Paradas imprescindibles de un viaje en tren de Bangkok a Chiang Mai
Optar por un trayecto con escalas entre ambas ciudades de Tailandia permite conocer la histórica Ayutthaya, el templo de los monos de Lopburi o la belleza de Sukhothai

Si hay un tren mítico entre los viajeros que eligen recorrer Tailandia evitando las rutas aéreas para que el cuerpo no llegue al destino varias horas antes que el alma es el que conecta la capital del país, Bangkok, con la deliciosa ciudad norteña de Chiang Mai. Este viaje sobre raíles que serpentean en muchos de sus tramos entre la frondosa vegetación de la jungla o de bosque húmedo discurre también por varias ciudades o enclaves arqueológicos que bien merecen una escala breve.
Así, el viajero deberá elegir entre las dos opciones principales para recorrer estos aproximadamente 700 kilómetros: hacerlo de un tirón en unas 10 u 11 horas —y, más recomendable, en el tren nocturno durmiendo cómodamente y ganando tiempo (y dinero al ahorrarse una noche de hotel)— o programar unos días con paradas en varios puntos interesantes del camino.
Teóricamente, los billetes podrían comprarse online en la web oficial de los ferrocarriles tailandeses, pero es poco probable que esté operativa y lo mejor es acercarse con un poco de antelación a una agencia de viajes de Bangkok, donde se consiguen con facilidad y por una pequeña comisión que nos ahorrará muchos engorros, o a la propia estación. El billete del magnífico tren nocturno hasta Chiang Mai en una cabina doble de primera clase (ojo, si queremos asegurarnos de viajar solos deberíamos adquirir dos tiques) cuesta alrededor de 60 euros y 30 en sleeper, las literas en segunda.
La cabina de primera es, como puede esperarse, muy cómoda, aunque algo estrecha a la hora de instalarse con dos maletas o mochilas, y dispone de un lavabo, mesa para cenar o desayunar y dos camas con ropa incluida. Cada vagón tiene dos baños y un par de duchas. La opción en segunda clase es muy recomendable para mochileros y viajeros poco tiquismiquis. Las literas no se encuentran en un compartimento claustrofóbico cerrado, sino que se distribuyen a ambos lados del pasillo y se cubren con una amplia cortina. Eso sí, es imprescindible llevar un jersey o similar, pues el aire acondicionado, como en casi todos los transportes públicos de Tailandia, suele bajar la temperatura casi a niveles antárticos.

La ventaja del tren nocturno, que sale en horarios desde media tarde hasta la noche, es la rapidez en llegar a Chiang Mai, pero apenas disfrutaremos algo del bellísimo verdor del paisaje en las pocas horas desde que empiece a clarear hasta la llegada a la bonita ciudad norteña. Y es más gratificante hacerlo durante el (mediocre) desayuno de fruta o zumo, huevos, tostada y café instantáneo del vagón restaurante, con sus grandes ventanales, que ante una triste bandeja agazapados en el compartimento. La cena a bordo tampoco es para tirar cohetes: son platillos sencillos de arroz o noodles con algo de pollo, carne, cerdo o gambas. Así que una buena idea es aprovisionarse de víveres en uno de los muchos puestos de deliciosa comida local (también hay hamburguesas) antes de partir desde la estación de Krung Thep Aphiwat de Bangkok; hay hasta una insólita máquina dispensadora de los tan ubicuos establecimientos 7 Eleven del país.
Desde enero de 2023, esta nueva megaestación en el extremo norte de la capital ha sustituido como punto de partida de los trenes de larga distancia a la legendaria Hua Lanphong, mucho más céntrica y junto al fascinante Chinatown de la ciudad. Krung Thep Aphiwat (Prosperidad de Bangkok), como la bautizó el rey Maha Vajiralongkorn, más parece un modernísimo aeropuerto que una estación ferroviaria. En el vestíbulo llama la atención un altar adornado con flores y pináculos plateados sobre un fondo morado y presidido por un retrato de la reina Suthida, cuarta esposa del monarca actual. La estación cuenta también con un patio de comidas tradicional, donde igualmente es buena idea cenar antes del viaje. Para llegar desde el centro de Bangkok a la estación, si se quiere evitar el frecuente y horroroso atasco, lo mejor es ir en la línea azul de Metro Express hasta la parada Bang Sue Grand Station.
Las etapas de un viaje lento
Mucho más interesante, si se tiene tiempo, es hacer el trayecto en varias etapas que permitan conocer lugares impresionantes.
El primer tramo sería el corto viaje de hora y media —hay muchos servicios diarios— desde la estación de Hua Lamphong hasta la antigua capital del reino de Siam, Ayutthaya, con su fabuloso recinto arqueológico patrimonio mundial de la Unesco en una isla formada por la canalización de los ríos Chaophraya, Lopburi y Pasak, y que atesora una docena de wats (templos con sus chedis o estupas budistas) y restos de palacios reales de entre los siglos XIV y XVIII, algunos en muy buen estado. Es factible llegar a Ayutthaya pronto por la mañana, visitar el parque histórico y continuar viaje hacia la siguiente parada, pero es más placentero pernoctar en esta agradable ciudad y saltar de buena mañana en un tren de algo menos de una hora de viaje hasta Lopburi.

