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Las mujeres detrás de la valla que aún gritan por el PSOE

Alrededor de medio centenar, venidas de diferentes puntos de España a la sede de Ferraz, sostienen emocionalmente a un partido tocado

Simpatizantes socialistas muestran su apoyo a Pedro Sánchez, a las puertas de la sede del PSOE en calle Ferraz, este sábado. Foto: Claudio Alvarez | Vídeo: EPV
Elena Reina

Fernanda no es su nombre. Su identidad será reservada por causas de fuerza mayor, pide: nadie de su familia sabe que está aquí. Ha venido a la puerta de la sede del PSOE para apoyar a Pedro Sánchez junto a su cuñada, que se llamará Antonia. Las dos, de unos 70 años, que perdieron a sus maridos demasiado pronto, han cogido el metro desde el sur de Madrid y han dicho que se iban a las rebajas. Armadas con un abanico, se han sentado en una de las pocas sombras que quedaban en la esquina de la calle Ferraz con el Buen Suceso y, aunque les gustaría gritar con el resto de simpatizantes, no lo hacen: “Si me voy ahí al sol, a ver cómo le explico a mi hija que me ha dado un patatús en El Corte Inglés”.

Como Fernanda y Antonia hay otras más. Ángeles, que ha salido a las cinco de la mañana de su casa en Málaga para coger el tren y aprovecha el viaje para ver también a su hijo, que es profesor de instituto: “Ni un minuto de retraso he tenido”, bromea. Rosa, que ha cogido otro esta mañana desde Valladolid. Carmen, desde Zaragoza. Dos amigas desde Monistrol de Montserrat (Barcelona) que llegaron el viernes, que este sábado se han vestido con pantalones y camisas rojas, que no habían visto nunca los autobuses de la organización ultraderechista Hazte Oír con la cara de Sánchez estampada junto al título “corrupto”. Pepa Nieto, escritora y escultora, de 80 años y de Madrid, les explica que eso en la capital es muy normal, “desgraciadamente, estamos acostumbradas, hija”.

La mayoría de los que sostenían emocionalmente este sábado a un partido tocado eran ellas. En primera fila. Primero en una esquina, después colocadas por las decenas de agentes de la Policía Nacional frente a la sede, un lugar donde a partir de las once de la mañana el sol caía a plomo sobre sus hombros. A lo lejos se escuchaban los gritos de un número similar de manifestantes, que ondeaban banderas de España, que insultaban a Pedro Sánchez, que maldecían a todo el partido, que pedían la dimisión del Gobierno. Y alguno se desgañitaba cada cierto tiempo: “¡¡Puteros!!“.

Fernanda se lamentaba de que no hubiera venido más gente. De que la media de edad de las que la acompañaban ese día para apoyar al PSOE en uno de sus peores momentos fuera de unos 60 años. “Nadie joven, fíjate, con lo que les espera si ganan los otros”, comentaba Teresa, cocinera jubilada del barrio del Pilar de Madrid.

Se habían organizado por grupos de Facebook, por mensajes de WhatsApp y algunas también por TikTok. Pero no es fácil la convocatoria para sostener a un partido acorralado por la corrupción. No es fácil, reconocían algunas de ellas, haber escuchado “comentarios asquerosos” contra otras mujeres por parte de un exministro, José Luis Ábalos, y de su asesor, Koldo García. “Ha sido bochornoso, horroroso”, comenta Teresa.

Desde la esquina en sombra, Fernanda y Antonia reconocían que lo que habían “hecho esos tres sinvergüenzas” no debía quedar así. “Pero el problema es que en la izquierda siempre pasa lo mismo, nos matamos entre nosotros. Ellos roban, mucho más, y se unen”, critica Antonia, mientras le da al abanico.

Las dos recuerdan cuando acudieron a la sede del PP en la calle de Génova en pleno escándalo por el caso Bárcenas. Recuerdan con nostalgia los tiempos en los que señalaban al otro por corrupción. Y les cuesta asumir que algo así se haya podido producir entre los suyos. “Aun así hemos venido porque este Gobierno tiene que resistir. Porque han hecho todo lo posible para que caiga Sánchez desde que llegó al poder”, apunta Fernanda.

“Presidente, presidente”, coreaban el resto de mujeres desde la valla, especialmente cada vez que circulaban los autobuses con rótulos contra Sánchez. “Pedro Sánchez, aguanta”, se leía en un cartel.

Fuentes del partido habían mostrado su preocupación desde temprano ante la posibilidad de que pudiera haber demasiados simpatizantes o militantes en la puerta de Ferraz. Preferían que fuera un acto solemne, discreto. No querían una multitud que bailara al ritmo de Pedro, Pedro, Pe, como en abril del año pasado, cuando el presidente se tomó cinco días de reflexión tras las primeras acusaciones contra su esposa, Begoña Gómez.

A la policía le preocupaba, sin embargo, que los dos bandos enfrentados se rozaran en la calle Ferraz. Pero no se cumplieron los peores temores de ninguno. Ni había muchos simpatizantes; ni había muchos opositores al Gobierno. Decenas de agentes desplegados en cada una de las esquinas blindaron la sede desde temprano, de manera que para acceder a una acera u otra, un policía redirigía a algunos que vestían con banderas de España por las calles de atrás. Y más allá de algunos gritos, no hubo ningún enfrentamiento grave.

El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, subió la cuesta de la calle del Buen Suceso entre esos dos bandos separados por 200 metros. “Olé, tus huevos”, le gritaba una mujer espontánea, que salía de su portal en este acomodado barrio de Argüelles. Y conforme el presidente avanzaba, los pitos e insultos de algunos militantes le advertían de que en Ferraz ya no estaba su casa.

Alrededor del medio día, mientras Sánchez confesaba tener “el corazón tocado”, a Fernanda le sonaba el teléfono. Era su hija. “A ella no le importa que apoye al PSOE. Pero le da miedo que me pase algo. Pero, ¿cómo no iba a venir?“, cuenta después de colgar con ella. El Comité Federal del PSOE ha parado media hora para comer y Fernanda y Antonia vuelven al Metro, en dirección al cinturón rojo de Madrid.

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Sobre la firma

Elena Reina
Es reportera de la sección de Nacional. Antes trabajó ocho años en la redacción de EL PAÍS México, donde se especializó en temas de narcotráfico, migración y feminicidios. Es coautora del libro ‘Rabia: ocho crónicas contra el cinismo en América Latina’ (Anagrama, 2022) y Premio Gabriel García Márquez de Periodismo a la mejor cobertura en 2020.
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