El cambio sociológico tranquilo en el pueblo olivarero de Jaén con más inmigración
Un plan de inclusión social facilita la convivencia en Villanueva del Arzobispo, donde el 13% de la población son migrantes de 15 nacionalidades y los alumnos extranjeros ocupan un tercio de sus aulas


Un viejo aforismo asegura que Villanueva del Arzobispo (7.700 habitantes, Jaén) es el pueblo de las tres mentiras: porque no es villa, no es nueva ni tiene arzobispo. En cambio, las certezas en este municipio olivarero tienen que ver con la realidad que se ha dibujado en los últimos años, con un cambio sociológico, tranquilo y silencioso, que le ha llevado a ser uno de los principales destinos de la inmigración que llega a España para trabajar en la agricultura. Actualmente, un millar de habitantes, el 13% de su censo, son extranjeros de hasta 15 nacionalidades diferentes, mayoritariamente marroquíes, y casi un tercio de sus aulas tienen rostro multiétnico, porcentaje que en un centro del vecino municipio de Villacarrillo se eleva hasta el 50%.
La llegada de trabajadores temporeros a las campañas de recolección de la aceituna a partir de los años 90 ha impulsado un asentamiento estable paulatino de personas migrantes en la provincia de Jaén. Pero en el caso de Villanueva del Arzobispo estamos ante un caso excepcional por el crecimiento exponencial que están registrando los nacidos en esta tierra y que forman parte de la segunda y tercera generación de migrantes. Es el caso de Bouchad y sus hijos Abblilah y Arreda, una familia marroquí que ya regenta un negocio en el pueblo.
Desde hace varios años esta localidad jiennense es el epicentro de un laboratorio, el programa de fomento de la inclusión social de personas inmigrantes creado para lograr una convivencia colectiva y garantizar la igualdad de oportunidades. “La atención a la diversidad supone el reconocimiento de la otra persona y su origen, entendiendo que no es un problema sino una oportunidad para enriquecimiento de la sociedad”, explica Teresa Vega, coordinadora comarcal de Servicios Sociales e impulsora de este plan elaborado desde la Diputación de Jaén y que se extiende a otros municipios de las comarcas de Las Villas, Segura o El Condado con una problemática similar.
El programa trabaja con las mujeres que tienen mayor dificultad de aprendizaje porque interactúan menos con la población autóctona, pero sobre todo incide en el terreno educativo en estrecha colaboración con los centros escolares del municipio. Una de las conclusiones de este plan es que la incorporación de menores migrantes a los colegios locales, sin conocimiento del idioma y con carencias educativas severas, está suponiendo un reto para el sistema educativo y los programas de apoyo educativo “resultan insuficientes en el proceso de adaptación, integración y rendimiento escolar”.
En el Instituto Nieves López Pastor cursan sus estudios 400 alumnos, un 20% de ellos migrantes. Su director, Sebastián Medina, explica que hace tres lustros apenas había dos profesores dedicados a la atención a la población migrante, y hoy ya son cinco. Además, este próximo curso la Junta de Andalucía ha concedido un centro de ESO de Adultos para incorporar a muchas mujeres con déficit en el idioma y la cultura española. “Todos demuestran muchas granas de aprender y se fijan como objetivo mínimo acabar con la ESO; nunca hemos tenido ningún problema con la población migrante, tienen un respeto exquisito hacia la figura del profesor”, explica Medina. A su juicio, el refuerzo de la educación inclusiva ha inclinado claramente la balanza en las matriculaciones en centros públicos en detrimento de los concertados y privados.
Una figura clave de este programa de inclusión social de la población migrante es el marroquí de Agadir Ahmed Assebbane que va a iniciar su tercer curso en Villanueva del Arzobispo como mediador intercultural y profesor de lengua árabe y cultura marroquí dentro del programa PLACM que promueven desde 1985 el Gobierno de España y el Reino de Marruecos. “El objetivo de enseñar la lengua y cultura marroquí no solo es mantener la identidad cultural, sino también facilitar una buena inserción de los alumnos en la nueva cultura donde viven. Al conocer y respetar su cultura de origen pueden desarrollar confianza en sí mismos y un sentido de pertenencia, lo que les ayuda a integrarse mejor en la sociedad del país de residencia, promoviendo así la convivencia intercultural y evitando conflictos de identidad”, indica Assebbane.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
