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“Todo iba hacia un camino cada vez más alocado”: así se construyó la premiada casa sin tabiques de 200 metros cuadrados

Baum Lab, con sede en Sevilla, ha diseñado Casa Sinapsis a las afueras de la capital andaluza bajo criterios de arquitectura vernácula y la ha levantado con estrechos paneles de hormigón en busca de sostenibilidad

Cada habitación tiene su propio acceso al exterior, para que pueda funcionar a modo de porche privado.
Nacho Sánchez

Fotógrafa, enamorada de la arquitectura contemporánea y con ganas de tener una casa diferente. La cliente que entró por la puerta del estudio de arquitectura Baum Lab, en Sevilla, tenía claro lo que quería. Tanto, que junto a su pareja habían dibujado numerosos bocetos para su futura vivienda: desde uno con forma de pentágono hasta otro similar al símbolo de interrogación con un patio en el centro. “Queríamos una planta, que cada habitación tuviese un porche privado y que los materiales fuesen naturales”, explica la mujer. La respuesta de los profesionales fue una maqueta cuya planta tenía forma de estrella con estancias que se desplegaban como brazos hacia el jardín. Les convenció y así nació Casa Sinapsis, proyecto que conjuga las bases de la arquitectura vernácula con fórmulas constructivas contemporáneas. Y que ha llamado la atención: acaba de obtener el reconocimiento del Colegio Oficial de Arquitectos de Sevilla y, aunque fue acabada en 2024, el año anterior había estado nominada al premio Mies van der Rohe.

Todas las estancias de la vivienda tienen vistas al jardín.

Allá por 2017, tras conocer las características que buscaban sus clientes, la primera idea del equipo de arquitectos formado por Marta Barrera, Miguel Gentil y Javier Caro –generación del 79– fue dibujar una casa que tuviera mucha relación con el exterior. Buscaban una conexión dinámica con el jardín, que cada dormitorio tuviese su propio acceso hacia afuera para borrar las fronteras internas y externas y, de paso, obtener soluciones energéticas tradicionales. El eje principal lo marcaba un enorme pino ubicado al norte, que funcionaba casi como estrella polar. A partir de ahí, el contorno se fue dibujando prácticamente solo. Surgió una planta en estrella, que fue evolucionando a través de maquetas físicas y diseños en tres dimensiones. “Habitualmente los clientes nos piden algo más arriesgado y, poco a poco, evoluciona hacia algo más contenido. En esta ocasión fue al revés: todo iba hacia un camino cada vez más alocado”, señala divertido Gentil desde Nottingham, donde pasa una etapa dando clases en la universidad, igual que Barrera.

Los paneles de madera separan los baños es lo más parecido a un tabique que hay en el inmueble. 

Como la sostenibilidad era una de las prioridades del proyecto, para levantar el inmueble decidieron probar un sistema comercial pero poco utilizado denominado Baupanel, que ellos han modificado para ajustarlo a sus requerimientos concretos. El sistema semiprefabricado incluye dos paredes estrechas de hormigón −que apenas rondan los cuatro centímetros− y, entre medias, un hueco de doce centímetros relleno de material de aislamiento (en este caso poliestireno). “Es prácticamente como un enfoscado de hormigón”, señala el Gentil, quien apunta que a pesar de sus dimensiones es un elemento estructural: tiene capacidad para soportar flexión y compresión y, además, funciona como viga. “Gracias a ello el edificio pesa muy poco, hasta la mitad que uno igual que se hubiera hecho con un sistema constructivo normal y tiene tres veces más aislamiento. Es como una cáscara”, añade Javier Caro. Esa ligereza permite que los cimientos sean los mínimos necesarios. Y, como además ejerce de pared y cubierta, sin necesidad pladur o dobles techos. “Reduce el uso de capas, pinturas, subestructuras, revestimientos… Todo ello redunda en el uso de los mínimos materiales posibles, lo que la convierte en ecológica”, destaca Barrera.

Las puertas correderas de madera separan el interior de Casa Sinapsis y esconden los baños y la cocina.

El hormigón −en su mínima expresión− protagoniza la casa. Lo hace en la fachada exterior, en las paredes interiores, el techo y en el suelo, ya pulido. Se complementa con la madera, utilizada para los porches exteriores, para separar los baños y en la cocina, así como en la puerta corredera del dormitorio más grande. “Gracias a ello la casa se percibe prácticamente sin tabiques, es como si no hubiera”, añaden estos arquitectos. El vidrio es la tercera parte fundamental. Cada punta de la estrella −cada habitación− tiene uno de grandes dimensiones que también hace las veces de puerta. Es igualmente el material del que están hechos los dos lucernarios, que añaden luz cenital y ayudan a la climatización de los 200 metros cuadrados de la vivienda, que cuenta con garaje y piscina exterior.

