Un año de la detención de Marius Borg y cómo las 23 imputaciones contra el hijo de Mette-Marit han impactado en la familia real noruega
El joven, sin título de príncipe ni responsabilidades oficiales, afronta un oscuro panorama legal que le ha llevado a ser interrogado en 14 ocasiones en los últimos meses por delitos de amenazas, agresiones, vandalismo y presuntas violaciones


El 4 de agosto de 2024, Marius Borg Høiby, de 28 años, hijo de la princesa Mette-Marit, esposa de Haakon Magnus de Noruega, heredero al trono, fue detenido por primera vez tras una discusión con su novia y por haber causado daños en su casa. Puesto luego en libertad, el joven afronta un oscuro panorama legal: ha ido acumulando hasta 23 imputaciones por diversos delitos, entre ellos, tres presuntas violaciones, conducta sexual abusiva, maltrato y agresiones, amenazas e incumplimiento de órdenes de alejamiento, según la policía de su país. La Fiscalía noruega tiene todavía que formular la posible acusación a la que deberá enfrentarse. Si bien él niega la mayoría de los cargos, y solo forma parte de la familia real —sin título principesco ni obligaciones oficiales—, sus problemas con la justicia repercuten en la imagen de la Casa Real noruega.
Desde que fuera arrestado hace un año, Marius ha sido interrogado 14 veces por agentes policiales y ha reconocido ciertos delitos de violencia y amenazas. Se desmarca de los demás, en especial de las violaciones, y cabe la posibilidad de que algunos cargos sean retirados. A la espera, la revista noruega Se og Hør, especializada en seguimiento de famosos, señalaba este julio que tiene ya una nueva novia. Se trata de Andrea Shaw, hija de un empresario amigo de Morten Borg, padre biológico del joven, que fue condenado en el pasado por tenencia de drogas y es hoy un analista financiero.
Dado que Marius se encuentra en libertad, viaja dentro y fuera de su país, y ha sido fotografiado esquiando y también en la Costa Azul francesa en los últimos meses. Su actividad contrasta con la contención mostrada por la Casa Real hasta el momento. Cuando la policía anunció este junio que había concluido sus investigaciones y fijó la imputación en 23 delitos, un escueto comunicado de la Corona señalaba lo siguiente: “El caso sigue su curso legal y los procedimientos habituales. No tenemos nada más que añadir”. La nota fue publicada por la Corporación Noruega de Radiodifusión (NRK).

En 2024, en plena vorágine de entradas y salidas de Marius de comisaría, el príncipe Haakon, hijo heredero de los reyes de Noruega, Harald V y Sonia, se mantuvo sereno. Cuando decidió que era preciso hablar del desafío que encaran, admitió que el hijo de su esposa, que él ha cuidado también desde pequeño, “se enfrenta a graves cargos y la responsabilidad recae en el sistema judicial”. Sin entrar en detalles, confió en que “la policía y los jueces” hiciesen “un buen trabajo”. Para la princesa Mette-Marit, la situación generada por su primogénito —tiene otros dos vástagos con su actual esposo: la princesa Ingrid Alejandra (21 años) y el príncipe Sverre Magnus (19)— es más complicada si cabe. Ella padece una fibrosis pulmonar que le lleva a ausentarse a veces de sus compromisos oficiales, y el trance de Marius ha influido en el parecer de los noruegos sobre la Casa Real. El pasado diciembre, cuatro meses después de su primera detención, un 45% de los ciudadanos afirmó en un sondeo publicado por NRK que tenían “una opinión negativa” de la Corona. A pesar de que un 64% de los encuestados seguían apoyando a la monarquía, en términos noruegos ese respaldo se considera estable y bajo, aunque es alto comparado con otros reinos europeos.
A la espera de las decisiones judiciales, la prudencia con que la Casa Real noruega afronta la realidad es también motivo de algunas críticas. En un artículo publicado el 8 de enero de 2025 en el diario Aftenposten, el historiador Trond Norén Isaksen se preguntaba si la familia real “tiene un plan para salir de la profunda crisis autoinfligida en la que se encuentra o se proponen seguir como hasta ahora”. Desde hace dos décadas, NRK emite en diciembre un programa titulado El año con la familia real —que incluye entrevistas con sus miembros— y en el último, el rey Harald señaló ante las cámaras que las dificultades de 2024 “no nos afectan en nuestro trabajo; no lo hacen”. “Trabajamos como lo hemos hecho antes”, dijo. Al mismo tiempo, reconoció que “ninguno de nosotros está exento de dolor y problemas y cada uno debe encontrar la manera de tratar de superarlos”. Cuando llegó el turno de la princesa Mette-Marit, esta evitó mencionar a su hijo, pero admitió que 2024 “ha sido un año muy duro para nosotros, para qué ocultarlo”. Y que la familia real ha recibido “ayuda profesional” del sistema sanitario. No explicó de qué tipo.
Trond Norén Isaksen atribuía en Aftenposten parte de la merma en la imagen de la Corona a los problemas de Marius, que disfruta de los privilegios de formar parte de la realeza. A su vez, recordaba que a la princesa Marta Luisa (52 años), hija de los soberanos y hermana de Haakon, “se le ha permitido usar su título con fines comerciales”. La prohibición a este respecto fechada en 2019 “no surtió efecto y hubo que firmar un nuevo acuerdo en 2022, pero se ha incumplido en innumerables ocasiones”, asegura. Marta Luisa contrajo matrimonio por segunda vez el pasado agosto. El novio era Durek Verret, un autodenominado chamán estadounidense. Vendieron la exclusiva del enlace a la revista ¡Hola! —y su versión en inglés, Hello!— apartando así al resto de la prensa noruega e internacional.

