Un crucero íntimo a las Cícladas más desconocidas: el escondite perfecto en Grecia para las vacaciones
La hospitalidad griega (filoxenia) y el significado de la palabra ‘meraki’, hacer algo poniendo el alma, adquieren su máxima expresión en un viaje a las islas de Amorgos, Iraklia y Serifos

En el mismísimo corazón del mar Egeo habitan algunas islas donde el tiempo parece haberse detenido, y donde la hospitalidad griega (filoxenia) adquiere su máxima expresión. Nos lanzamos a explorar algunas de las ínsulas más desconocidas, agrestes y hermosas del archipiélago de las Cícladas a bordo de un crucero boutique, recuperando una forma de viajar que creíamos perdida: íntima, respetuosa y rabiosamente enriquecedora.
Cuando subí por primera vez a la pasarela del Panorama no sabía que estaba a punto de vivir una experiencia que cambiaría mi forma de entender el Mediterráneo. Durante una semana, este buque de la naviera griega Variety Cruises se convertiría en mi hogar y me llevaría a explorar Amorgos, Iraklia y Serifos, tres joyas ocultas de las Cícladas alejadas del turismo de masas de las islas más populares de este archipiélago. A bordo de este barco de pequeñas dimensiones descubrí un color nuevo que ya nunca olvidaría: el azul griego. También entendí el significado de la palabra meraki: un concepto que impregna cada rincón de este paraíso del Mediterráneo y, aunque no tiene traducción explícita, significa hacerlo todo con el alma y el corazón.
Desde el primer día, la tripulación griega nos recibió como una familia que regresa después de un largo viaje. El capitán Andreas se convirtió en nuestro anfitrión compartiendo historias de las islas mientras navegábamos bajo el sol dorado del Egeo. Aquí, los nombres se recordaban, las conversaciones se profundizaban y los extraños se convertían en compañeros de aventura. Filippos Venetopoulos, CEO de la naviera, lo explicaba así: “Mi abuelo, fundador de la compañía, siempre hablaba de meraki y transmitió esta filosofía a todos los trabajadores: es algo que se siente, no está escrito en ningún documento. La experiencia consiste en probar la gastronomía, conocer la historia, las danzas... El objetivo es que cuando los huéspedes lleguen al barco se sientan parte de una familia, una pequeña familia en el mar”.

Las islas Cícladas son un archipiélago emplazado en el centro del mar Egeo integrado por aproximadamente unas 200 ínsulas. Su nombre deriva de la palabra griega κύκλος (círculo), ya que parece extenderse como un círculo en torno a la sagrada isla de Delos (patria de los dioses Apolo y Artemisa). En contraposición, el resto de las islas del Egeo fueron bautizadas como Espóradas (del griego Σποράδες; dispersas). Nuestro recorrido nos llevó hasta dos Cícladas mayores, Amorgos y Serifos, y una menor, Iraklia.
Amorgos, el alma mística y bohemia del Egeo
Son las cuatro de la tarde y la figura curtida por años de navegación del capitán Andreas se yergue sobre el puente de mando y ordena a su tripulación elevar anclas. Mientras el cálido sol del Egeo acaricia la cubierta de madera, partimos del Pireo, el puerto de Atenas, rumbo a Amorgos, la más oriental de las Cícladas. Tras una hora escasa de navegación, en los altavoces resuena la voz de Marita, coordinadora del crucero, invitando a subir a cubierta para contemplar el que será el primer recuerdo imborrable de la travesía: una sobrecogedora puesta de sol con el impactante escenario del Templo de Poseidón en Sunio. Este majestuoso monumento dedicado al dios del mar es uno de los templos más importantes de Grecia y esconde una fuerte carga simbólica. Asociado a la mitología griega a través de numerosas leyendas, los atenienses lo construyeron para honrar a Poseidón y buscar la protección de los marineros del Egeo.
Tras navegar durante toda la noche, atracamos en la tranquila localidad de Katapola. A primera vista, sorprende el ambiente bohemio y poco masificado de uno de los puertos principales de Amorgos. Nadie diría que el calendario marca 4 de agosto: existe una Grecia paradisíaca y solitaria y está aquí.

En la isla se rodaron algunas de las escenas más emblemáticas de la película El gran azul (1988), de Luc Besson. Una de las localizaciones más espectaculares fue el monasterio de Panagia Hozoviotissa, un ejemplo impresionante de arquitectura bizantina creado en honor a la virgen María, patrona de la isla, construido en el siglo XI sobre un vertiginoso acantilado de 300 metros que se asoma al mar. Mientras mis ojos contemplan atónitos la irrepetible postal, mi mente intenta procesar sin éxito tanta belleza. Embelesada por la mística del lugar, es momento de enfrentarse a los más de 270 inclinados y resbaladizos escalones de piedra que conducen hasta el monasterio. Subir hasta arriba a pie es ya toda una declaración de intenciones, pero el esfuerzo es altamente recomendable.

