Qué hacer 24 horas en el barrio limeño de Miraflores
En esta zona de Lima que inspiró a Vargas Llosa esperan parques, algunos de los mejores restaurantes de cocina peruana, los restos arqueológicos precolombinos más importantes de la ciudad o centros comerciales con abrumadoras vistas al Pacífico

“Fue en el verano del 50, el verano más memorable de mi vida, el verano de los amores del Barrio Alegre de Miraflores”, recuerda Ricardo Somocurcio, protagonista de Travesuras de la niña mala (2006), una de las novelas de Mario Vargas Llosa. El premio Nobel, fallecido el pasado 13 de abril, vivió en las calles de este barrio de Lima en las décadas de los cuarenta y cincuenta del pasado siglo, y aquí situó algunos escenarios de sus obras más conocidas, como La ciudad y los perros (1963) o Conversación en La Catedral (1969).
El barrio de Miraflores de la capital de Perú, situado a 90 metros sobre el nivel del Pacífico, al que se asoma desde varios miradores sobre el acantilado, es una de las zonas con reputación de “zona segura” en Lima, junto con sus distritos vecinos y bastante elitistas de Barranco, al oeste, y San Isidro por el norte. En Miraflores, “donde se puede caminar por casi todos sus rincones incluso a altas horas de la noche”, como repiten invariablemente sus vecinos, se encuentran algunos de los mejores restaurantes que sirven la cocina peruana de fusión que en los últimos años ha pasado a considerarse entre las más innovadoras del planeta, varios hoteles lujosos, los restos arqueológicos precolombinos más importantes de la ciudad, galerías de arte, centros comerciales con abrumadoras vistas al océano y un buen número de locales nocturnos donde la bebida estrella son los cócteles con aguardientes nacionales como ingrediente principal.
El pueblo español San Miguel de Miraflores se fundó en el siglo XVI y tomó su nombre de la cartuja situada en Burgos. Siglos después, las calles del barrio actual también aparecerían como escenario de las andanzas de los personajes de los cuentos del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro.
Para las distancias cortas se puede visitar el barrio a pie y en caso contrario, los taxis y ubers son una opción muy barata.

9.00 Desayuno con ‘sanguches’
Frente al parque 7 de junio, en el corazón de Miraflores, lo ideal es empezar la mañana con un desayuno local a base de zumos de frutas o de chicha morada elaborada a partir del maíz de ese color, sanguches —los sándwiches peruanos— y un buen café de la tierra. La Sanguchería Criolla (1) es una popular cadena con precios algo más bajos que los sofisticados cafés del vecindario. Su local en el número 308 de la calle Diagonal tiene una terraza de mesas altas con vistas al parque.
11.00 En el santuario de la cultura

