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Furor por las neveras de alquiler en los campings: en la costa catalana hay empresas que tienen más de mil

Temporada alta para los negocios que rentan frigoríficos a los campistas, que cada vez exigen más confort

Diny Kivits, turista holandesa en el camping Solmar de Blanes
Clara Blanchar

En plena ola de calor que derrite hasta las neuronas, esta semana ha comenzado la temporada alta para las empresas de la costa catalana que se dedican a alquilar neveras a los turistas que se alojan en campings. Un negocio que no es nuevo, pero ha ganado peso en los últimos años: porque las temperaturas suben y porque lo de ir con la caravana o la tienda y un Campingaz es historia. Los clientes quieren cada vez más confort. En vacaciones, miserias las justas, y es importante tener agua y bebidas fresquitas, y si puede ser hielo y helados, mejor. Hay empresas especializadas que tienen más de mil frigoríficos de alquiler y una logística milimétrica para gestionar pedidos por internet y repartir directamente a las parcelas de los clientes cuando llegan, recoger cuando se marchan y limpiar y revisar las neveras para el próximo uso. Según el tamaño (solo nevera o nevera congelador) y los días de alquiler, cuestan entre cinco y 10 euros al día.

“En un día fuerte de verano podemos tener hasta cuatro furgonetas trabajando”, asegura desde Torroella de Montgrí (Girona) Artur Prado, de la empresa Rentit. Lleva 26 años alquilando neveras a los turistas de decenas de campings y “el negocio va en aumento”. En su almacén hay 1.200 frigoríficos y en verano son hasta 15 personas trabajando. El frenesí comenzó el pasado puente de Sant Joan y ya no pararán hasta finales de agosto. Dos meses a destajo, trabajando para gente que disfruta de un esperado descanso, tiene calor y quiere tener agua, refrescos o cerveza en la nevera. Y lo quiere ya.

“El campista es cada vez más exigente, reserva por internet y se encuentra la nevera en la parcela cuando llega. Los primeros clientes fueron holandeses y alemanes, pero entre el calor que va en aumento, y que la gente lo ve en la parceloa del vecino y lo pide, va a más”, dice Prado, que asegura que, si tiene todas las neveras alquiladas, compra más. Lo que sea para no responder con un no. Explica que, en general, los campings no asumen este servicio, porque no es su negocio, de ahí el trajín de empresas especializadas que entran y salen entregando y recogiendo neveras. En el caso de Rentit, explica Prado, con los años han ganado experiencia y refuerzan las gomas de las puertas, les coloca protectores en las esquinas y cuñas de madera para que sean más cómodas de mover. Últimamente, también ha comenzado a alquilar fuentes de agua, de las que funcionan con garrafas de 15 litros.

Nevera de alquiler en una parcela del camping Solmar de Blanes, este jueves, a punto para ser recogida.

Sobre la clientela, hay de todo, cuentan los preguntados. Desde turistas fijos extranjeros o locales que cuidan las máquinas como si fueran suyas, hasta grupos de jóvenes que las dejan a pleno sol y las devuelven sucias. José Miguel Pascual, encargado de la empresa Frialq, coincide en que los campistas “quieren cada vez más comodidad y mejor servicio”. Comenzó el verano de 1992 con cinco neveras y ahora tiene más de mil en un almacén de Reus (Tarragona) que da servicio a campings de la Costa Daurada en los que explica que muchos clientes “cuando alquilan una primera vez, siempre repiten”.

Desde esta costa de Tarragona, el director del camping Playa Montroig, Alejandro Giménez, que tiene premios a nivel español y europeo, explica que los clientes que alquilan frigos son los de media estancia: “Cada vez tienen más éxito por la flexibilidad [de las empresas del sector]”. Un 35% de los clientes de parcela alquila nevera, calcula. Coincide en que los visitantes quieren estar cada vez más cómodos: “La cultura del Campingaz ha quedado atrás y ahora hay gente que se trae hasta lavadora”. Remata la idea Miquel Gotanegra, presidente de la Federación Catalana de Campings y propietario con su familia del camping Salatà de Roses (Costa Brava). “Las neveras de alquiler se han disparado por el calor y porque los campistas son más exigentes y, dentro de que es un estilo de vida al aire libre pero que ya no es económico, es un sector que ha ganado en confort y quieren estar como en casa”, apunta.

El miércoles, en el camping Solmar de Blanes, acababan de instalarse dos hermanos holandeses de la familia Kivits con sus familias. Llevan décadas bajando a veranear varias semanas, contaba Berty Kivits, que se unía a sus padres Wesly y Diny, que llegaron el 10 de junio. En total, estarán entre cinco y ocho semanas en caravanas con avance en las que no falta de nada: sillas, mesas, tumbonas, bicicletas, cocina, cafetera, microondas y hasta una valla para los perros. “La nevera es absolutamente necesaria, lo hace todo mucho más fácil”, valoraba Berty, empresario de la construcción, a 38 grados, mientras ofrecía agua que fresquísima de una nevera repleta de refrescos y cervezas.

El director del camping Solmar, Josep Ribas, trabaja desde hace años con otra empresa, RentFrigoCamping, a quien cobra una comisión que se destina a una cena de final de temporada con todo el personal. La suya es una empresa familiar y Ribas recuerda cuando de chaval “el camión de Campingaz descargaba bombonas azules dos veces por semana”. Nada que ver con el siglo XXI: “Ahora hay caravanas que son como apartamentos: tienen horno, aire acondicionado y hasta domótica”.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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