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Jaime Caravaca, humorista: “Estaba siendo muy tóxico y la realidad me lo devolvió con una hostia”

El cómico murciano, que formó parte del equipo de ‘La resistencia’, sufrió una agresión el año pasado en el escenario. Considerándose “inofensivo y pacifista”, cree que tiró “los dados” para que ocurriera algo así, pero no justifica lo ocurrido. Ahora sigue con su carrera tras un periodo de dudas y turbulencias personales

Jaime Caravaca comico

El encuentro tiene lugar en un espacio simbólico para Jaime Caravaca. El Centro Social La Tacita, en el barrio madrileño de Entrevías, es donde el cómico superó el último peldaño para formar parte de La resistencia. “Ahí estaban Ricardo Castella y David Broncano, viendo a los que ya habíamos pasado una selección”, comenta, señalando a una fila de sillas metálicas, mientras el público va llenando este patio con aire de verbena veraniega. Estos días se cumple un año desde que sufrió una agresión en una sala de la capital y, aunque no ha parado de trabajar, ha sido un periodo de dudas y turbulencias personales.

Jaime Caravaca (Murcia, 40 años) no solo ha estado en uno de los programas con más repercusión en la televisión de España, sino que también fue noticia por las nefastas consecuencias de sus chistes. Quien arrancara hace más de dos décadas casi por casualidad en la senda del oficio, después de “hacer el tonto gratis” frente a familiares y amigos, ha sido víctima de la cara menos amable de las redes sociales: el 3 de junio de 2024, el neonazi Alberto Pugilato subió al escenario donde estaba actuando y le propinó un puñetazo. ¿El motivo? Unos comentarios sobre su hijo en la red social X.

Toda la secuencia quedó grabada y generó una ola virtual tanto de apoyo como de linchamiento. Le tildaron de pedófilo por las palabras que le dedicaba al bebé del ultraderechista, cantante de un grupo con letras supremacistas (anotó que nada podría evitar que “fuera gay” y que “de mayor se harte de mamar polla de negro”). Caravaca apareció horas después y pidió perdón por esas frases que consideraba “desafortunadas y nada apropiadas”. “Mis disculpas a las personas que se sientan afectadas. Aparquemos la violencia, y dejemos un buen mundo para que las personas crezcan libres”, zanjaba.

Jaime Caravaca humorista

Retoma en la charla ese capítulo y lo aborda con arrepentimiento. “Estaba siendo muy tóxico y la realidad me lo devolvió con una hostia”, rememora. “Era un gilipollas, estaba insultando de gratis, se me fue la olla. Me lo llevé a lo personal. Me metí con gente a la que nadie está haciendo caso, que montan sus pseudomedios para tener visibilidad y les viene muy bien que les insulten”, estima. Considerándose “inofensivo y pacifista”, cree que tiró “los dados” para que ocurriera algo así, pero tiene una cosa clara: “La agresión está fea porque no hay que pegar a nadie. Es como empiezan las guerras”.

“No fue por nada grave y estuvo mal interpretado, pero la turba posterior sí que fue una vía de escape para mucha gente”, arguye, “lo peor del puñetazo vino después”. A raíz de aquella lapidación, le cancelaron algunos shows e incluso dudó si volver a escena. “Los primeros días sí que pensé en dejarlo, en dedicarme a escribir o pintar. He pasado un año de depresión y ansiedad, aunque no solo por eso. Y los primeros meses iba con ojos en la nuca. Porque no fue en la calle, fue en mi puesto de trabajo. ¿Te imaginas que van a tu oficina a pegarte?”, pregunta, concluyendo que “estamos en una época de internet en donde todo parece tan normal que se quedó como algo anecdótico”.

Después de eso, Caravaca alteró su rutina y cambió su relación con las redes sociales. Tomó conciencia de lo “oscuras” que pueden ser y se relajó. “Tienen su parte buena, porque te pueden catapultar y te ve gente que no llegaría a ti”, concede el cómico, que decidió seguir en el camino de la comedia. “Es pasión pura y dura. Soy esclavo de sus deseos”, indica. “Pero siempre hay un límite”, sopesa Caravaca: “Tienes que ver si va a afectar a alguien de forma personal. Si es genérico, para adelante. Pero si es de forma personal, piénsalo”. Si llega a saber que le van a agredir, afirma, no escribe lo que escribió. “Antes, lo que decías se quedaba en tu barrio. Ahora el barrio es internet”, señala, recordando también el revuelo que se montó por su despido del formato de Broncano que dio el salto a TVE 1 con el nombre de La revuelta.

Comico Jaime Caravaca

Fue por un cambio de equipo, según explica. “Ya había caído gente de guion, de producción… Yo grabé un vídeo contándolo y hay cosas que haces sin pensar en el jardín que se va a montar. ¿Metes el dedo en la llaga? Sí, pero no para que estén luego meses preguntándote por qué te echaron”, incide sin resquemor ni nostalgias. “Fueron cuatro años muy buenos, pero es como vivir en Madrid: empiezas con mucha ilusión y al final te decepciona. No sé cómo hay gente que aguanta este ritmo”, suspira quien ha regresado a su tierra.

Ahora mantiene cuatro especiales en su región, se mueve de un lado a otro con sus espectáculos y se considera “un señor con la cabeza en su sitio” que ha afinado un humor “gallardo, pintoresco, con buena intención”. “Era muy cabaretera, muy show-business, y cometo errores, pero hago cosas que me hubieran sorprendido hace 20 años”, anota. Caravaca cree que falta comedia de “las pequeñas cosas” y que los escándalos en el gremio (como el de Dani Mateo por sonarse la nariz con una bandera de España o el de Rober Bodegas por bromear sobre la etnia gitana) no solo tienen que ver con la censura. “Hay cómicos que se muerden la lengua porque son unos pelotas. Hay mucho miedo a quedarse sin curro, porque la gente sabe que no es suficientemente buena como para aguantar con sus propias ideas. Son los que menos sentido del humor tienen y los egos son la hostia. A nadie le gusta que le toquen su estatus”, confiesa.

Caravaca ha aprendido a evitar la confrontación y a usar otras armas: “Ante lo que me molesta, chistes”. ¿Algún aprendizaje más después de lo sucedido? “Creo que yo no tenía que ir tan de listo y que el resto no tenía que ir tan de tonto. Hay que buscar el equilibrio. Lo que no voy a hacer es rebajarme por quienes me odien”, sentencia.

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