El hormigón es el protagonista de esta vivienda, incluso para el acceso exterior a la parcela.

Suelo radiante y placas solares

La cuestión climática es, de hecho, uno de los aspectos fundamentales de Casa Sinapsis. Está desarrollada a partir de varias vertientes. Por un lado, con un suelo radiante que enfría o calienta según las necesidades. Por otro, gracias a un sistema de aerotermia, que aprovecha las inercias del viento para generar frío y calor, lo que puede ayudar incluso a calentar el agua. Los lucernarios son el tercer elemento, porque en los meses de calor se pueden abrir para que generen efecto chimenea: el aire caliente sube hacia el exterior y, así, se refresca el interior. También hay ventiladores en todas las habitaciones, que siempre cuentan con apertura al jardín y la mayoría tienen posibilidades de corrientes cruzadas. Las placas fotovoltaicas, instaladas en el cerramiento de la parcela e invisibles a la vista, ayudan al autoconsumo. La orientación es otra de las claves. El edificio se cierra al oeste para evitar la fuerte incidencia solar de la temporada cálida andaluza. Por eso el porche se abre al sur y al este, hacia donde igualmente miran las habitaciones.

Dos lucernarios facilitan la entrada de luz y la ventilación de la vivienda.

Con todos esos ingredientes, la única dificultad para el visitante de Casa Sinapsis es encontrar la puerta: no se ve desde la entrada de acceso al terreno, que tiene algo más de 750 metros cuadrados. Da igual. Basta caminar por el jardín para dar un pequeño rodeo hasta encontrarla (y a veces no hace ni falta, porque hay otro recorrido que lleva directamente a la piscina: petición explícita de los clientes para evitar que, por ejemplo, durante las fiestas, hubiese que atravesar el interior de la vivienda). A su lado hay un pequeño trastero y, una vez dentro, dos espacios que funcionan como hall. Uno invita a moverse hacia el sur, donde se ubica el salón, con vistas directas al jardín, y la cocina. Otro, hacia las habitaciones. Una de ellas es enorme y puede ser divisible en el futuro, para que así cada hijo de la pareja de propietarios pueda tener su espacio individual.

La piscina completa la parcela, que tiene más de 700 metros cuadrados. 

¿Resulta más cara una vivienda de estas características? “Entre esta casa y una estándar cualquiera, sí hay diferencia grande. Entre esta y otra hecha a medida, en realidad no hay tanta diferencia”, explica Gentil, que dice que en esta ocasión además hubo factores externos −las dificultades de la pandemia y el encarecimiento de materiales debido a la guerra en Ucrania− que aumentaron los costes. Esos motivos, junto a la novedad del sistema constructivo −que incluyó una fase de ensayo error− terminaron aumentando un 30% el presupuesto original. “El resultado de la obra es increíble, me encanta. Pero el incremento del coste ha traído también dificultades”, subrayan los clientes. Tanto, que hoy la vivienda está a la venta: su anuncio se encuentra en portales como Idealista a un precio de 525.000 euros.

Ventilación cruzada, aerotermia y suelo radiante climatizan la vivienda.

“Si ves las fotos parece que está en las antípodas de las viviendas tradicionales andaluzas, pero en el fondo tiene mucho que ver con sus sistemas de climatización. Desde los espacios mezclados a la relación con el exterior los reductos de jardín que se vuelcan en la casa o la luz que entra también desde arriba, como en los patios”, añade el arquitecto. Barrera insiste en la idea: “Puede dar otra sensación, pero esta casa mira mucho más a lo vernáculo de lo que parece a simple vista. Nosotros empezamos nuestra carrera con rehabilitaciones en pueblos y ahí aprendimos muchísimo, así que siempre intentamos replicar ese aprendizaje en nuestro trabajo”. Esa labor la realizaron entre 2006 y 2008, justo cuando el estudio empezaba a tomar forma con los tres mismos socios que hoy continúan, además del apoyo de otros cuatro arquitectos y distintos equipos externos de aparejadores, ingeniería y estructuras. Su trabajo de investigación les permitió sortear la posterior crisis inmobiliaria con varios proyectos en China y, poco a poco, fueron regresando a España. Sobre todo a su entorno más cercano, Sevilla, donde han realizado distintos espacios públicos como parques, además de viviendas unifamiliares, grandes edificios residenciales −tanto social como de renta libre− y ahora andan entre un mercado y un edificio administrativo para la Junta de Andalucía.

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Sobre la firma

Nacho Sánchez
Colaborador de EL PAÍS en Málaga desde octubre de 2018. Antes trabajé en otros medios como el diario 'Málaga Hoy'. Soy licenciado en Periodismo por la Universidad de Málaga.
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