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Maneras de vivir
Columna
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Cosiendo palabras por las noches

Mercedes Jaime y María Moliner supieron atrapar un universo de significados desde la modestia de lo doméstico

Mercedes Jaime posa con un ejemplar del diccionario.
Rosa Montero

Ya se sabe que todos los humanos somos iguales, una hermandad que emociona y consuela. Pero también es verdad que todos los humanos somos distintos, es decir, que cada uno posee sus peculiaridades. A mí me encanta aventurarme por la diversidad de los individuos. Algunas personas son sólo un poquito diferentes; otras poseen una originalidad estratosférica. Hoy voy a hablar de uno de estos personajes especiales. Una mujer capaz de darle un contenido singular a su vida.

Se llama Mercedes Jaime Sisó, tiene 70 años y acaba de jubilarse. Es doctora en Filología Inglesa y ha sido profesora en la Facultad de Veterinaria de Zaragoza durante décadas, en concreto desde el curso 1987-1988, en el que empezó a dar clases de Inglés Científico para Veterinaria y Ciencia y Tecnología de los Alimentos. Siempre fue esa clase de docente que se vuelca en sus alumnos, que invierte su vida en pensar cómo mejorar las clases. “No tengo hijos, mis estudiantes han sido mis hijos. Y siempre he sabido el nombre de todos, y eso que algunos años eran 700”. He ido a dar charlas a muchos institutos y universidades y debo decir que se nota enseguida qué alumnos han tenido la suerte de contar con esos maestros. El caso es que Jaime Sisó advirtió desde el primer día la falta de un glosario elemental de términos veterinarios inglés-español. Eran tiempos analógicos y los alumnos vivían en un desierto de palabras. Un vacío que tampoco se solventó cuando llegó internet, porque la información siguió siendo precaria. Así que Mercedes empezó a confeccionar listas de vocablos que, por exigencias de la asignatura, tenían que ser multidisciplinares, además de poseer el rigor científico debido. Todo esto lo hizo partiendo de la nada, palabra a palabra, cazando términos como quien caza mariposas. Y, tras una década de este esfuerzo ímprobo, comprendió que estaba haciendo nada más y nada menos que un diccionario.

Le ayudó, en esta obra ciclópea, otra peculiaridad. Mercedes sufre insomnio severo desde los 27 años por culpa de un error médico. Sólo duerme cuatro horas al día, y con pastillas. Un quebranto de esta envergadura puede romperle el espinazo del ánimo a cualquiera, pero ella supo convertir la carencia en ventaja y dedicó las noches a la lenta, primorosa, tenaz construcción de su diccionario, en su casa y en medio del silencio y de la oscuridad del mundo. Al principio escribía todo a mano, lo mismo que la gran María Moliner, otra lexicógrafa de lujo a la que Mercedes se semeja, porque las dos supieron atrapar un universo de significados desde la modestia de lo doméstico (preciosa la novela de Andrés Neuman sobre Moliner, Hasta que empieza a brillar). “Se ve que para meterse en algo así es necesario ser mujer y aragonesa”, ríe Mercedes, que es de Huesca (y María, de Zaragoza). Después llegaron la máquina de escribir y el ordenador. Tuvo que leer trabajos científicos, ver documentales, asistir a mil congresos… Y así durante 37 años. Ha sido un trabajo, dice, “artesanal y sistemático”. También es completísimo, exhaustivo, casi diría yo que aniquilador, porque engloba términos concernientes a la anatomía, bromatología, epidemiología; a la ganadería, la acuicultura, la apicultura, la fauna salvaje, la botánica, la farmacología… Todo ello con sus variantes diatópicas (Gran Bretaña, Estados Unidos, Australia) y los coloquialismos. En total, más de 50.000 entradas. Por no mencionar las diversas dificultades que tuvo que superar en el camino, como encontrar los sucesivos soportes informáticos viables. Todo, por supuesto, pagado por ella.

Aunque el diccionario podría seguir eternamente, Jaime Sisó ha clavado de algún modo la bandera en la cima de su Everest. El Consejo General de Colegios de Veterinarios de España acaba de editar en papel su magno trabajo. Pesa tres kilos. Es una publicación de cortesía, por el momento no a la venta. Un reconocimiento a su formidable hazaña de exploradora de la palabra. Pero Mercedes, que, aunque jubilada, sigue empeñada en la docencia, no parará hasta conseguir que el texto sea editado digitalmente y pueda ser utilizado por todos los estudiantes (y los profesionales, añado yo). Hay mucho interés, también en Latinoamérica, porque no hay otro diccionario semejante en el mundo. Es la obra de una vida. Me la imagino día tras día y década tras década cosiendo términos bilingües con tenacidad de estalactita en la quietud nocturna y me maravilla.

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Sobre la firma

Rosa Montero
Nacida en Madrid. Novelista, ensayista y periodista. Premio Nacional de Periodismo y Premio Nacional de las Letras en España. Oficial de las Artes y las Letras de Francia. Animalista, antisexista y ecologista. Su obra está traducida a cerca de treinta idiomas.
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