Proseguimos nuestra visita en la localidad de Chora, capital de la isla y escenario también de la citada película francesa. Sí, muchas de las capitales de las islas griegas se llaman igual: Chora, que significa ciudad fortificada en griego. Sus calles estrechas y encaladas y sus alegres y coloridas casas y tiendas de souvenirs son una auténtica delicia.
De vuelta a Katapola decido perderme entre sus callejuelas para empaparme del ambiente hippie que impregna esta pequeña localidad. Percibo instantáneamente que la gente que habita aquí es muy distinta a la del resto de islas que he visitado: resulta esclarecedor darse cuenta de que el siglo XXI todavía no ha llegado a este rincón del Egeo. Y, de repente, comprendo que la slow life no es un estilo de vida de moda en nuestra sociedad contemporánea, sino la forma habitual de vivir de sociedades como esta, donde el tiempo transcurre a otro ritmo.
Iraklia, el tesoro mejor guardado del Egeo

Cuando el Panorama atraca en el puerto de Agios Georgios, en la pequeña isla de Iraklia, me encuentro con un paisaje árido, agreste y una bahía en apariencia carente de atractivo. Pero Iraklia esconde el espíritu griego más arraigado y auténtico de todo el archipiélago. Nos dirigimos a la calle principal para descubrir un universo atestado de callejuelas adoquinadas, restaurantes donde se cocina el mejor pescado y marisco local, tiendecitas de cuento, casas blancas encaladas en la roca, gatos por doquier y caminos pedregosos que conducen a ermitas y casas que parecen suspendidas en el tiempo.
Aquí el turismo apenas ha llegado, ni se le espera. Iraklia es lo más parecido a un huevo Kinder: una sorpresa inimaginable. La isla fascina con sus magníficas vistas a la paradisíaca isla de Shinusa y sus senderos montañosos. Este paraíso del relax y la calma pertenece a la red Natura 2000 y es uno de esos lugares que parecen existir fuera del tiempo. Con apenas 150 vecinos permanentes, no hay hoteles de lujo ni restaurantes sofisticados y la vida transcurre al ritmo de las cabras que pastan en las colinas y los pescadores que reparan sus redes al atardecer.

Serifos, dramática, salvaje e histórica
Seguimos navegando en este elegante velero a motor de 54 metros de eslora y 24 camarotes que se botó en 1993 (se renovó por última vez en 2019) hasta la última escala en las Cícladas más occidentales: Serifos. Sus reducidas dimensiones, apenas 70 kilómetros cuadrados, la convierten en una opción ideal para alquilar un coche en el puerto de Livadi y recorrerla en apenas un par de horas.
A primera vista, aparenta estar prácticamente desierta. Y esta vez no engañan las primeras impresiones. Aunque parece que el tiempo se detuvo aquí hace más de cien años, recorrerla es descubrir un paraje cuajado de playas vírgenes de arenas doradas de increíble belleza que descansan entre acantilados y caminos imposibles. Una gran recomendación es la playa de Sikamia, en el noroeste de la isla. Aunque el acceso no es muy cómodo —hay que descender por un camino de tierra—, es una de las ensenadas más espectaculares de Grecia. Su aislamiento, sus aguas azul turquesa y la ausencia de masificaciones la convierten en el paraíso para aquellos que buscan paz y tranquilidad.

Dramática, árida e inhóspita. Así es esta ínsula famosa por sus paisajes lunares, sus rutas de senderismo y sus monasterios ortodoxos suspendidos en colinas elevadas desde donde se divisan inolvidables panorámicas de la isla y sus yacimientos mineros, antiguo sustento de la economía insular. Su capital, llamada (cómo no) Chora, está construida en forma de anfiteatro en la ladera de una colina, coronada por los restos de un castillo veneciano. Para los aficionados a la mitología griega, cuentan que aquí es donde Perseo mató a Medusa y usó su cabeza para convertir al rey Polidectes en piedra.

De regreso a nuestra casa flotante, conocí a Sophia, una ceramista que ha dedicado su vida a preservar las técnicas tradicionales de la isla. En su taller, ubicado en una casa del siglo XVII, el barro local se transforma en piezas únicas. “Cada vasija lleva el alma de Serifos”, me explicó. De nuevo, la esencia del meraki.
Finalizamos así una travesía de ensueño por las aguas del Egeo que recorrió Homero, el héroe griego más universal. Nos dirigimos de nuevo al puerto del Pireo, y disfrutamos de una cena de despedida con música griega y vino local. Mientras, bailamos sirtaki en la cubierta, con las luces de las islas brillando a lo lejos. Cuando bajé por última vez la pasarela del Panorama, llevaba en mi equipaje pedazos del alma de las Cícladas, historias de gente maravillosa y la certeza de que algunos viajes cambian para siempre la forma de ver el mundo.
Variety Cruises, una saga familiar de navieros griegos
Variety Cruises es una naviera familiar que nace en 1949, cuando el abuelo del actual CEO crea Zeus Tours para organizar viajes desde Atenas con pequeños botes de madera. Una historia emocionante y emocional. Europa vivía una cruenta posguerra y eran tiempos muy difíciles para emprender un negocio. Diogenis Venetopoulos tenía pasión por la historia, el arte y la cultura y deseaba mostrarle el mundo a los viajeros. Otra de sus grandes proezas es que desde el primer momento tuvo en cuenta algo que hoy es una obviedad: la sostenibilidad ambiental. La idea era generar el mínimo impacto posible en los destinos visitados y apoyar el patrimonio cultural y la preservación de los sitios arqueológicos. Esta pasión y este espíritu se ha ido trasmitiendo de generación en generación. Filippos Venetopoulos, actual CEO de la naviera, tomó las riendas de la compañía en plena pandemia y mantiene intacta la filosofía de su abuelo: el meraki. Aunque al principio contaban solo con dos barcos, ahora disponen de ocho distribuidos en cuatro continentes y 16 países.
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