Los fondos que invierten en oro brillan como nunca
Los productos ligados a este metal precioso lideran las subidas en la industria de la inversión colectiva

El escaparate de los fondos de inversión en 2025 llama, en muchos casos, la atención. Según los datos de la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva (Inverco), en el terreno de los fondos nacionales, los de renta variable española han acumulado una rentabilidad media del 31,66% en los nueve primeros meses del año. Las opciones más conservadoras han generado rendimientos promedio por debajo del 2%, un nivel que no logra compensar la inflación actual.
En el ámbito internacional, el ranking elaborado por Morningstar revela que los fondos vinculados al oro y a otros metales preciosos han protagonizado en estos meses subidas que en muchos casos superan el 100%, impulsados por la búsqueda global de refugios ante las incertidumbres políticas y económicas. También han destacado los fondos centrados en defensa en Europa, así como aquellos enfocados en acciones asiáticas, especialmente en China y Corea, con revalorizaciones superiores al 50%. En el lado opuesto, la exposición a Rusia y mercados emergentes de Europa del Este ha provocado pérdidas que en muchos casos superan el 50%.
La tentación de subirse al tren en marcha es comprensible. También lo es el vértigo. Son muchos los mercados de valores y los metales preciosos en máximos y eso despierta tanto entusiasmo como temor. ¿Se trata de oportunidades que aún tienen recorrido? ¿Es hora de recoger beneficios y mirar hacia otros horizontes? La mayoría de los analistas consultados coincide en que aún hay factores que respaldan a los activos de riesgo, pero también piden prudencia.
“Los activos de riesgo se están moviendo en terrenos más estrechos”, advierte Thomas Hempell, responsable de análisis macroeconómico y de mercados de Generali AM. A su juicio, la fortaleza de la economía global, unida a la retirada paulatina de algunos riesgos extremos, sigue brindando cierto apoyo a la renta variable. Pero también advierte: los diferenciales de crédito en euros están cerca de sus mínimos posteriores a la crisis financiera global, y las Bolsas estadounidenses marcan máximos históricos. Es decir, parte del optimismo ya estaría incorporado en los precios.
Desde Deutsche Bank, su director de inversión global, Christian Nolting, también se muestra constructivo, aunque con matices en su carta del último informe sobre perspectivas de la entidad. “Las perspectivas de beneficios son positivas, y eso sostiene nuestra visión favorable de los mercados de renta variable en ambos lados del Atlántico”, señala. Anticipa, al mismo tiempo, “retrocesos temporales”, en parte por el riesgo de decepciones tras un periodo de elevadas expectativas.
La idea de que los mercados suben “escalando un muro de preocupación” la comparte también Mario Montagnani, estratega de Vontobel. “Las previsiones empresariales son optimistas, y los estímulos fiscales y los recortes de tipos previstos en 2026 pueden dar nuevo impulso a los beneficios”, resume.
“Es natural que las Bolsas experimenten altibajos, pero la historia demuestra que mantenerse invertido a largo plazo suele recompensar al inversor”, recuerda Pablo Bernal, responsable de Vanguard para España. A su juicio, tratar de anticipar el mercado “es casi imposible” y suele conducir a rentabilidades inferiores ya que los mejores y peores días suelen ocurrir muy cerca unos de otros.
Un análisis histórico reciente elaborado por Duncan Lamont, director de investigación estratégica de Schroders, refuerza esa tesis: en los últimos 100 años, los mejores rendimientos bursátiles se han producido muchas veces tras alcanzar máximos históricos. De hecho, desde 1926, el mercado ha estado en máximos el 31% del tiempo. “Y las rentabilidades medias a 12 meses tras esos picos han sido mejores que cuando el mercado no estaba en máximos”, apunta Lamont.
Desde Magallanes Value, Iván Martín introduce un matiz esencial a lo anterior: “una valoración alta no equivale por sí sola a una burbuja, como una valoración baja tampoco garantiza una ganga”. A su juicio, la aritmética del largo plazo es tozuda: cuando se paga por encima del valor, lo razonable es esperar rentabilidades discretas; cuando se compra con descuento, las probabilidades se inclinan hacia retornos superiores. En este sentido, Martín subraya que Europa -todavía infrarrepresentada en los índices globales y con valoraciones más atractivas que EE UU- podría ofrecer más oportunidades de diversificación.
El oro y Asia brillan
Otro de los grandes protagonistas del año es el oro. El precio al contado del oro ha superado esta semana el famoso umbral de los 4.000 dólares por onza troy y sigue batiendo nuevos récords cada día. Solo este año, el oro ya ha alcanzado 52 nuevos máximos históricos. El rendimiento acumulado en lo que va de año se acerca al 54%, lo que ya supone la mayor rentabilidad anual desde 1979. Además del componente monetario, el oro se ha beneficiado de una demanda histórica por parte de bancos centrales, en particular de China e India, como estrategia de diversificación y desdolarización.
“Aunque estas cifras ya han batido récords, no vemos un gran riesgo a la baja”, explica Regina Hammerschmid, gestora de carteras de materias primas en Vontobel. En su opinión, todos los factores estructurales (debilitamiento del dólar, preocupaciones por la deuda estadounidense y el cierre del Gobierno, independencia de la Fed, elevados riesgos geopolíticos) y cíclicos (debilitamiento del mercado laboral estadounidense, recortes de tipos de la Fed, preocupaciones por el crecimiento impulsadas por los aranceles) empujan al alza el oro.
Para Claudio Wewel, estratega de divisas en J. Safra Sarasin Sustainable AM, la dinámica actual aún tiene recorrido, especialmente si se produce una salida de flujos desde el mercado de criptomonedas, con una capitalización bursátil de alrededor de 4 billones de dólares, hacia activos tradicionales como el oro. “Por ahora, la mejor alternativa al dólar es el oro y no otra divisa”, apunta también Ebury, fintech especializada en divisas.
Otro de los fenómenos inversores del año está ocurriendo en Asia, especialmente en Corea del Sur y China, donde varios fondos de renta variable han duplicado su valor. Las expectativas de crecimiento económico y el auge de tecnologías como la inteligencia artificial y los semiconductores parecen explicar, según los técnicos, buena parte del tirón, aunque advierten que la volatilidad en esta región sigue siendo elevada.
En este sentido, desde Aberdeen, su director de inversiones, Peter Branner, y Paul Diggle, su economista jefe, prevén que la renta variable china y la de los mercados emergentes en general sigan registrando un buen comportamiento. “Las valoraciones de la renta variable de estos mercados siguen siendo más atractivas que las de los desarrollados, y la debilidad del dólar debería respaldar los beneficios de estos mercados”, aseguran.
En general, no solo sobre los mercados asiáticos, los metales preciosos, las bolsas europeas (especialmente la española) sino, sobre cualquier activo financiero, los expertos precisan que, ahora más que nunca, en máximos en muchos terrenos, conviene ser consciente de que las rentabilidades pasadas nunca garantizan el comportamiento futuro.
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