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MEDIOS COMUNICACIÓN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Surfeando información entre mares de ‘cuñadismo’

Las plataformas y algunos medios nos abruman con múltiples impactos y muestran lo que decide el algoritmo

Una mujer lee el periódico estadounidense 'Wall Street Journal'.

La humanidad está sobrepasada por la información. La rápida creación de redes que nos comunican, la acumulación de datos y, especialmente, la irrupción de la inteligencia artificial nos hace más vulnerables ante el populismo creciente. Este verano hemos visto como la propagación de una información llevaba a la cacería de personas en la población murciana de Torre Pacheco. El caldo de cultivo se creaba en la plataforma Telegram.

El verdadero problema de la información no está solo en que haya propagadores de la mentira y el odio, los ha habido siempre. El auténtico dilema es que cada día surfeamos más entre supuestas informaciones. Se ha perdido la profundidad en la mayoría de nuestros conocimientos sobre actualidad, dado que las plataformas y algunos medios que tenemos al alcance nos abruman con múltiples impactos y nos muestran lo que decide el algoritmo. En cuestión de segundos podemos ver un mensaje tramposo sobre el mejor ejercicio para sacarnos la grasa abdominal y, justo después, un texto que detalla el penoso bombardeo que ha matado cinco niños en Gaza.

Hay numerosos factores que influyen en cómo nos adentramos en la actualidad, aquí señalamos solo tres: el dispositivo usado, el tipo de información recibida, y el tiempo dedicado a conocer las noticias. El 81% de los españoles se informa mediante el teléfono móvil, según el último informe del Digital News Report (2025). Y este dispositivo nos ofrece un tipo de información que mezcla opinión, entretenimiento y noticias.

El tercer factor que afecta la dieta informativa es el tiempo. Pocas personas reservan un espacio para ‘actualizarse’ concienzudamente. Entramos y salimos de una red social leyendo una opinión sin contexto; cazamos al vuelo una noticia que acaba de publicar un amigo en el grupo de WhatsApp; surfeamos la página web de un medio mientras hacemos una pausa en el trabajo… Este desorden nos hace más vulnerables, porque está desapareciendo el buceo noticioso que se practicaba antaño ante el periódico, el telediario o el boletín radiofónico.

Todo lo descrito nos traslada a un mundo más opinativo y menos argumentativo. O, dicho de otra manera, nos dirige hacia el cuñadismo más descarnado que practican incluso presidentes como Donald Trump, movimientos antivacunas o grupos de extrema derecha e izquierda, que aseguran que todas las instituciones que tienen autoridad para recoger información mienten. El populismo considera que no hay verdades objetivas y que cada uno tiene “su propia verdad”, señala con acierto Yuval Noah Harari en su libro Nexus.

Se vislumbra la imposibilidad de mantener una conversación limpia y sana, como ya demostró Uxia Carral en una investigación publicada por la Cátedra Ideograma-UPF sobre el análisis de la toxicidad en redes sociales. Los ciudadanos forman sus opiniones políticas a partir de lo que comparten otras personas en estas redes. En consecuencia, quien quiera estar bien informado deberá dedicar más tiempo y escoger una dieta informativa libre de grasas saturadas, de igual forma que cuida la alimentación o practica deporte. De lo contrario, estaremos expuestos a una democracia con graves problemas de salud.

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