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250 metros cuadrados y un estanque para recoger la lluvia: así es la villa romana de Girona

La vivienda diseñada por el estudio Twobo a las afueras de Albons utiliza el patio como eje principal y ubica a su alrededor tres habitaciones independientes

La pérgola se asemeja a la que el arquitecto Bernard Rudofsky diseñó para su casa en Frigiliana.
Nacho Sánchez

Ella es historiadora del arte. Él, director de fotografía. Ella quería hacer un homenaje a las antiguas ruinas de Empúries y él se había impregnado de la arquitectura optimista y experimental de las Case Study Houses de Los Ángeles, donde ha residido durante años. Son las referencias con las que el equipo del estudio de arquitectura Twobo afrontó la construcción de una casa en el municipio de Albons (Girona, 830 habitantes) poco después de la pandemia. Y que ha resuelto con una vivienda repartida en pabellones independientes construidos alrededor de tres patios, convertidos en pilares de la vida doméstica. Una villa romana contemporánea que une la solidez de las viejas piedras con la libertad californiana y bebe de arquitectos como Rudofksy, Neutra o Coderch. “No queríamos que fuese una casa en medio del paisaje, sino que toda la casa fuese el paisaje”, resume el arquitecto Pablo Twose, que también se inspiró en su abuelo, Manuel Valls.

El 'impluvium' romano inspiró este rincón en Casa Tres Patis.

Twose, que junto a su mujer María Pancorbo y su primo Alberto Twose dirige el estudio desde su fundación hace 16 años, recuerda que el encargo llegó a partir de una reforma previa en Barcelona. El boca oreja funcionó y se sentaron con unos clientes que lo tenían todo muy claro: querían una villa romana, donde el patio fuera elemento central, pero con esos aires californianos de los años cincuenta y sesenta. En vez de un presupuesto, en Twobo les respondieron con un collage, donde básicamente la casa de La Ricarda –joya modernista construida a mediados del siglo pasado con diseño racionalista catalán– quedaba embutida en unas ruinas. “Les enganchó. Fue un inicio bonito y, a partir de ahí, empezamos a tirar del hilo”, relata Twose.

La barbacoa y una enorme mesa son el eje central de la casa y fomentan la vida en común. 

Más tarde tocó conocer la parcela, que tenía uso agrícola y carecía de elementos a los que agarrarse: ni un árbol, ni una roca, nada especial. Sí que tenía vistas hacia el pueblo de Albons, que los arquitectos patearon arriba y abajo varias veces. Lo que más les llamó la atención fueron las tapias, sencillas, con desconchones y construidas con mortero de cal, que se repetían por las calles. Empezaron a surgir ideas, que luego completaron con un estudio de las casas tradicionales romanas. Se quedaron con tres claves básicas: la existencia de muros cerrados con solo una puerta a la calle, la presencia del impluviumestanque para recolectar el agua de lluvia– y las estancias para vivir. “No se trataba de hacer una arquitectura histórica, pero sí que tuviera esos conceptos”, recuerda Twose. Entonces empezaron a dibujar, a dejar cierta libertad a sus manos para pintar lo que tenían en mente y construir una maqueta. Tras un año de proyecto y 14 meses de obra, la Casa Tres Patis se convirtió en realidad “con más aire que materia”, subraya Pancorbo.

Una puerta convierte el cuarto de baño y su ducha en una habitación exterior.

Los pasos previos confluyeron en un proyecto dividido en tres áreas. La primera es la que rodea la parcela, el muro, que protege del fuerte viento de tramontana que llega desde el norte, pero también de miradas ajenas. Tiene dos accesos. Y, gracias a la inclinación de la parcela, cuenta con una zona en la que prácticamente se convierte en barandilla que deja ver algunas fachadas, los tejados y hasta el campanario de la iglesia del pueblo. Además, hay una zona más abierta que enmarca la panorámica. Está levantado a base de mortero pigmentado y permite ver la mano de quien lo construyó gracias a las marcas que deja el diferente raspado en su superficie.

La vivienda apuesta por borrar las fronteras entre exteriores e interiores, como en este salón.

