El difícil encaje en las empresas de las mentes más brillantes: “Los superdotados ni somos superhéroes, ni somos los más listos de la oficina”
Las personas con un alto cociente intelectual son un valor exponencial para las compañías, que no siempre les dan visibilidad o el espacio que necesitan para desarrollar sus capacidades

Poseen un cerebro prodigioso. Su agudeza mental les lleva a comprender y solucionar un problema antes incluso de finalizar su exposición. Una inteligencia superior avala su trabajo. Pero alcanzar la cima son palabras mayores. Tienen claro que sin esfuerzo diario, formación continua, constancia y mucha disciplina, es imposible el éxito. La genialidad también tiene sus sombras: exigencia desmedida, visión poco convencional y una intensa y veloz forma de trabajar que pueden conducir a un superdotado a convertirse en un talento incómodo dentro de los equipos. Dar visibilidad y entender cómo funcionan estos otros cerebros es la asignatura pendiente en la mayoría de las compañías.
“Una persona con alta capacidad supone un valor exponencial para toda organización. Su memoria vertiginosa la capacita para analizar una cantidad enorme de información. Es gente orientada a resultados, inspiradora y motivacional por su altísima curiosidad intelectual y ganas de autodesarrollarse”, señala el profesor de Esade, Norbert Monfort, experto en altos potenciales. Y añade: “Un superdotado sabe sacar un rendimiento brutal a equipos diversos y colaborativos, donde se maneja muy bien, especialmente si le corresponde crearlos”.
Así trabaja el cerebro de Paula Domínguez, responsable de campañas de publicidad de BBVA, compañía pionera en dar foco a este colectivo. Con una extrema facilidad para leer superrápido, sintetizar ideas o relacionar conceptos dispares en segundos, logra diseñar proyectos que funcionan en el mercado. Su coeficiente intelectual, CI, es de 145 (90-109 valor promedio), pero Domínguez aprovecha para desmitificar el concepto de superdotado: “Ni somos superhéroes, ni los más listos de la oficina”. Y alude al hecho de que sus cerebros “son los grandes desconocidos a nivel corporativo”. Por eso Monfort urge a las compañías a mejorar su gestión, abordar con rigor la neurodivergencia y aumentar su visibilidad, “para que compañeros y jefes comprendan la manera en la que este talento aprende, siente y trabaja”. La alta capacidad “necesita continuo retorno y sentirse apoyada. Un superior no siempre lo tiene en cuenta, dado su potencial e independencia”. El docente aconseja a las organizaciones permitirles mayor autonomía “donde sentirse más libres. Este talento superexigente consigo mismo y con una capacidad impresionante, nunca te va a fallar, pero necesita espacio”.
“Me cuesta un mundo dejar algo bien hecho cuando podría estar perfecto y me genera malestar bajar el nivel”, declara Domínguez. “Me pone muy nerviosa que en las reuniones se dé tantas vueltas a las cosas. Se pierde mucho tiempo. También leer infinidad de correos con largos párrafos que no aportan nada”, admite. Monfort avisa del reverso de la moneda. “A estas personas, hiperresolutivas, les cuesta pedir ayuda y parar la actividad, lo que puede llegar a derivar en un problema de salud mental”. La trabajadora del BBVA lo reconoce: “Jamás desconecto”. En su mesilla de noche nunca falta un cuaderno en el que apunta “las ideas que me asaltan de madrugada”. Y asegura que tanto su agenda profesional como las notas personales son sus aliados para dormir a pierna suelta. Una técnica, “la de liberar la mente antes de dormir”, que no se cansa de repetir Ramón Campayo, quien califica de “error y poco sano” la extendida creencia de que tratar de recordar todo fortalece la memoria. “Una agenda rompe la tendencia de recordar preocupaciones durante el sueño”, afirma.
Campayo, con un CI de 194, es campeón y plusmarquista mundial de memoria rápida. Su palmarés suma 10 títulos consecutivos internacionales y ha batido más de 100 récords. Entre ellos memorizar más de 23.000 palabras por orden. Una colosal retentiva con la que estudió, en una semana, la oposición a la Guardia Civil o memorizó la Constitución Española en ocho minutos. “Me fascina la mente. Empecé a entrenarla para saber qué podía lograr y dónde estarían los límites”, dice. Un entrenamiento con el que aprobó la oposición a policía local y la de bombero. Y con el que ha desarrollado su propio método. “Enseño en empresas y a particulares a estudiar, leer y memorizar con rapidez. En la era de los datos, la memoria es una herramienta estratégica para impulsar la productividad”. Y da algunas pistas para adquirir técnica. “Practica la escucha activa al oír una canción o ver una película. Presta atención a la letra o diálogos y a los detalles. Luego trata de repetirla o recomponerla”.
Un genio de la memoria
Aunque el genio de la memoria insiste en que “no hay resultados sin trabajo y perseverancia”. Algo que tiene muy claro la ingeniera de minas María Jesús Puerta Angulo. Su mente prodigiosa la ha llevado a ser la única ganadora internacional del prestigioso concurso Lunar Recycle, que convoca la NASA. Un reto que busca soluciones innovadoras para la gestión de residuos en futuras misiones a la Luna. Ella ideó, en soledad desde su casa de Tarragona, el proyecto Esperanza, con el que ha ganado a 1.196 contrincantes de 80 países. De los seis ganadores, cinco son estadounidenses y recibirán por las dos fases de sus proyectos tres millones de dólares. La agencia espacial la ha invitado a fabricar ahora un prototipo, pero sin financiación, por no ser americana. Y no se amilana: “Buscaré patrocinadores. Quiero un socio español”, señala. Y se confiesa “agradecida e incluso sobrepasada por el hecho de que 200 jueces hayan reconocido mi trabajo”.
A sus 56 años, Puerta sostiene que “la inteligencia acompaña, pero el éxito se consigue con el trabajo diario y levantándote cuando caes”. Algo de lo que sabe. Mientras trabajaba en la primera fase del proyecto, lidiaba con un tratamiento oncológico. “Resistir y avanzar no se hace sin una meta clara. Y después está creer en ti. Así se superan los momentos de bajón”. Una lección que dedica a sus hijos, su motor. “Quiero ser un referente para ellos. En un mundo que cambia de forma tan veloz, hay que estar al día. Con mi edad estoy en la NASA, algo impensable sin una formación profunda, continua y actualizada”.
‘Chica Cósmica’
Nuria Álvarez Crespo es Una Chica Cósmica en redes sociales. Entre Instagram y Tik Tok suma 66.000 seguidores. Es investigadora en astrofísica de altas energías, profesora universitaria en U-TAD y comunicadora científica. Aún no se cree el calado de sus publicaciones, algo que hace con claridad y lo achaca a que “la ciencia genera mucho interés porque es el origen de la vida”. Pero su don para divulgar y hacer entender desde su lógica preclara qué es la fusión o fisión nuclear, una supernova o los estallidos de rayos gamma, logran que no puedas dejar de seguirla. “La astrofísica no es de listos. Requiere trabajo y muchas horas de soledad”, subraya.
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