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Por qué no funciona la meditación a todos por igual y cuáles son los errores más frecuentes

Para que meditar sea eficaz los expertos apuntan a la necesidad de educar bien la mente para transitar lo más difícil de esta práctica: el miedo y la distracción

Meditacion

Meditar es, en esencia, una práctica simple. Al acto de “sentarse, cerrar los ojos y concentrarse” se le atribuyen beneficios como la relajación, la reducción del estrés o la mejora de la memoria, entre otros. Una investigación publicada en febrero de 2025 en la revista científica PNAS concluía cómo la meditación no solo mejora el bienestar mental, sino que puede, potencialmente, ayudar a mejorar enfermedades como la depresión y algunos síntomas asociados como la ansiedad. Sin embargo, muchas personas que la practican no consiguen hacer de ella un hábito constante, y ni siquiera la gran mayoría se plantea algo más allá de realizar algunas meditaciones puntuales. En 2018, menos de la mitad de los encuestados por la empresa de estadísticas Statista aseguraba haberla aplicado apenas una vez a la semana.

¿En qué consiste meditar, para qué sirve y por qué no le funciona a todo el mundo a pesar de sus beneficios? El maestro espiritual Pablo d’Ors, autor del best seller Biografía del silencio (Siruela, 2012), aclara por qué no es una práctica tan sencilla en conversación con EL PAÍS durante su reciente participación en el Yoga Gallery Lleida 2025: “Nos distrae aquello que nos preocupa, y la preocupación no es igual para todos. A muchos, les distrae lo que, supuestamente, creen que tienen que hacer”. El también novelista, ensayista, filósofo, teólogo y sacerdote explica cómo algo tan aparentemente sencillo como sentarse y escucharse a uno mismo resulta ser uno de los retos más complejos: “El miedo a meditar obedece, en un 99%, al miedo a encontrarnos con nosotros mismos, con nuestra verdad. El mecanismo de huida de lo que nos disgusta es tremendamente perjudicial. Lo mejor que podemos hacer si tenemos una preocupación es vivirla, y no limitarnos a resolverla, sino verla con agradecimiento porque, al final, termina por disolverse”.

En 2020, un equipo de investigación de la Universidad Estatal de Nueva York, en Albany, estudió la práctica de meditación de unas 100 personas para evaluar el impacto de las razones por las que meditan y sus beneficios. Según el trabajo, Does how one uses mindfulness meditation matter? (¿Importa cómo y para qué se utiliza la meditación?, en español), publicado en la Clinical Psychology Commons (CPC), casi la mitad de los participantes meditaban para gestionar emociones negativas, la depresión o la ansiedad, mientras que el resto lo hacía con el propósito de abrirse y aceptar mejor cualquier sentimiento que surgiera. Los del segundo grupo sostuvieron tener menos ansiedad, menos depresión, pero no así los primeros. Los resultados resaltaron que si se practica con la intención de no sentir miedo o tristeza, la meditación tiene menos probabilidades de tener ese impacto; en cambio, cuanto más dispuesto estés a abrirte y aceptar los pensamientos negativos, menos probable será que los sufras.

Una meditación puede estar más centrada en la respiración, muy útil para la ansiedad; en el cuerpo, la más eficaz cuando hay dolor o síntomas psicosomáticos; o centrada en el proceso del pensamiento.

“La meditación es especialmente eficaz en personas con ansiedad y depresión. Cuando son muy intensas, las psicoterapias tienden a ser menos eficaces, porque el individuo se encuentra mal y apenas puede concentrarse en la tarea. En esos casos, la práctica de meditación debe ser muy dirigida, con meditaciones cortas y en formato individual, no en grupo, como es más habitual”, afirma el médico psiquiatra y experto en técnicas de meditación Javier García Campayo. “En dependencia de los síntomas que predominen, puede ser una meditación más centrada en la respiración, muy útil para la ansiedad; en el cuerpo, tipo body scan, la más eficaz cuando hay dolor o síntomas psicosomáticos; o centrada en el proceso del pensamiento, de elección cuando predominan rumiaciones o ideas negativas”, detalla.

La intención: un ingrediente poderoso

La meditación forma parte de tradiciones espirituales y de sabiduría que promueven la acción basada en valores, la compasión por los demás y el desarrollo moral. “La verdadera meditación no se hace con un propósito egoísta o personal. Meditar es una disciplina, busca disolver nuestra necesidad de hacer para simplemente ser. No buscar hacer, sino simplemente estar”, comenta Gustavo Plaza, fundador del método Yoga Rahasya, que combina varias técnicas clásicas de yoga y meditación. Sin embargo, en el mundo occidental, a menudo, se promocionan solo como prácticas de salud, y esto puede acercar a que la calma personal se sitúe por encima del crecimiento espiritual. Motivo por el que puede que el método no ofrezca así los beneficios que promete. “La mente es en sí la principal distracción, pero como todo arte requiere de práctica y dedicación, aunque sea pequeña”, explica Plaza. “Una vez superada la inquietud corporal inicial y la distracción mental, aparecen las sombras, y esto es bueno, pues es signo de que estás empezando a entrar en el inconsciente”, sostiene D’Ors.

"Meditar cuesta por la falta de educación. Si ponemos el alma por encima de la mente, entonces pierde fuerza. La mente está llena de ansiedad, de miedos, y se debe a la falta de conocimiento", asegura Surinder Singh.

Por su parte, Surinder Singh, uno de los maestros espirituales mejor considerados de Rishikesh (India), quien viaja por todo el mundo para compartir sus conocimientos, asegura que la meditación cuesta porque no interiorizamos que no somos nuestra mente, sino que esta es el instrumento. “Meditar cuesta por la falta de educación. Si ponemos el alma por encima de la mente, entonces pierde fuerza. La mente está llena de ansiedad, de miedos, y se debe a la falta de conocimiento. Todo esto se va al nivel subconsciente, por eso necesitamos educarla bajo una orientación”, dice. Y añade: “La mente está tan contaminada que por eso cuesta tanto meditar, la gente no consigue un hábito porque la ansiedad se crea cuando tratamos de controlarlo todo”.

El ser humano es una entidad cuerpo y mente indisociable, por lo que preparar el cuerpo también implica una mayor profundidad en la meditación. Por ejemplo, una de las prácticas que mejor prepara la parte física es la modalidad de Bikram Yoga. “El calor y las instrucciones del profesor te obligan a desprenderse de las cosas externas. Mirarte al espejo y observar lo que no te gusta, los errores y excusas que fabrica la mente, no tener donde huir o escapar de la realidad, implica en clase un nivel alto de exigencia durante 90 minutos que requiere mucha habilidad para concentrarse”, afirma Kelia Velón, fundadora del estudio de Barquillo Hot Yoga, en Madrid. “Cuando se aprende a disciplinar el cuerpo y la mente en esas condiciones, aprendes a concentrarte de verdad, y meditar es la práctica de centrarse y calmar la mente”, asegura.

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