Riqueza en matices

Tras el acierto de Las Fincas rosado —la eficaz colaboración entre el genial cocinero Juan Mari Arzak y el curtido bodeguero Julián Chivite—, la bodega navarra, hoy integrada en el Grupo Peralada, lanza un original blanco elaborado con garnachas tinta y blanca procedentes de fincas seleccionadas de Tierra Estella, donde la influencia de los bosques atlánticos y el clima mediterráneo permite que las uvas alcancen una buena maduración, con excelente equilibrio azúcar/ácido. El diseño supone un desafío enológico que César Muñoz, director técnico, resuelve con precisión, combinando las técnicas de un blanc de noirs, la fermentación de una parte en barrica de roble francés, y la extracción a baja presión del mosto, para terminar con una crianza sobre lías de cinco meses.

En última instancia, todo se juega a un adecuado balance entre alcohol, volumen y frescura aromática. Y lo consigue: el vino muestra un paisaje aromático rico en matices de fruta carnosa blanca y frutillos rojos maduros, ligeramente dulzones, refrescados por incisivas notas de corteza de cítricos, y el tenue recuerdo de levaduras. Sabroso, tiene un paso de boca envolvente, vivo y mórbido, que termina con elegante gusto dulce-amargo. Un blanco tan sorprendente como la negra botella que lo cobija.