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Profesores y estudiantes vuelven a manifestarse en Madrid: piden más medios en la educación pública

El apagón impidió que se celebrase antes esta marcha que une a todos los colectivos, desde la enseñanza infantil hasta la Universidad

Manifestacion profesores y estudiantes
Matías Helbig

El pasado 28 de abril, las seis universidades públicas madrileñas llevaron a cabo una huelga que paralizó casi la actividad en la Universidad Complutense, la más afectada por la infrafinanciación. Pero el apagón, que dejó sin luz a toda España, eclipsó la protesta unitaria que iba a proseguir por la tarde con una manifestación junto a otros sectores ―desde la educación infantil―, y que finalmente se ha celebrado este jueves. Centenares de personas han marchado desde el paseo del Prado hasta casi la estación de metro de Antón Martín. La demanda es la misma que hace un mes, e incluso la misma de hace más de una década: liberar a los centros del estrangulamiento financiero que los asfixia. Aunque el seguimiento no ha sido masivo como el 23 de febrero, cuando 25.000 personas se lanzaron a las calles según Delegación del Gobierno.

Cientos de profesores y estudiantes se han reunido al inicio de la calle de Atocha, en el centro de la ciudad. Al frente, con camisetas amarillas, han liderado la manifestación los maestros de educación infantil. Rosa Marín, portavoz de la Plataforma Laboral Escuelas Infantiles, resalta la importancia de la protesta: “Somos el sector más denostado, con salarios por debajo del salario mínimo interprofesional”. A su alrededor, sus compañeros avanzan al canto de “Salvamos el futuro por cuatro duros”. Marín añade: “Si ellos salen, nosotros el doble”.

Se refiere a los profesores y estudiantes de las universidades e institutos, que van detrás. Entre ellos marcha Luis Lloredo, de la mano de su hija pequeña, como muchos otros que han salido este jueves por la tarde. Es profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid. Para ilustrar la falta de recursos en los centros de educación superior, cuenta que en su despacho “en invierno la calefacción vienen y va”.

Pero subraya que el problema es la calidad de la educación: “Este año tengo a 140 estudiantes, ¿Cómo hago para evaluar a todos?“, se pregunta. Según este profesor, la calidad de la enseñanza se sostiene gracias al esfuerzo del personal, pero a un precio altísimo: “Hay unos niveles de ansiedad enorme”, cuenta.

Si bien el pasado diciembre los rectores consiguieron incrementar el presupuesto previsto de 0,9% a 4,2%, los recursos que obtienen en la actualidad son los mismos que en 2009, y esto sin contar la inflación. El modelo de financiación ha tardado 15 años en volver a esos números. Así lo subrayó la rectora en funciones de la Universidad Autónoma de Madrid, Amaya Mendikoetxea, durante un acto celebrado junto a los otros cinco responsables el pasado martes.

La inversión que destina la comunidad de Isabel Díaz Ayuso va muy por detrás de la media española. Mientras Madrid asigna 5.900 euros por estudiante de grado —un 0,40% del PIB—, la media en el resto del país es de 7.000 euros —casi un 0,7% del PIB—.

La situación no solo afecta al bolsillo de los estudiantes —que pagan la segunda matrícula más cara del país, solo por detrás de Navarra—, sino que también está modificando significativamente el paisaje universitario. La IE University, que a efectos prácticos ya funciona en la capital, será el decimocuarto centro privado.

La devaluación de las universidades madrileñas ha llevado al rector de la Complutense, Joaquín Goyache, a calificar de “obligación” las protestas que se suceden en sus facultades. Lo hizo en el acto del martes, frente al consejero de Educación, Emilio Viciana. “La infrafinanciación es un problema que lleva demasiado tiempo”, se lamentó el rector. No tengo nada que objetar [a la manifestación], sino todo lo contrario”.

Manifestantes durante la protesta por la educación pública, en Madrid, el 22 de mayo.

Entre los manifestantes han estado presentes políticos de diferentes partidos. Es el caso de la secretaria general y diputada de Podemos, Ione Belarra, quien ha denunciado que “la Comunidad de Madrid se ha convertido en un auténtico laboratorio neoliberal, donde los trabajadores de la educación deben suplir con su compromiso personal las malas condiciones laborales”, según ha recogido Efe.

Los maestros de las etapas de primaria y secundaria también se han hecho eco en el camino hacia la Puerta del Sol, donde ha finalizado la manifestación. Decenas de docentes cantaban entre pancartas con consignas como “No más explotación, queremos solución”, “con esos ratios no estamos ni en el patio” o “la educación es un derecho, no un negocio”.

Andrea Ordóñez, profesora de Historia del instituto Humanes, considera muy importante el hecho de que todas los sectores de la educación hayan vuelto a salir después de que la convocatoria del 28 de abril se pospusiera por el apagón. “De los cero años hasta la educación superior es fundamental que vayamos juntos, somos el mismo sector”, dice. Y explica uno de los mayores problemas que sufre la educación primaria y secundaria: “Según los organismos internacionales tiene que haber por lo menos un orientador por cada 250 alumnos, en Madrid tenemos uno por cada 600 o 700″.

Para Ordóñez, el escenario que vive la educación madrileña está produciendo un “empeoramiento de la salud mental del profesorado, sobre todo desde la carga de trabajo en las horas no lectivas”. Madrid es la única comunidad que conserva las 20 horas lectivas aplicadas como medida de emergencia tras la crisis del 2008, pero el Gobierno regional ha llegado a un acuerdo con los principales sindicatos para bajar las horas a 18 entre 2028 y 2029. La profesora de Historia cree que este acuerdo es un paso atrás: “No solo es insuficiente, sino un retroceso con respecto a las reivindicaciones del cuerpo docente”, explica.

Aunque es época de exámenes, muchos se han envalentonado con la cantidad de gente que ha reunido la convocatoria. Aimara García, estudiante de cuarto año del grado de Sociología en la Complutense es una de ellas. “Es bueno ver que nos hemos readaptado después del apagón”, dice sonriendo. Otros, sin embargo, son menos optimistas. “La verdad es que no tengo mucha esperanza, pero por lo menos venimos”, argumenta la jubilada María Pilar Roa Sánchez, exprofesora de Griego en un instituto.

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