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José Perea, modisto: “Corto y coso sin más patrón que la intuición”

El diseñador autodidacta, de 28 años, viste a Pastora Soler, India Martínez y Thalía para el escenario, y le da igual que sus colegas de profesión no le tomen en serio. El vídeo de su desfile en la calle Larios de Málaga es el más visto de la pasada semana de la moda, con casi 10 millones de reproducciones en Instagram

José Perea
Luz Sánchez-Mellado

Perea es joven, sí, pero todavía lo parece más que en las fotos. Y con más aplomo. Se presenta a la entrevista y a la sesión fotográfica vestido con un ajustadísimo peto de lentejuelas fucsia —lo tiene en todos los colores, cual imagen de marca— sobre lampiño pecho descubierto y posa con absoluta naturalidad haciendo que cose un tul azul eléctrico en la terraza de un hotel rabiosamente urbano sobre los tejados del centro de Madrid. Es viejo conocido de la casa. Aquí presentó su colección durante el Orgullo LGTBI+ y agotó todos los modelos entre el público asistente. Ese es su método de trabajo: traje cortado, traje cosido, traje vendido. No es que se haya impuesto coser a destajo, dice, es que no puede evitarlo. Dejemos que se explique.

Corta y cose vestidos en directo en la tele, sus desfiles lo petan en Instagram. ¿Se considera un modisto o un showman?

Me siento cómodo con las dos cosas. No tengo tienda, ni estructura, soy mi propio jefe y mi propia marca. La gente ve mis desfiles, o mis vídeos por Instagram, y me compra los trajes allí mismo o me encarga la ropa y se la mando. Me considero modisto, diseñador, showman, artesano, un poquito de todo.

Tiene 28 años. ¿Desde cuándo se dedica a coser y cortar?

En realidad, desde niño. Soy de Hinojosa del Duque, un pueblo de Córdoba, de una familia súper humilde, mi madre trabaja en una residencia de ancianos, y mi padre en una inmobiliaria. Desde pequeño, me encantaba pintar, dibujar, disfrazarme, llamar la atención. Mi castigo no era no salir, sino dejarme sin papel ni pinturas. Mi madre me llevó al psicólogo porque no entendía que un niño no quisiera un móvil, ni salir, sino encerrarse en su cuarto a dibujar y coser.

¿Y qué le dijo el psicólogo?

Le dijo a mi madre que me dejara en paz, que tenía a un creativo en casa. Yo siempre tenía que estar creando, aunque fuera cogerle el bajo a las cortinas o a vestidos de mi abuela. Luego no terminé el Bachillerato, porque mis padres se separaron, hacía falta apoyo en casa y, para disgusto de mi madre, que quería que siguiera estudiando, me puse con mi máquina de coser y empecé a coser para las mujeres del pueblo para ayudar y pagarme mis gastos. Estaba obsesionado con la costura.

¿Con 17 años cosía para la calle?

Como, al principio, no me salían los vestidos grandes, empecé haciendo tocados, y los vendía muy bien, luego ya empecé a coser trajes de fiesta, bodas, comuniones. Hasta que, con 18 años, me vine con mi máquina a Madrid. Empecé a coser y coser, a ir a fiestas, a ofrecer mis vestidos a las drags, y hasta hoy, que le hago vestidos de actuar a Pastora Soler, a Thalía, que me contactó por Instagram, o a India Martínez y Blanca Suárez.

¿Qué modistas le gustaban de niño? ¿Veía revistas de moda?

Para nada, en casa no había nada de eso y yo no tenía ninguna referencia, ni tengo formación en moda. Desde siempre corto y coso sin patrón, por pura intuición. Me gustaba y me gusta mucho el mundo de la Semana Santa, los museos, Julio Romero de Torres, que es tan cordobés, todo eso sí que me llamaba la atención, me inspiraba y aún me inspira.

Su ropa es espectacular: volantes, flecos, lunarazos. ¿No hace ropa de diario?

También, pero, como es menos comercial, no la enseño en redes, porque se vende menos. Pero, si tú quieres, puedo hacerte desde una americana a un vestido negro convencional. Me pongo y lo hago. Pero lo que más me gusta es hacer ropa para llamar la atención, para no dejar indiferente, para un escenario, una alfombra roja, un evento, un día especial, para que vayas divina y que, quien lo vea, sepa que llevas un traje de José Perea.

O sea, que de diseñar uniformes, o, en plan sueño, a la reina Letizia, ni hablamos.

Pues mira, eso también lo sé hacer, y me encantaría. Me han llamado de un hospital para hacerles los uniformes, y me encantaría que al final saliera. O vestir a las azafatas de Iberia. Y lo de la Reina... me encantaría un reto así. Una vez estuve a punto, por un conocido común, les mandé un diseño ponible y me lo devolvieron dándome las gracias muy amables. Supongo que no les encajaba, o que me bichearon en Internet y pensaron que ese chico era demasiado loco o atrevido. Pero, desde aquí lo digo: ella que apoya la moda española y a los jóvenes, me encantaría tomar un café con ella y vestirla alguna vez.