La boda de Marta Luisa opacó algo la situación judicial de Marius, que no acudió a la cita, pero las investigaciones policiales siguieron su curso y cifran hoy en una decena las personas agraviadas en el caso en su contra. En 2024, días después del primer arresto, el joven aseveró a través de sus abogados que “mis problemas psíquicos y con el alcohol y las drogas no disculpan lo ocurrido [en el piso donde destruyó objetos], y quiero hacerme responsable de lo que hice”. Llegó a ingresar en un centro de rehabilitación en Londres, y el príncipe Haakon reconoció a NRK que habían “trabajado mucho para que pueda estar en un lugar donde reciba tratamiento”. A pesar del esfuerzo, solo permaneció unas semanas allí.
El 11 de enero de 2025, y en las mismas páginas de Aftenposten, el escritor Tor Bomann-Larsen apuntaba que tal vez el soberano, Harald, “no demostró una gran comprensión de la crisis”, al enfatizar que “el trabajo seguía como antes” en el programa televisivo anual. Sí le parece que señaló “la importancia de la continuidad”, entendida como “identidad compartida como nación y cohesión interna”, para salir adelante como sociedad. Cuatro días después, Trond Norén Isaksen le contestó en el mismo rotativo que la diferencia entre “la familia real y la familia Høiby [formada por Marius y su madre, Mette-Marit] radica en que la primera es una institución nacional”, y abogaba por “cambiar lo que no funciona” tras la pérdida de apoyo de la Casa Real.

Marius Borg Høiby tenía cuatro años en 2001, cuando su madre se convirtió en princesa por matrimonio después de haber pedido disculpas por su “pasado turbulento” en ambientes donde se consumían drogas. Desde el principio, fue acogido en el seno de la familia real y apareció en algunos de sus actos como tal, pero nunca en calidad de miembro de la Corona. En 2017, fue multado por consumo de cocaína en un festival de música, según los medios noruegos, y su retrato y biografía acabó saliendo con el tiempo de la web oficial de palacio. La medida se justificó para favorecer la privacidad deseada por él mismo. A lo largo de los años ha intentado abrirse paso de diversas maneras. Se trasladó a Estados Unidos para estudiar en el Santa Monica College, de Los Ángeles (California), pero regresó a Oslo. Hizo unas prácticas en Milán (Italia) con el diseñador alemán Philipp Plein, y ha sido editor de una revista, asesor inmobiliario y mecánico de motos. Esto último le gusta mucho, lo mismo que conducirlas.
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