Mazón se derrumba al enfrentarse por primera vez al dolor y la rabia de las víctimas de la dana
El presidente valenciano se emociona al escuchar los insultos contra él y los testimonios de las familias que lo perdieron todo la tarde que él desapareció

El 29 de octubre de 2024, el día de que los valencianos más lo necesitaban, su presidente desapareció durante horas de los lugares de toma de decisiones y seguimiento de la emergencia. El 30, constatado el desastre (el saldo final es de 229 muertos), Carlos Mazón decidió huir hacia adelante, disparando la responsabilidad en todas las direcciones salvo la suya. Pero este miércoles, un año después, ha tenido que mirar de frente a los familiares de las víctimas. Separados por apenas unos metros de distancia, el dirigente popular oyó cómo le gritaban “cobarde”, “asesino”, “desgraciado” y cómo le recordaban “la comida con la periodista...” en la que ocupó buena parte de aquella tarde. Y 365 días después, Mazón se derrumbó.
Ya no eran los medios de comunicación, ni el Gobierno central y sus “cortinas de humo” para tapar la corrupción; ni, como deslizaron los populares en las primeras y multitudinarias manifestaciones exigiendo su dimisión, grupos nacionalistas con intereses oscuros y afán partidista. Eran las madres, los padres, los hijos y los hermanos de los que quizá podían haberse salvado si el mensaje de alerta hubiera llegado antes. Y miraban a su presidente de frente, agitando las fotografías de sus seres queridos como si fueran banderas; mostrándole en las pantallas de sus móviles las imágenes de hombres, mujeres y niños sonrientes, llenos de vida hasta el 29 de octubre de 2024.
Con lágrimas en los ojos, sobre todo al principio, Mazón escuchó cómo suena la rabia. Se oía bien alto dentro del museo de las ciencias príncipe Felipe, donde se celebró el funeral de Estado, y también fuera, donde más de un centenar de personas gritaban: “¡No son muertos, son asesinados!“. La conductora del acto, Lara Siscar, empleó varios minutos en recitar, uno a uno, los nombres de las 229 víctimas de la dana en la Comunidad Valenciana, las siete que murieron en Castilla-La Mancha y la que perdió la vida en Andalucía. Algunos apellidos coincidentes, leídos en alto, recordaban que la tragedia golpeó aquella tarde más de una vez a la misma familia: Francisco Javier Sanchis Palop y María Pilar Sanchis Palop (hermanos); Elvira Martínez Alfaro y Elisabet Gil Martínez (madre e hija); Emeterio Mora Gómez, Jesús Andrés Mora Ruíz y Javier Mora Ruíz (padre e hijos)... También tuvo que escuchar Mazón, que hasta ahora había evitado reunirse con las principales asociaciones de víctimas, cómo eran los que murieron la tarde que él todavía no ha querido aclarar: a Slim Regaieg le gustaba el merengue -su familia aún guarda un poco congelado en la nevera-; Eva María Canut, la madre de Andrea Ferrari, de 20 años, era una de esas personas cargadas de energía que creen que ”todo es posible". Mazón pareció emocionarse especialmente cuando Naiara Chuliá describió a Slim, de 47 años, como el amor de su vida, y cuando explicó cómo muchas veces sueña que logra salvarlo y al despertarse es cuando empieza, en realidad, “la pesadilla”.
Mazón, el anfitrión, escuchaba en tercera fila. Apenas habló con nadie más allá de su guardaespaldas desde que llegó a la ciudad de las ciencias y las artes de Valencia, y fue excluido de un breve encuentro con una decena de representantes de las víctimas antes de que comnzase el funeral. Era Pilar Bernabé, la delegada del Gobierno, la que iba presentando por su nombre a los familiares de los fallecidos a los Reyes, a Pedro Sánchez y a los presidentes del Congreso y del Senado. Algunas víctimas habían advertido estos días que les ofendía que el president que desapareció durante varias horas aquella tarde crucial estuviera presente en el funeral por los que quizá habrían podido salvarse. Al dolor del aniversario se añadió, para muchas familias, la tensión provocada por esa coincidencia: tener que compartir la solemne ceremonia de duelo con el que no estuvo cuando tenía que estar.
Ni el día ni el año habían empezado así, con un presidente conmovido. Por la mañana, en una declaración institucional, Mazón se había atrevido a hablar en tercera persona del “desamparo” que sufrieron los valencianos ante unas “circunstancias inimaginables”. Condedió su primera entrevista tras la dana hace apenas unas semanas y fue al periodista que llama “la jueza roja de Catarroja” a la magistrada que instruye la causa por la gestión de la riada. Allí aseguró que nunca había pensado en dimitir -los valencianos se lo han pedido en 12 manifestaciones multitudinarias- y que si no había hablado hasta entonces era porque no quería ser “el foco”. Pero entonces todavía no había tenido que mirar de frente a las madres, padres, hijos y hermanos de los fallecidos aquel 29 de octubre de 2024.
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