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Muere Dolly van Doll, la artista que llevó la modernidad al cabaret barcelonés

La vedette, de 87 años, recorrió medio mundo hasta actuar en el Gambrinus y, posteriormente, crear el Belle Époque en Barcelona

Alfonso L. Congostrina

La artista de music hall Dolly Van Doll falleció este lunes, a los 87 años en Barcelona, a causa de un derrame cerebral. Van Doll ha muerto en el hospital Clínic acompañada de amigos como la vedette Cristine Berna o el cupletista Adrián Amaya.

Amaya ha confirmado el fallecimiento a EL PAÍS y ha recordado que Van Doll siempre mostraba ganas de “seguir soñando”. “Era una leyenda del music hall y su nombre queda escrito para la eternidad. No nos lo esperábamos y ha muerto acompañada y llena de amor”, ha asegurado el cupletista. Van Doll sufrió un problema cardiovascular hace unos días y nada han podido hacer los sanitarios por salvar su vida.

En noviembre de 2019, las Bibliotecas de Barcelona y la Red de Centros Cívicos pusieron en marcha el ciclo Desmontando el Franquismo. Una de las charlas llevaba por título Aquí me siento bien: homenaje a los cabarets del Paral·lel. El activista cultural, Joan Estada, y las vedettes Cristine Berna y Dolly Van Doll —junto con otros protagonistas de aquellos años— protagonizaron varias conferencias en el Centro LGTBI de Barcelona. Dolly Van Doll, nombre artístico que escondía el de Carla Follis, se hizo desde el primer momento con el público tras años retirada de la interpretación.

En la pequeña sala de actos del Centro LGTBI se sinceró: “Nací niño. Fui la cuarta persona del mundo en cambiar de sexo. Lo hice en 1964 en Marruecos, en Casablanca, con un cirujano, por llamarlo de alguna manera”. En 2019, tenía 82 años y se reivindicaba: “Vivo feliz tras haber conseguido lo que quería. No ha sido fácil y el espectáculo fue mi vida y mi vía de escape”, se sinceraba una de las principales vedettes del cabaret barcelonés.

Dos años antes de someterse a la cirugía se convirtió en la primera vedette de Le Carroussel de París. Trabajó en una veintena de países y el desamor con un obrero de la Siemens la llevó a huir de Berlín e instalarse en 1971 en una Barcelona gris y franquista.

La Van Doll recordaba como el 6 de marzo de 1971 ponía los pies, por primera vez, en la Rambla huyendo del desamor. Era Semana Santa y los empresarios del espectáculo Ardévol y Rocamora la citaron en la sala Panam’s que entonces era una mezcla de cabaret con reservados donde se ejercía la prostitución. “Al llegar al Panam’s estaba la artista Maria France que empezó a insultarme nada más verme. Rocamora me ofreció trabajar en cualquiera de sus cinco negocios que no fuera el Panam’s”, recordaba Dolly Van Doll. Acabó actuando en el Gambrinus en pleno barrio Chino. “No había ninguna silla que fuera igual a otra y los focos que nos iluminaban eran de automóvil. Actuaba con seis boys que eran más afeminados que yo. Pero siempre que salía al escenario el local estaba abarrotado”, recordaba la artista. Después del Gambrinus vino el Barcelona de Noche donde modernizó el cabaret y llenó la sala con una picardía y belleza peculiar en un tardofranquismo gris que no acababa nunca.

El activista cultural Joan Estrada —que fue director artístico de la Cúpula Venus, Barcelona de Noche, el Arnau y el Molino— asegura a EL PAÍS: “Dolly representó la absoluta modernidad en el mundo del cabaret. Después de recorrer el mundo aterrizó en Barcelona en mitad de un mundo muy tradicional. Ella venía con números, vestuarios… era muy creativa”

Años más tarde se convirtió en empresaria y puso en marcha el Belle Èpoque, un cabaret sofisticado instalado donde hoy se encuentra la discoteca Luz de Gas. De hecho, mucha de la decoración de la actual discoteca proviene de la época en que Van Doll dirigía la sala. “En el Belle Époque ella creaba todo. Desde números, pasando por vestuarios cosía, diseñaba. Era una avanzada a su tiempo y a un género que cuando ella llegó estaba anquilosado y rozando la casposidad. Ella lo puso al día”, defiende Estrada.

Amaya asegura que fue una gran maestra: “Con Belle Époque creó unos espectáculos que no existían hasta entonces. Un mundo onírico, de fantasía, con vestuarios y maquillajes originales nunca vistos”.

En 2019, Dolly Van Doll recordaba con alegría los años que pasó el cabaret y buscaba la complicidad del público revelando que era vecina de Jordi Pujol. “Cuando confesó que había robado, mis amigos y yo le gritábamos, ladrón, por el patio de luces”, se reía.

El funeral será el próximo jueves en el tanatorio de Sant Gervasi.

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