El Ayuntamiento se desmiente a sí mismo con el proyecto del cantón de Montecarmelo
El delegado de Urbanismo ya sabía que la instalación era industrial a pesar de negarlo repetidas veces: “Si fuera una actividad industrial iría a un polígono industrial.”


El Ayuntamiento de Madrid ha desvelado por primera vez una parte del proyecto del cantón de Montecarmelo después de casi dos años de lucha vecinal por frenarlo. El delegado de Urbanismo, Borja Carabante, se ha negado desde el principio a trasladarlo a otra ubicación pese a que los residentes del barrio propusieron alternativas y consiguieron el consenso de toda la oposición municipal en bloque y de las asociaciones vecinales de los barrios a los que se trasladaría. El argumento que da Carabante es que no tienen de qué preocuparse porque no va a ser molesto, que el impacto en la vida del barrio será mínimo y que, a grandes rasgos, se reduce a una oficina para que el personal de limpieza se cambie de ropa antes de ir a trabajar. “No se trata de una actividad industrial. Si fuera una actividad industrial iría a un polígono industrial”, dijo en octubre de 2023 durante una Comisión de Urbanismo. El mes que pronunció esas palabras fue el mismo mes que terminó de redactarse el proyecto, al que ha accedido EL PAÍS. En él aparece de manera explícita que tendrá uso industrial.
“Ahora sabemos por qué Carabante guardaba con tanto secreto el proyecto de cantón en Montecarmelo, porque ahora que se conoce se puede comprobar que lleva dos años mintiéndole a la cara a los vecinos del barrio, a la oposición política y la ciudad de Madrid”, denuncia un portavoz de la Plataforma de Afectados por el Cantón de Montecarmelo. “Su propio proyecto le pone en evidencia y desmiente sus dos años de mentiras constantes”, añade.
Los planos contemplan un edificio dividido en dos partes. La primera es la que corresponde al edificio de oficinas, el que no causa molestias. El segundo “aglutina el uso industrial del taller y sus servicios (sala de residuos, almacenes, baño, instalaciones), el lavadero“. Todo en una superficie total de 5.809 metros cuadrados. A eso hay que sumarle los aproximadamente 4.000 que ocupará la base del Servicio de Limpieza Urgente (SELUR), que estará en la misma parcela, pero que sigue un cauce administrativo independiente de este.
En abril de este año el Juzgado de lo Contencioso número 9 de Madrid dictó una sentencia en contra del proyecto alegando precisamente que allí se desarrollaría una actividad industrial y que se debían haber hecho estudios de evaluación ambiental para determinar el impacto que iba a tener en el entorno. El cantón se proyecta cerca de dos colegios, una guardería y bloques de pisos. Esa misma tarde, Carabante defendió ante los medios de comunicación el procedimiento que se había seguido. Dijo que el juez había cometido un error al valorar el caso y adelantó que el Ayuntamiento de Madrid iba a recurrir la sentencia. Ahora que el proyecto es público se puede comprobar que el delegado de Urbanismo ya sabía que iba a tener un uso industrial desde hace casi dos años, cuando terminó de redactarse.
Esa decisión judicial llegó en un momento de tensión en el barrio. Era abril, no paraba de llover, muchos residentes del barrio estaban fuera por las vacaciones de Semana Santa y la empresa que va a construir el cantón llevaba día tras día una cuadrilla con excavadoras y motosierras a ese bosquecillo embarrado para deforestarlo lo antes posible. Los vecinos se coordinaron para salir en tromba en cuanto aparecía por el horizonte el primer vehículo de obra. Eso les costó una multa a más de uno ―llegaron a escalar y encadenarse a los árboles―, pero no frenó al Ayuntamiento.
Tampoco lo hizo el fallo favorable al Colegio Alemán, que está a pocos metros del futuro cantón y que interpuso una demanda contra el proyecto. El juez le dio la razón: el cantón no debe de estar en ese lugar de Montecarmelo porque carece de estudio ambiental. El Ayuntamiento interpuso recurso, el juzgado no emitió una paralización cautelar, y los trabajadores, en lugar de detenerse hasta que haya una decisión firme, intensificaron las podas, talas y trasplantes. Tanto los vecinos como el Ayuntamiento esperan a que se resuelva el recurso con expectación y el juez determine definitivamente si puede o no estar allí el cantón, pero en esa zona que antes era usada como zona verde, ahora no queda un árbol en pie.
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