golpe en el canto no se repara y hay que cambiar la pieza) evita disgustos y conserva el gesto elegante”. Y para el trote diario que exigen las viviendas familiares, apunta el interiorista, nada como cubrir las paredes delicadas con un papel vinílico con textura de lino que aporte profundidad y se limpie simplemente con una bayeta. “El secreto está en que el resultado sea honesto con el uso y con el bolsillo”.
El estudio de Torres, experto en la creciente tendencia del house flipping que lideran ciudades como Madrid y Málaga –entendida como la compra de viviendas de segunda mano a precios asequibles para después reformarlas y aumentar valor en la venta– maneja bien este mercado, pero no es el único contexto en el que recomienda el uso del trampantojo de superficies. “También lo recomiendo en proyectos con presupuesto optimizado, donde se prioriza el impacto visual con costes controlados y es útil en reformas sin obra, cuando los clientes desean renovar sin hacer intervenciones estructurales”.

La cocina que proyectó para una vivienda de La Carihuela (Málaga) fue testigo de ello. Los propietarios querían renovarla sin meterse en una obra y la propuesta de Torres pasó por un material que fuera rápido de instalar, económico y limpio, pero que no renunciara a la estética contemporánea y elegante. Revestimientos vinílicos que simulan el mármol en la encimera y el salpicadero, y un vinilo de efecto porcelánico gris en la pared lateral fue la solución. “El trampantojo de vinilo permite tener una cocina que visualmente transmite sofisticación y calidad, sin necesidad de reformas estructurales”, apunta.
Una práctica que el experto recomienda en cocinas y baños por su contacto con humedad, donde materiales naturales podrían deteriorarse. “El vinilo es un material versátil, autoadhesivo, fácil de instalar y de mantener. Su acabado es sorprendentemente realista, logrando un efecto visual de mármol veteado y porcelánico de gran formato, pero sin necesidad de obra”. Sin embargo desaconseja aplicarlo en una vivienda de alta gama en la que primen materiales nobles y donde el cliente busca el valor material real y no solo estético. “Sobre todo no lo pondría en zonas de alto tránsito con requerimientos técnicos muy específicos y en exteriores muy expuestos a la intemperie, si los materiales no están preparados para ello”.

Carlos Rubio, que tampoco lo recomienda para viviendas con valor patrimonial o estructuras históricas interesantes, ahonda en la lista de inconvenientes dejando claro que el tacto y el sonido no son idénticos al original. “Si el presupuesto y el uso justifican la materia noble no fuerzo la imitación; voy a lo auténtico y lo protejo con criterio. No pisa igual un vinílico que una tabla de roble, la pátina de lo natural se vuelve más noble con los años y si el patrón se repite demasiado o el canto está mal rematado en la superficie de trampantojo, el truco canta”, puntualiza.
Por ello recomienda recurrir a materiales de alta calidad en la definición, relieves y patrón, contar con un profesional para que la colocación sea impecable con juntas proporcionadas y rodapiés a juego y, sobre todo, tener una coherencia del relato decorativo. “Que lo que propones pudiera existir de verdad. Una ‘madera impecable’ bordeando una ducha desde suelo a techo tiene sentido si es porcelánico; si fuera madera real, no sería buena idea”.

El catálogo de la firma Marazzi, por ejemplo, se nutre de superficies tan duraderas como distinguidas de efecto piedra, madera o mármol que poco tienen que envidiar a su original. Su colección ArtCraft eleva el gres porcelánico al de pieza artesanal con series geométricas que recuerdan a las baldosas hidráulicas y destacan por su textura arenosa. “Este tipo de superficies son fáciles de mezclar con otros elementos naturales como un auténtico mármol o madera. Aportan continuidad entre zonas de interior y exterior y se pueden adaptar a cualquier ambiente de la vivienda, tanto en un pavimento como en pared. Eso da más posibilidades a los arquitectos y diseñadores”, explican desde la marca italiana.
En materia de papeles pintados, ¿todo vale?
La residencia maximalista de los Deschanel-Scott que rinde pleitesía al papel pintado para recrear murales bucólicos del pasado (en su caso) no es una anécdota en el mundo de interiores. Según un estudio de la consultoría Data Bridge Market Research (DBMR), el mercado global en este sector crecerá casi ocho mil millones de dólares en 2025, postulándose como una de las grandes tendencias en interiorsmo de aquí a 15 años.
En la que quizás sea la manera más clásica de abordar el trampantojo sobre paredes y techos, la interiorista Rosa Lahoz tiene gran experiencia. Su estudio Lapopie es conocido por las composiciones murales que adornan sus reformas, y un caso cercano es la casa que la propia interiorista posee en su ciudad natal, Zaragoza.

El techo de la cocina se revistió de dos trampantojos: un vinílico de la firma Coordonne con efecto geométrico inspirado en los mosaicos murales y una pintura que imita el óxido como si fuera una plancha de metal. En la pared quiso crear la ilusión de un cemento envejecido con matices verdosos y ocres y zonas desgastadas que simularan el paso del tiempo. “Mi idea fue romper la perfección de los muebles de la cocina con una superficie que aportara historia y contara con los frentes en colores tan vibrantes como el rojo inglés y el verde agua. Es una cocina nueva pero el trampantojo hace que parezca un espacio con alma. Aporta profundidad, textura y carácter y refuerza la idea de hogar ecléctico, entre lo industrial y a la vez nostálgico”, explica Lahoz.
Aunque reconoce que no usaría este recurso para cualquier vivienda: “No lo pondría en techos bajos ni en lugares donde queramos que predomine la serenidad y la calma. Si no se trabajan bien puede ser un caos visual”.
¿El secreto del buen trampantojo? Saber cuándo ubicarlo y ser consciente de su labor, porque más que engañar consiste en resolver una necesidad con elegancia y sin dogmas. “Sé que hay profesionales –diseñadores y arquitectos– que miran con recelo estas soluciones porque no son auténticas o no tienen categoría”, concluye Rubio. “Yo lo veo de otra manera: si la imitación es de calidad, está bien colocada y se usa donde tiene sentido, el resultado puede ser más bello, más práctico y, muchas veces, más sensato. Y si además cuela sin que nadie pregunte ‘¿esto es de verdad?’, mejor aún”.
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