Con unos 30.000 habitantes, Lopburi es una de las ciudades más antiguas de Tailandia y conserva importantes restos arqueológicos de la época de dominación jemer desde la vecina Camboya. El más visitado hoy es el Prang Sam Yot, o Templo de las Tres Torres consagradas a Shiva, Brahma y Vishnu, ya que los jemeres eran hinduistas. Aparte de su preciosidad e importancia angkoriana, el templo es famoso por la extensa manada de macacos que se han habituado a que los turistas les alimenten. Es habitual que se salten cariñosamente a los hombros y hasta la cabeza de los visitantes, pero siempre hay que tener un poco de cuidado con los mordiscos y nunca enfadarles. El Templo Kala, en el que se venera una imagen de Buda y otra del dios hindú del Tiempo y de la Muerte, demuestra la supervivencia de la religión brahmánica en Tailandia, y también es un favorito de los monos de Lopburi. Los wats Si Rattana Mahathat y Nakhon Kosa son otros hitos en la visita; ambos datan del siglo XII y son de estilo jemer, aunque el primero incorpora varios chedis del período Ayutthaya.

Lopburi es una de las pocas ciudades de Tailandia que no ofrece mucha diversión una vez visitados sus monumentos —todos muy próximos entre sí—, por lo que aquí es recomendable no hacer noche y embarcarse en el primer tren hacia el próximo destino: Phitsanulok, una ciudad situada en plena llanura central del país a orillas del río Nan y donde es muy divertido acudir a cenar a su mercado nocturno y elegir entre la gran variedad de especialidades: pad thais, sopas de fideos, platos de arroz con carne o verduras o cucuruchos de insectos fritos. El motivo para detenerse en Phitsanulok es su proximidad con otra de las joyas culturales de Tailandia: el parque arqueológico de Sukhothai, apenas a una hora en autobús.

Sukhothai fue la primera capital del reino de Siam durante los siglos XIII y XIV y centro de una prodigiosa civilización que nos legó unos magníficos monumentos cuyas ruinas pueden visitarse a 12 kilómetros de la actual ciudad del mismo nombre. Dado que los templos, estanques sagrados y estatuas están diseminados en un área de 45 kilómetros cuadrados, lo mejor para visitarlo es contratar un taxi en la ciudad o, mejor aún, alquilar un scooter. Sukhothai es, quizá, la visita más importante del viaje y, para muchos, de mayor relevancia cultural e histórica que Ayutthaya. Y paisajística, añadiría yo, ya que se encuentra en un precioso paraje. La visita llevará toda una jornada, por lo que esa noche hay que quedarse en la ciudad moderna, que ofrece un buen número de alojamientos de casi todos los precios. Una atractiva opción es la guest house Orchid Hibiscus, propiedad del italiano Paolo y su esposa tailandesa, con un buen jardín, piscina y restaurante junto a las ruinas.

La etapa final ya nos lleva desde Phitsanulok a Chiang Mai en unas seis horas en las que disfrutar desde la ventanilla del tren de las fantásticas vistas sobre los bosques que acompañan el camino. Y una opción más para combinar este recorrido arqueológico con una maravilla natural: detenerse un par de días en la estación de Khun Tan para dirigirse al parque nacional Doi Khun Tan, a solo una hora de la capital del norte del país.

Una vez en Chiang Mai, además de empaparse de su amplia oferta cultural, lo suyo es disfrutar de la que muchos expertos consideran la mejor gastronomía de Tailandia, aunque eso es mucho decir.
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