La Huaca Pucllana (2), un santuario piramidal de adobe muy bien restaurado, es el principal resto arqueológico de la ciudad y pertenece a una cultura preincaica, la Lima, que antecede en mil años a los constructores de Machu Picchu. Erigida en el siglo V, la interesantísima visita guiada a este lugar sagrado trepa a más de 500 metros de altura por siete plataformas hasta llegar a la cima, donde en 2010 se encontraron varias momias de una civilización algo posterior (la Wari). La estructura está rodeada de una gran explanada que conserva algunos pozos ceremoniales donde se oficiaban ofrendas de fauna marina a los dioses. En la base del monumento hay un pequeño museo con restos hallados en el lugar y, junto a la entrada, el restaurante Huaca Pucllana es fantástico para refrescarse después de la visita o para tomar algo por la noche y ver la gran pirámide iluminada.
13.00 El parque de los gatos
Miraflores es el pulmón de Lima, ya que ningún otro distrito cuenta con una mayor extensión de zonas verdes. Un paseo por el parque 7 de junio lleva en su extremo sur al adyacente parque de John F Kennedy (3), que casi todos los limeños llaman “de los gatos”, por la gran colonia de felinos que se ha mudado aquí, donde unos voluntarios cuidan por su salud y alimentación. Interactuar con estos gatos, que ya casi son domésticos, en un entorno fresco y tan agradable, se ha convertido en un relajante hobby para los miraflorinos y para muchos turistas que los imitan.
En la avenida José Larco que bordea el parque, en la esquina con la calle Esperanza, la Casa García Alvarado (4) es un fino ejemplo de la llamada arquitectura republicana. Puede visitarse su interior para hacerse una idea del estilo de una familia de la aristocracia capitalina de principios del siglo pasado.
14.00 El mejor ceviche
Este distrito privilegiado de Lima concentra algunos de los mejores restaurantes de cocina peruana y de fusión del país. Para tomar un buen ceviche está La Mar (5), un local del reconocido chef Gastón Acurio, una cevichería de alto nivel, aunque su decoración pudiera sugerir un restaurante popular. Hay que probar el ceviche clásico, de bonito; el mixto, también con marisco; o el afrodisíaco, de erizos de mar. La carta incluye para un segundo plato una buena variedad de pescados, pulpo, arroces y pasta salteados. Otro restaurante sublime, en el límite de Miraflores y San Isidro, es Cosme (6). Ofrece unas buenísimas mollejas emparrilladas y también varios platos de carne y pescado. En ambos locales se recomienda regar la comida con un pelotazo de pisco sour, un cóctel de moda no solo en Perú, por su frescura y suavidad.
16.00 Costa Verde y un poco de memoria
El malecón Costa Verde (7), que bordea todo el barrio de Miraflores, consta de 10 kilómetros —llega hasta Barranco— recorridos por un paseo marítimo con accesos a las playas (las mejores para un chapuzón entre las olas del Pacífico son las que se encuentran más próximas al aristocrático Club de Regatas). Los adictos a la adrenalina pueden experimentar un vuelo en parapente sobre esta zona de la costa limeña; la escuela Fly Adventure programa vuelos de unos 10 minutos en tándem y también cursos y circuitos en otras áreas de Lima.

En el malecón también merece la pena entrar en el Museo Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (8), que mediante sus exposiciones permanente y temporal recuerda las décadas del terror vividas en el país entre 1980 y 2000 y también es un homenaje a las víctimas del terrorismo de Sendero Luminoso y el Movimiento Tupac Amaru y de los desmanes del Estado en su combate contra estas organizaciones en aquellos años. Inaugurado en 2015, el impactante edificio, integrado en la quebrada que desciende hacia el mar, ha sido premiado en la Bienal de Arquitectura de Buenos Aires y con el Premio Oscar Niemeyer, entre otros galardones internacionales.
19.00 Tiempo para unas compras

Larcomar (9), sobre el farallón y con magníficas vistas al Pacífico, es mucho más que un simple centro comercial. Situado en el extremo sur de la avenida Larco, arteria fundamental de Miraflores (se puede llegar caminando por esta calle o en los muchos autobuses que la recorren), cuenta con más de 150 tiendas y restaurantes, algunos tan apetecibles como Tanta, con una barra ideal para un típico piqueo nacional (un tentempié a medio camino entre una tapa y una ración), con una cerveza o un cóctel, o en la terraza sobre el océano. Larcomar es un lugar muy agradable para un paseo a media tarde o para una merienda en alguna de sus sofisticadas cafeterías. Y, por supuesto, también para las compras. En locales como Camu Camu se puede adquirir ropa de mujer con tejidos de alpaca o algodón totalmente made in Perú y en Sol Alpaca se encuentran jerséis masculinos y femeninos también de la mejor lana del país.
21.00 Cena y copas… en el sastre
A la hora de la cena y una copa, desde Larcomar un corto viaje en taxi conduce a un bar oculto, tanto que se empieza por la dificultad de encontrar la entrada, camuflada por un rótulo de una tienda de confecciones, y se sigue por el desconcierto de encontrarse en un vestíbulo con toda la decoración (¡y los productos!) de una sastrería de los años cincuenta, hasta que una puerta conduce a una preciosa coctelería de diseño. Visitar Sastrería Martínez (10), uno de los bares recientes más de moda en Lima, es todo una experiencia amenizada por sus cócteles —no hay que perderse los elaborados a base de pisco— maridados con exquisitas raciones de conchas, jamón ibérico, langostinos, pulpo o una buena selección de quesos italianos.
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