Con su nivel de productividad y su imaginación, ¿no le han intentado fichar de alguna marca?

Sí, he recibido ofertas. Pero yo soy feliz dominando mi diseño, me gusta ser libre y no tener jefe. Soy hiperactivo. Para mí, coser es mi pasión. No puedo parar. Saco varias colecciones al año, según voy vendiendo las anteriores. Si mi familia tiene una boda, me bajo al pueblo el viernes y visto a mi madre y a mis dos hermanas de un día para otro. Para mí, eso es un reto. Hago trajes como churros.

¿Eso no es peyorativo, tirar piedras a su tejado?

Para nada. Son trajes tan acabados como otros que dicen que llevan 200 horas de trabajo, sin querer faltarle a nadie al respeto.

¿Y usted, se siente respetado por los diseñadores, digamos, clásicos?

No me respetan en absoluto. No les mola mi filosofía de marca. Lo percibo básicamente porque ni me saludan. Yo he estado reunido en asociaciones de creadores y me han dicho “aquí no te queremos porque no vas a seguir un patrón”. Y no voy a pedir permiso a nadie para hacer un desfile. Yo llego a una pasarela, que somos todos compañeros, y me han quitado el burro de colgar la ropa. Me dejan a las modelos que no quieren. Pero me da igual, yo las cojo. Yo he sido joven, he tenido una ilusión, me han rechazado muchas veces, y no quiero que se vayan a casa con esa sensación. Al final, la ropa no es un drama: es para disfrutarla.

¿Por qué cree que le desprecian sus colegas?

Porque, al final, hay 10, 20 personas que dominan ese mundo y, si no te amoldas a sus normas, no formas parte de ese gremio. Pero la moda está en la calle, y todo es compatible. Al final, cualquiera tiene un evento, una boda, y quiere ir bien vestido. Mis trajes, el más caro, puede costar 600 euros. Puedo hacer el desfile Larios en Málaga ante 25.000 personas y, otro día, hacerlo en un pueblo de 400 habitantes, que me encanta. Lo que quiero es disfrutar y que la gente vea mis diseños. En el fondo, entiendo a esos que no me hablan. Soy muy realista. Y que venga un chico joven, sin estudios, y tenga repercusión en redes, tiene que picar. Pero yo no tengo la culpa.

Y, ahora que podría pagarla usted solo, ¿no echa de menos esa formación?

A ver, no me pongo de ejemplo de nada. Voy a charlas en institutos y animo a los chavales a que tienen que estudiar. Si yo hubiera tenido la suerte de poder estudiar, de sentirme apoyado en la escuela y en el instituto, igual no era mejor modista, pero sí tendría técnica. Ahora, también les digo que la actitud es muy, muy importante.

¿No tuvo ese apoyo de sus maestros?

No, en el colegio no se me trató bien. Como era disléxico, era un desastre en Lengua: sacaba un cero. Confundía la be y la uve, pero era muy bueno en lo creativo. Una vez, una profesora se negó a que fuera a Londres porque yo no aprendía inglés, y tuvo que ser el profesor de Tecnología, donde era bueno, el que insistiera. Yo eso lo he sufrido toda la ESO. Pero ahora mira, vivo de esto, hasta he logrado comprarme un piso en Madrid, algo tendré.

¿Y cómo ve el José de hoy al José niño?

Mira, el año pasado fui el pregonero de las fiestas de mi pueblo. El más joven, con 27 años. La plaza estaba repleta, entre el público había muchos de esos profesores, y fue muy bonito. Yo quería que la gente me escuchara y viera mi ropa, hice un desfile con música, y fue un antes y un después para mí. A pesar de que haya tenido una infancia difícil, quería transmitir que estoy lleno de energía y que soy feliz.

MODA PARA LLAMAR LA ATENCIÓN

Eso es, según propia confesión, lo que más le gusta hacer a José Perea (Hinojosa del Duque, Córdoba, 28 años). Crear trajes para el escenario, las alfombras rojas y los días especiales desde a celebridades a cualquiera que quiera dar la nota y abonar los entre 400 y 600 euros que cuestan sus vestidos. Diseñador y modisto completamente autodidacta, Perea se ha curtido en programas de televisión como Sálvame, o la versión argentina de Maestros de la costura, donde realizaba, y aún realiza si lo llaman, vestidos exprés en directo para cualquiera que se le ponga por delante. Debajo del espectáculo, del que no reniega, hay un artesano que se ha buscado la vida desde adolescente y que, hoy, vive de la moda. 

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.
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