Una plaza, una balsa y un huerto

La segunda parte es el elemento principal de la vivienda: sus tres patios. “La parcela es grande y nos permitía triplicar ese espacio”, explica Twose. “Y las tres zonas nos permitían que pudiéramos jugar entre ellas, porque la casa en realidad es lo de fuera”, añade el arquitecto, que subraya cómo se inspiró en la arquitectura mediterránea de Coderch y Valls, su abuelo, además de un dibujo realizado por Bernard Rudofsky, uno de los grandes referentes de la arquitectura vernácula, que también se deja ver en este proyecto por las pasarelas de hormigón que recorren las tres zonas exteriores. Todas están ubicadas alrededor de una chimenea central, que ejerce de barbacoa, cubierta por azulejos de color azul. Está junto a una zona de fregadero –resalta su tonalidad amarilla– y una enorme mesa de piedra que se convierte en punto de encuentro bajo la sombra de una glicinia que trepa por una pérgola. Al lado, una hamaca promete largas siestas estivales.

Los azulejos azules y amarillos dan el toque de color a la vivienda. 

Uno de los patios sirve como plaza de pueblo. Es un lugar de esparcimiento, de paseo, donde se cumple otro de los objetivos que pedían los inquilinos: un rincón para jugar a la petanca. El segundo incluye ese impluvium romano con un toque actual. Los arquitectos quisieron escapar de una clásica piscina de gresite para apostar por una balsa natural, con un filtro mecánico y otro natural –un conjunto de plantas que realizan esa labor– y ningún producto químico. El tercero recuerda a los huertos de los monasterios, pero en vez de carácter productivo busca el relax a través de plantas aromáticas y limoneros. El suelo de hormigón armado discurre por las zonas exteriores junto al paisajismo de DACH, diseñado con doble objetivo: que no se note demasiado la intervención humana y que el verde sirva para coser todos los elementos de la vivienda.

Los materiales se repiten en el interior y en el exterior, como el muro de mortero.

Espíritu nómada

Como caravanas aparcadas en un jardín se distribuyen por los alrededores de los patios los tres pabellones que conforman la vivienda para mostrar una arquitectura de espíritu nómada. El principal incluye cocina, salón, baño y una habitación. “Es como un estudio: si vas solo, ahí lo tienes todo”, explica Twose. Luego hay uno más con dos dormitorios para las niñas y un espacio de lavandería. El último, que ejerce igualmente de casa de invitados, tiene otras dos habitaciones y un taller. Unos 250 metros cuadrados de interior cuyas fronteras con el entorno son difusas: hasta las duchas de los baños cuentan con un acceso que se puede abrir para convertirse en exteriores. Están construidas con una estructura metálica que se repite, como hacía Richard Neutra en las Case Study Houses. Y, al igual que en ellas, muchos de los huecos se completan con amplios ventanales. Según la orientación, las cristaleras están protegidas por las propias formas del exterior, que dan sombras para proteger del intenso sol veraniego; o por celosías de patrón triangular –una segunda piel que envuelve la casa– manufacturadas por Cerámica Ferrés, cuyas instalaciones se ubican entre Corçà y La Bisbal, apenas 20 kilómetros de Albons.

La celosía protege del sol durante el verano. 

Los materiales interiores son un reflejo de los que hay fuera. El muro se traslada a la cocina y los baños, el suelo es de hormigón pulido y hay paredes puntuales con color en los baños –azul y amarillo, como la barbacoa– además de doble capa de madera de iroco en algunos puntos, pero sobro todo en el techo, donde también funciona como aislamiento. Los sofás verdes –como los de La Ricarda– juegan con el color verdoso de la balsa. “Nuestro despacho no hace interiorismo, pero intentamos que la arquitectura cubra ese hueco, más allá de lo que el cliente aporte después”, señala Twose, que destaca la presencia de depósitos de agua y placas fotovoltaicas, pasos hacia la sostenibilidad de la construcción junto a la orientación, la facilidad para la ventilación cruzada y la protección de la tramontana.

Madera de iroco para el techo de la casa, construida con estructuras metálicas modulares. 

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Sobre la firma

Nacho Sánchez
Colaborador de EL PAÍS en Málaga desde octubre de 2018. Antes trabajé en otros medios como el diario 'Málaga Hoy'. Soy licenciado en Periodismo por la Universidad de Málaga.
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