La Boqueria, el mejor mercado del mundo, busca su modelo entre vecinos y turistas: “Cuando un cliente deja de venir, sé que no tiene relevo”
Las obras en La Rambla y la disminución del producto fresco en las paradas atenazan este lugar que cumple 185 años, cuenta con 25 millones de visitantes al año y afrontan su reestructuración


“Nos hemos mudado a las nuevas instalaciones para ofrecer un mejor servicio y calidad. Mientras, la parada del mercado de la Boqueria estará cerrada una temporada. Abriremos cambiando un poco la oferta. La reformaremos y volveremos con más ganas que nunca”. Con un breve comunicado, la histórica parada de setas Petràs anunciaba que debía reorientar su negocio. Los responsables de Petràs denunciaban que la Boqueria, reconocido como el mejor mercado del mundo, está orientada al turismo y al consumo rápido y su producto no acababa de encajar. El cierre temporal del Petràs activó de nuevo todas las alarmas sobre el presente y el futuro del mercado más famoso de Cataluña. Un mercado que se ha vendido al turismo según unos, mientras que otros siguen pensando que no ha olvidado, o no debe olvidar, al cliente barcelonés. EL PAÍS ha pedido a los paradistas que definan cuál es la foto fija de la Boqueria y cuenten hacia dónde va el mercado.
Jordi Mas es, desde 2022, el presidente de la Asociación de Comerciantes de la Boqueria. Conoce el mercado como si fuese su casa y discrepa de la imagen negativa que se está dando de este conjunto de negocios. “Si empezamos a hablar en negativo empecemos por la Rambla. Por culpa de las obras, este junio ha bajado un 10% la afluencia al mercado”, advierte. Mas anuncia que el próximo 17 de septiembre se celebrará una asamblea para decidir hacia dónde va la Boqueria: “Mi apuesta es que debemos luchar por mantener la esencia. Vamos a proponer un pacto con los comerciantes para que además de cambiar el techo, modernizar la isla de pescado y los lavabos y hacer una verdadera puerta de acceso en la plaza de la Gardunya nos comprometamos a que cada parada tenga un mínimo del 40% de producto fresco”.

El mercado fue inaugurado en 1840. “Algo bueno debe tener porque tiene 185 años cuando hoy día el 85% de las tiendas cierran en menos de cinco años”, defiende Mas. Hay 175 paradas abiertas (de 200) en 4.800 metros, 1.300 trabajadores y 25 millones de visitantes al año (entre 60.000 y 90.000 al día).
Las frutas y hortalizas Soley llevan más de medio siglo en el mercado. Eduard Soley se enorgullece de que la séptima generación de su saga familiar siga en la Boqueria. “Hablan de si turistas sí o no. Hoy todo el mundo hace turismo y hay que cambiar la mentalidad”, sugiere.
Mas, como presidente, no tira la toalla: “Hay muchos que te dirán que en la Boqueria hay dos mercados. Uno para vecinos y otro para turistas. Yo creo en un mercado híbrido para todos. En Cataluña hay ocho millones de catalanes, imagínate que vinieran a la Boqueria una vez al año. Lo tenemos que lograr”.

Rosa Millán es la propietaria de Morilla Fruites, una de las fruterías que no vende zumos ni, apenas, fruta cortada para los turistas. “No hago zumos pero el 80% o el 90% de mi recaudación me lo da el turismo. El problema que tenemos en la Boqueria es justificarnos constantemente de cómo nos ganamos la vida”, resume. Millán es de las que defiende el turismo entre su clientela. “Hay compañeros que se van del mercado, se han ganado muy bien la vida, venden la parada a un precio magnífico y luego hablan mal de la Boqueria. Estamos en el mercado más exitoso de España. Nos ganamos la vida y damos trabajo”, sentencia.
La opinión de Millán es similar a la de otros paradistas. Albert, de Elisa Queviures, sabe que el negocio que regenta lleva abierto desde 1949. “El vecino viene de 9 de la mañana a 11. Después es tan complicado llegar al mercado que habría que darles un premio. Yo no creo que tengamos que renunciar a la comida para llevar, pero siempre debe ser de altísima calidad”, sentencia.

Las pescaderías son las que tienen más complicado llegar al turista y muchas se quejan de parecer “figurantes” de las fotografías que los visitantes cuelgan en las redes sociales. Puri Albiol, de pescadería Puri, apunta a que el gran enemigo de la Boqueria son las obras de la Rambla. “Tendríamos que darles un premio porque todavía nos siguen comprando. Es verdad que vienen menos vecinos, pero también vienen muchos cocineros a comprarnos. Saben que el producto es bueno”, se enorgullece.
Marc Besora, de la frutería Besora, no confía en el turismo como cliente y reconoce que su clientela vecinal cada vez es más reducida. “El gran problema comenzó con los supermercados. La gente tiene que venir, comparar precios y comprar. Si no tienes dónde comparar no se fían y compran en otro lado”, lamenta Besora. En Olivas Francesc, Imma Roquet admite que al vecino le cuesta, cada vez más, venir a la Boqueria. “Me gustaría tener más vecinos, pero no puedo vivir de un cliente que viene solo una vez al mes”. Algo parecido piensa Montserrat Homs, de la carnicería La Moianesa, especializada en carne de cerdo. “El problema es del modelo de ciudad. Cuando un cliente deja de venir, sé que no tiene relevo. Parece que no hay cultura de mercado y nosotros tenemos que seguir viviendo”, defiende Homs.
En los próximos meses deben comenzar las obras de la infraestructura con las que se pretenden rehacer la parte central (la de las pescaderías) del mercado más famoso de la ciudad, esponjar algunos pasillos, realizar una entrada más grande por la plaza de la Gardunya y cambiar todo el techo de fibrocemento de la instalación. Se extenderán hasta 2027. “Lo que queremos es que en esas reformas no cierre el mercado. No podemos perder ni un cliente. Si cierras, se buscan la vida en otros sitios y, al final, se van”, mantiene el presidente de la plaza más icónica de Cataluña.
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