Amistades de bajo mantenimiento: igual de gratificantes, pero menos exigentes
En este tipo de relaciones no existe tanto contacto como en las convencionales, ni físico ni telemático. Para algunos, aunque sean obligadas por la distancia, incluso resultan una forma más cómoda de entenderse con un amigo


Es habitual que en las sitcoms los grupos de amigos se vean todos los días. Así sucede en Cómo conocí a vuestra madre, Friends o The Big Bang Theory, series en las que cada episodio suele girar en torno a una situación que les ocurre en su bar, cafetería o piso de confianza. En el lado contrario, en la realidad, existen personas que tienen por mejores amigos a gente a la que pueden ver dos o tres veces al año, aunque las pocas veces que eso sucede el día transcurre como si nunca se hubieran separado y el tiempo no hubiera pasado desde la última vez que estuvieron cara a cara. En redes, algunos las han denominado “amistades de bajo mantenimiento”.
Olivia, cántabra residente en Madrid, es amiga de Paula, a la que conoció en el instituto y con la que habla una vez al mes, aunque a veces ni eso. Se ven un par de veces al año. “Me siento cómoda con esta amistad al 100%. Viene un poco de que las dos somos personas muy libres, muy ajetreadas”, relata la joven de 21 años. Aunque manifiesta que a veces sí que piensa que le gustaría sacar más tiempo para preguntar a su amiga cómo está, se muestra “contentísima” con la fluidez que tienen ahora. “Al final, siempre terminamos sabiendo qué pasa en la vida de cada una. Y nuestra amistad es sana, es compleja, tenemos nuestras bromas internas, nuestro propio lenguaje... Con que seas 100% natural, os queráis y os tengáis presentes, no es necesario hablar a menudo. Aunque si veo mucho flujo de mensajes, sí que pregunto si es urgente, para dar una respuesta inmediata”, matiza.
Para el psicólogo Juan Castilla, una amistad así demuestra buenas raíces y una confianza tácita con una “memoria histórica compartida”. “Por eso no hace falta un contacto constante para saber que el otro está y estará ahí”, destaca el especialista en inteligencia emocional, que remarca que este tipo de amistades tienen una autenticidad que, muchas veces, supera incluso a las relaciones más frecuentes y cotidianas.
Estas amistades de bajo mantenimiento pueden darse de forma obligada debido a la distancia. Eso es lo que le ha ocurrido también a Pedro, que ha continuado viviendo en Asturias los últimos siete años mientras su mejor amiga, Andrea, se iba a Madrid. “Creo que depende más de cómo sea cada persona, hay gente que precisa mucho el contacto físico o el tenerte a tiro de piedra. Otra gente no necesita tanto ese tipo de interacción. También es evidente que si tuviese a estas personas más cerca de mí nos veríamos más, pero creo que la cercanía solo influiría en eso”, cuenta el asturiano. Andrea coincide con la visión de su amigo. “A la gente le choca, me han llegado a decir: ‘¿Por qué casi no os habláis?’. Es que no nos hace falta. Yo sé que puedo contar con él, sabe toda mi vida. Tenemos conversaciones de contarnos detalladamente lo que nos ha pasado en la última semana". Y desarrolla: “La amistad no se deteriora, sigue igual de cercana. Es una circunstancia que se nos ha dado por nuestras vidas y que los dos sabemos gestionar así”.
¿Funcionan estas amistades precisamente por el poco contacto?
Castilla expone que, en ocasiones, ese poco contacto puede ser la razón de que funcionen bien algunas amistades: “En psicología se le puede llamar distancia terapéutica, que es escoger en la relación esa distancia, lugar, frecuencia e intensidad que encuentra el equilibrio perfecto para que la relación sea exitosa… y esto ocurre en la amistad, pero también en otros ámbitos como las parejas, en familia o con algunas aficiones", razona el psicólogo. “Cada uno es como es y tiene su vida, su estilo de vida, sus prioridades, sus rutinas, sus obligaciones… y la aceptación de cada una de ellas con respecto a su amigo hará que la amistad sea más robusta y auténtica”.
Algo parecido opina Olivia de su relación con Paula. “Somos personas completamente distintas, por eso nos compenetramos bien. Puede que sí sea la distancia lo que nos mantiene. Ella priorizaba el aspecto casero y yo el salir por ahí. Nos pesa mucho la oportunidad de vernos, porque son tres o cuatro veces al año. Si nos viésemos todos los días, quizá, seguiríamos chocando como lo hacíamos antes. Siendo sincera, el motivo de que nuestra amistad continúe obviamente son las ganas, pero también es la distancia. ¿Seríamos amigas aquí? Sí, pero discutiríamos mucho más”, confiesa la joven cántabra.
En algunos casos, como en el de Pedro, este tipo de amistades son tan importantes como una más convencional. “En mi caso, podría decir que no todas las amistades de bajo mantenimiento son de mi círculo más cercano, pero sí que considero que, dentro de mi círculo íntimo, existen amistades de este tipo. Que sean o no de mi círculo más cercano se delimita en función del nivel de entendimiento y los sentimientos que tenga con la persona y no con la cantidad de mensajes o veces que la vea de forma física”, afirma tajante.
Estas relaciones también pueden ser incluso más gratificantes, según el psicólogo, aunque recuerda que somos seres sociales que realmente “solo nos tenemos los unos a los otros”, dice haciendo hincapié en esta afirmación. “Si la relación a distancia sin contacto o con contacto telemático te da mucho, estoy seguro de que esa amistad en presencia y cara a cara te enriquecerá más. Necesitamos el contacto, el abrazo, el beso, el momento compartido… eso no lo puede suplir la tecnología. Y si ese contacto o experiencia compartida la vives con un amigo del alma, eso no tiene precio. Y si ese amigo es de los buenos y de los mejores… ¿qué más se puede pedir?”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.