Desiertos de noticias
El 70% de las noticias falsas tienen más posibilidad de convertirse en virales porque son “más originales”

El periodista ganador del premio Pulitzer Chris Hedges alertaba, hace unas semanas en una entrevista televisada, que la democracia no existe en Estados Unidos porque la mentira se ha apoderado de la opinión pública. El problema de la desinformación viene de antaño. La historia está plagada de momentos en los que los poderes han querido engañar y algunos medios se han prestado a ello. Sin embargo, el problema hoy es más grave por la rapidez con la que viaja la falsedad.
Una investigación del Massachusetts Institute of Technology (MIT) estimó que el 70 % de las noticias falsas tienen más posibilidad de convertirse en virales en las redes sociales porque son “más originales” que las informaciones auténticas. Y es que el cerebro humano, dice Arthur Grimonpont, se decanta por “nuevas ideas”. Las redes usurpan nuestro tiempo incluso cuando vamos al baño. Y en esta denominada economía de la atención, el algoritmo escoge por nosotros el infoentretenimiento que debemos ver y escuchar. En las redes sociales, el prescriptor es la inteligencia artificial (IA), no el periodista o el medio.
El problema es transatlántico. Las plataformas y sus propietarios son mayoritariamente norteamericanos pero las consecuencias del desastre las padecemos también en nuestro país. Hoy la extrema derecha nacida en lo que fue el bressol de Cataluña grita contra los inmigrantes. Lo hace de forma impune, especialmente en las redes sociales. Un buen ejercicio para ver la magnitud del desacato es asomarse a la red X (antes Twitter) u ojear algunos de los vídeos en YouTube con proclamas racistas. La semilla del odio está sembrada y la cosecha dará de comer solo a los extremismos.
Combatir la información falsa en redes pasa por poner ciertas reglas como las tienen los medios convencionales. Lo dijo, entre otros, el presidente de Microsoft, Brad Smith: “Por favor, regúlennos”. Pero ante problemas complejos las soluciones son múltiples. Y otro frente donde hay que luchar es el de la sostenibilidad de los medios de comunicación convencionales. En Estados Unidos se habla ya de los denominados desiertos de noticias. Zonas rurales y periurbanas donde los medios tradicionales han tenido que bajar la persiana y la única información a la que acceden los ciudadanos es la que corre, entre otras redes, por Facebook, X o TikTok. Algunos investigadores demuestran cómo el cierre de medios locales ha provocado que las elecciones fuesen poco competitivas y con menos participación ciudadana.
En Cataluña hay comarcas con cobertura informativa irregular, y se está demostrando que son zonas donde el runrún de la extrema derecha está calando más hondo. En las próximas elecciones al Parlament la suma de diputados de ultraderecha podría indigestar a más de uno. Es necesario apoyar, si es necesario con fondos públicos, al periodismo riguroso, porque nos jugamos mucho más que la supervivencia de algunas empresas. Si no se toman medidas, la erosión democrática será profunda.
Carles Pont Sorribes es profesor de Comunicación de la UPF
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