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Investigada una psiquiatra por no aislar a un preso que mató a otro al creer que era “Satanás”

Un auto apunta a la negligencia de la profesional: el hombre estaba “descompensado” al cometer el crimen y debía estar “solo” en una celda

José Ángel Lombao, asesinado en la cárcel de Brians 1, en una foto de 2003 sostenida por su hijo.
Jesús García Bueno

La Audiencia de Barcelona ha dado un impulso decisivo a la investigación abierta por la muerte de un preso a manos de otro en la cárcel barcelonesa de Brians 1 en febrero de 2024. José Ángel Lombao, de 57 años, fue estrangulado con una cuerda por su compañero de celda, Abdeslam Brada, quien en uno de sus “delirios místicos” pensó que José Ángel era la encarnación de Satanás. La familia considera que la actuación de las autoridades penitenciarias fue negligente y que la víctima nunca debió haber compartido celda con Abdeslam, que cumplía condena por haber matado a su mujer y a sus dos hijos. También lo sospechan ahora los magistrados, que han ordenado citar a declarar, como investigada por homicidio por imprudencia profesional, a la psiquiatra que siguió el caso de Abdeslam.

En un auto al que ha accedido EL PAÍS, los jueces acceden a parte de las peticiones de la familia para esclarecer “las causas y la responsabilidad” en la muerte de Lambao y determinar, en última instancia, si hubo “negligencia” por parte de las autoridades penitenciarias en Cataluña. La familia había pedido citar a declarar como investigados a ocho profesionales, incluido el director de Brians 1, pero los magistrados de la Sección 21ª han optado por llamarlas como testigos, con la excepción de la psiquiatra. Aunque la decisión sobre el traslado de Abdeslam era “conjunta” y correspondía a un “equipo multidisciplinar”, los jueces creen que no se puede otorgar “igual capacidad profesional y exigencia” a la psiquiatra que al resto.

Las grietas en la versión oficial empezaron a aparecer con la declaración en el juzgado de Martorell (Barcelona) de dos funcionarios de prisiones. Explicaron que, el día antes de los hechos, Abdeslam había protagonizado un episodio violento en la unidad psiquiátrica del centro penitenciario: encerró a un interno en el lavabo y “dijo algo de que el diablo estaba dentro”, explicó uno de los trabajadores.

El incidente, siguieron los funcionarios, fue comunicado puntualmente a la psiquiatra, Sílvia R., pero no tuvo consecuencias. Abdeslam había estado en una celda individual y vigilada hasta el 8 de febrero de 2024, momento en que pasó a compartirla con José Ángel, ya en la unidad de subagudos. A la vista de las declaraciones y de los informes médicos, y teniendo en cuenta además que había celdas disponibles, los magistrados consideran que era “necesario” que el hombre “continuase solo en una habitación” por la “descompensación” de su enfermedad.

La psiquiatra declaró como testigo apenas un mes después de los hechos. Allí dijo que “no podía concretar quién decidió que los dos internos compartiesen habitación”. Unas explicaciones que son “contradictorias” con los documentos aportados a la causa por el Hospital Sant Joan de Déu, del que depende la unidad psiquiátrica de Brians 1. La psiquiatra, además, omitió el incidente de la víspera y dijo que no se había detectado ningún “episodio de hereroagresividad” que justificara su vuelta a una celda individual.

Los informes sobre la evolución médica de Abdeslam apuntalan la idea de que, en la fecha en que asesinó a Lambao, “presentaba indicios efectivos de encontrarse bajo una descompensación de su enfermedad crónica de trastorno esquizo-afectivo”, recoge la resolución. El preso se encontraba “bajo una interpretación delirante de la realidad” como la que, en 2010, le llevó a apuñalar a su mujer y a sus dos hijos en el domicilio familiar de Reus (Tarragona) mientras dormían. Entonces creía que el demonio, a quien llamaba “Satanás”, vivía dentro de sus cuerpos. Más tarde, ya en prisión, llegó a verbalizar a los profesionales que “el demonio cambiaba de una persona a otra”.

La madrugada del 11 de febrero de 2024, Abdeslam creyó ver al demonio en José Ángel, que estaba en prisión provisional (a la espera de juicio) por intentar incendiar la casa de unos vecinos armado con un cuchillo. El hombre, consumido por las drogas y diagnosticado con un trastorno de la personalidad, estaba también ingresado en la unidad psiquiátrica. Según sus hijos, Paula y Marc, la medicación que recibía en prisión había ayudado a estabilizarle y le había empezado a alejar del camino de autodestrucción que había emprendido.

Los magistrados apuntan otro posible elemento de negligencia: los funcionarios explicaron que el estrangulamiento se produjo con la cuerda de la bolsa de la ropa sucia. Pero en las habitaciones de los internos, señalaron, “no puede haber cuerdas” ni “ningún elemento que les permita hacerse daño”.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.
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