El Gobierno aparca la compra de cazas F-35 estadounidenses y busca alternativas europeas
La Armada perderá la aviación embarcada hasta que disponga de un portaviones


La compra de aviones F-35 Lightning II, el caza furtivo estadounidense de quinta generación, para las Fuerzas Armadas españolas ha quedado definitivamente aparcada, según fuentes gubernamentales. Los contactos preliminares que ya se habían iniciado han quedado suspendidos sine die. Aunque el Gobierno aprobó en abril pasado un plan de 10.471 millones y se ha comprometido a gastar el 2% del producto interior bruto (PIB) en seguridad y defensa, la decisión de que el 85% de estos fondos se inviertan en Europa se considera incompatible con adquirir un modelo estadounidense como punta de lanza de la aviación de combate.
El Ministerio de Defensa formuló en su día una RFI (“request for information” o “petición de información”) no vinculante por el caza de Lockheed Martin y en los presupuestos de 2023 figuraba una primera partida de 6.250 millones para el “avión sustituto del AV-8B y el C-15M 2ª fase” (es decir, los Harrier de la Armada y los últimos F-18 del Aire); incluso la publicación británica Janes, especializada en armamento, mencionó el año pasado un posible pedido de 50 unidades por parte de España. Sin embargo, esos planes han quedado en un cajón.
La decisión deja sin alternativa a la fuerza naval, que en 2030 tiene previsto dar de baja sus Harrier AV8B. Prorrogar su vida operativa está descartado, no solo porque llevan casi medio siglo en servicio, sino porque el Cuerpo de Marines de Estados Unidos y la Marina Militare italiana están retirando sus últimos aparatos de este modelo, lo que deja a la Armada española como única usuaria, sin mercado de piezas y recambios. El único avión de combate de despegue vertical que puede sustituir al Harrier es precisamente el F-35B, la versión naval del Lightning II, adquirido por Estados Unidos e Italia, por lo que la renuncia al mismo supone que la Armada se queda sin aviones de ala fija y desde el buque Juan Carlos I solo podrán operar helicópteros.
La Armada ya ha encargado al astillero público Navantia el estudio de viabilidad de un portaviones, con una cubierta de longitud suficiente para que puedan tomar aviones rodando sobre su pista con un gancho de parada y no solo los de despegue vertical. Eso le permitiría optar por cazas navales como el Rafale francés. En todo caso, no llegarían a tiempo para cubrir la baja de los Harrier, por lo que durante algunos años se perderá esa capacidad.
También el Ejército del Aire y el Espacio había puesto sus ojos en el F-35 en su versión A para sustituir a los F-18, como puente hasta que se haga realidad el FCAS (Futuro Sistema Aéreo de Combate) europeo, un caza de sexta generación que no estará operativo hasta 2040 en el mejor de los casos. El jefe de la Fuerza Aérea, teniente general Francisco Braco, ha descartado la compra de más Eurofighter, para no depender de una sola flota de aviones de combate, por el riesgo que conlleva de tener que dejarla toda en tierra en caso de detectarse un problema estructural.
El F35A era la opción preferida, pues aventaja tecnológicamente a sus competidores en aspectos como su carácter furtivo, lo que se evidenció en el reciente ataque de Estados Unidos e Israel contra las instalaciones nucleares de Irán. “Alternativa de un avión de quinta generación con una tecnología stealth [furtiva] realmente avanzada no la tenemos. Esa es la realidad”, reconoció en julio el jefe del Estado Mayor de la Defensa, el almirante general Teodoro López Calderón. “Tendremos que sobrevivir con la cuarta generación que hay [Eurofighter] y esperar algún día la llegada del FCAS. Lo que pasa es que son muchos años los que tenemos que esperar”, apostilló.
El Ejército del Aire no tiene tanta urgencia como la Armada. Tras haber sustituido los F-18 de McDonnell Douglas más antiguos por 45 Eurofighter, tiene previsto dar de baja los últimos cazas estadounidenses en torno a 2035, lo que le permite contar todavía con algunos años de margen para tomar la decisión. Aunque el general Braco ha sugerido que hay alternativas al F-35, como el futuro Rafale F-5 francés, a mitad de camino entre el Eurofighter y el avión de Lockheed Martin, otras fuentes sugieren que un cambio de gobierno en España podría resucitar la opción estadounidense.
Choque por el 2%
El presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, chocó con el inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, en la cumbre de la OTAN en La Haya (Países Bajos) en junio pasado, en la que se descolgó del compromiso de los aliados de destinar el 5% del PIB al gasto militar en una década. “Es el único que se niega a pagar. Vamos a hacer que paguen el doble”, dijo Trump, amenazando con imponer aranceles específicos a España.
El senador por Luisiana John Kennedy y otros cinco colegas republicanos presentaron recientemente una propuesta de resolución en la que instan a los 30 países de la OTAN a cumplir el 5%. En un artículo publicado en el semanario Newsweek, Kennedy se quejaba de que el presidente español se hubiera desmarcado de ese objetivo y que la OTAN se lo permitiera. “Sánchez espera que el pueblo estadounidense haga sacrificios para contribuir a nuestra defensa compartida, pero no quiere que nadie en España se pierda ni una siesta por la causa. ¿Les suena como alguien con quien se puede contar en la batalla?”, escribió
Trump no oculta que su objetivo no es solo que los aliados gasten más en defensa sino, sobre todo, que compren productos de su país. “Han acordado comprar una gran cantidad de equipo militar. No sabemos cuál es esa cifra, pero la buena noticia es que fabricamos el mejor [armamento] del mundo”, dijo el mandatario estadounidense el pasado 27 de julio, cuando presentó el acuerdo con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, por el que Europa acepta que Washington imponga un arancel del 15% sobre la mayoría de sus productos, además de comprarle gas por 750.000 millones de dólares en los próximos tres años, a cambio de evitar una guerra comercial.
Las pretensiones de Trump se dan de bruces con las del Gobierno español. Uno de los argumentos esgrimidos por Sánchez para negarse a destinar el 5% del PIB a defensa es que la industria militar europea no está en condiciones de atender un crecimiento tan rápido de la demanda, lo que provocará un aumento de la dependencia exterior ―léase de Estados Unidos― y una renuncia a desarrollar por sí misma esas capacidades; es decir, una pérdida de la autonomía estratégica. La paradoja radica en que una docena de países europeos (Reino Unido, Alemania, Italia, Países Bajos, Polonia o Dinamarca, entre otros) han adquirido ya el F-35, que puede convertirse en el avión de combate común a la mayoría de los ejércitos de la UE en la próxima década.
Aunque Lockheed Martin alega que los F-35 para España se fabricarían en Italia y serían, por tanto, europeos, hay otra razón por la que no resultan tan atractivos, incluso para los militares: EE UU impone severas restricciones en el acceso a las tecnologías críticas del avión, que son una caja negra para los propios usuarios; y su uso en un eventual conflicto podría ser vetado por Washington. A ello se suma el alto coste de las infraestructuras exigidas para su mantenimiento y el alza unilateral del precio de venta, que ha provocado un escándalo en países como Suiza. Esos son los inconvenientes de la dependencia tecnológica.
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