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Luca de Meo: un timonel para empresas en apuros que trabaja 65 horas a la semana y no le gusta que le hagan perder el tiempo

Tras 30 años en el mundo del motor, el directivo abandona Renault después de haber reflotado el grupo y se va al sector del lujo para sacar de la crisis a Kering, dueño de Gucci

Luca de Meo, en el Circuito de Cataluña, en junio de 2024.

Cuando Luca de Meo (Milán, 58 años) cogió el mando de Renault en julio de 2020, el grupo francés atravesaba su peor crisis en un momento convulso para todo el sector. Antes de la primera reunión con la cúpula, envió el siguiente mensaje: “No más de 12 personas en las reuniones, no más de 10 slides [páginas] en las presentaciones, respondo por WhatsApp, trabajo 65 horas y seis días por semana. Soy accesible y sonriente, pero no me hagas perder el tiempo. ¡No caigas en la trampa, bromear es mi manera de decir las cosas!”.

Su aterrizaje en la empresa la relatan dos profesores de Harvard en el caso de estudio que la prestigiosa universidad le dedicó al “método Meo”. De aquel mensaje han pasado cinco años y, en ese tiempo, el directivo ha logrado reflotar el grupo, que acumulaba pérdidas de 8.000 millones. De Meo presentó la semana pasada su dimisión como consejero delegado para tratar de rescatar otra empresa francesa: Kering, dueña de Gucci, y la que peor capea la crisis del sector del lujo.

Hay directivos expertos en navegar en las aguas más agitadas y Luca de Meo es uno de ellos. De su alta cotización como timonel dejó constancia el lunes de la semana pasada la Bolsa de París cuando se supo el cambio. La acción de Renault se desplomó un 8,5%, la mayor caída del índice CAC 40. La de Kering se apuntó la mayor subida, un 12%. El mercado no esperó apenas a que el grupo oficializase el fichaje del italiano. Renault había anunciado su dimisión un día antes.

La industria del automóvil pierde a uno de sus mayores referentes en un giro de guion que se ha visto poco en las cotizadas francesas. El directivo, que deja el sector tras 30 años, cuenta en su libro Diccionario del amante de los coches cómo empezó su pasión por las cuatro ruedas. “Fue el mejor regalo de Navidad, el que cambió mi vida y el que me hizo dedicarme a esto: fue a finales de diciembre de 1973 en Abiyán (Costa de Marfil), donde mi familia estaba instalada. Tenía siete años. Mi padre me propuso dar una vuelta en un Lancia Fulvia, pilotado por el gran Arnaldo Cavallari. Me faltaba la respiración de la emoción”.

A partir de ahí, tras licenciarse en Administración de Empresas en Milán, vino todo lo demás: su carrera empezó precisamente en Renault, en 1992, y siguió en países como España, Francia o Alemania, en los que trabajó para Toyota, Volkswagen, Audi o Fiat, donde relanzó el Fiat 500. Fue presidente de Seat entre 2015 y 2020, donde devolvió al grupo a beneficios, antes de volver a Renault. Llegó en plena crisis, tras el terremoto que supuso la detención en 2018 de Carlos Ghosn, entonces presidente de Nissan y Renault.

Su aterrizaje fue una revolución: un extranjero al volante de una de las empresas francesas más emblemáticas. Empezó por lo más sencillo: “En la época de Ghosn la gente se levantaba cuando entraba por la puerta. Él sorprendió al dirigirse a la gente de tú en lugar de usted, instauró un ambiente menos jerárquico y favoreció un diálogo más abierto”, explica uno de sus excolaboradores en el caso de Harvard.

Cuando aterrizó, el grupo francés tenía pérdidas de 8.000 millones de euros y la moral estaba por los suelos, pero él lanzó “la Renaulution”, un plan para salir de la crisis, que pasaba por fabricar nuevos modelos más atractivos y apostar por el coche eléctrico. Al apelar a la revolución dio con la tecla: “Llamar a los franceses a hacer la revolución es casi una provocación, pero muy inteligente porque él está diciendo ‘no me cortéis la cabeza, ayudadme a hacer la revolución”, ilustra el exdirector de Recursos Humanos François Roger.

En el documental Anatomía de un retorno, sobre la resurrección de la empresa y en el que Luca de Meo tiene un rol central, él mismo dice: “Estoy aquí para hacer la revolución, donde me muevo bien es en el cambio”. La prensa francesa habla hoy de “la anatomía de una retirada”, pues se va cuando los frutos de su gestión empiezan a verse. En 2024, Renault aumentó su cifra de negocio un 7,4%, hasta los 56.200 millones, y registró un margen operativo histórico de 4.300 millones.

“Hay que relativizar el legado, pues Renault es una empresa centenaria y él solo ha estado cinco años. Ha habido mucho de golpe de marketing”, analiza Bernard Jullien, experto en la industria automovilística de la Universidad de Burdeos. “Llegó durante la covid y luego hubo la crisis de los semiconductores, así que la demanda era mayor que la oferta y, por la pandemia, parte de los salarios los asumió el Estado. La adversidad, aunque suene paradójico, le ha ayudado a equilibrar los números”, añade.

Su marcha ha sido un golpe dentro de la compañía, donde los sindicatos advierten que “se va el arquitecto de la revolución en plena revolución”, dice Thomas Ouvrard, delegado de la CGT. Sobre ello, Jullien recuerda que el directivo “ha pasado por muchas empresas, ha tenido muchas religiones. Es fuerte en marketing, es un seductor, pero ahora es como ese que logra seducir a una mujer y luego no sabe qué hacer con ella”.

Un nuevo desafío

Políglota (habla cinco idiomas), tiene las tres mayores distinciones que otorgan, y no a cualquiera, tres países: la Orden al Mérito de la República Italiana, la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica de España y es Caballero de Honor de la Legión francesa. Deja oficialmente el puesto el 15 de julio. Hace dos semanas presentó a la cúpula de Renault Futurama, su segunda Renaulution para los próximos años, que pilotará otro. “Llega un momento en el que uno sabe que el trabajo está hecho”, justificó en un comunicado. En una carta interna a los empleados, dijo: “Quería embarcarme en un nuevo desafío de transformación, en un sector completamente diferente, que exigirá aprender y crecer”.

El desafío se llama Kering, tercer líder mundial del lujo. Es la empresa francesa que peor capea la crisis del sector, tocado por la caída de la demanda china y la incertidumbre en EE UU. En lo que va de año ha perdido ya el 18% de su valor y sus ventas acumulan caídas cada trimestre, arrastrado por su marca más emblemática, la italiana Gucci.

Su presidente, François-Henri Pinault, llevaba tiempo buscando un timonel para enderezar el rumbo y va a repartir el poder que hasta ahora aglutinaba: se queda como presidente y Luca de Meo con la dirección general. Es la primera vez que confía parte de la gestión a alguien ajeno a la familia Pinault. “Necesitamos a alguien con nueva visión y perspectiva”, dijo en una conferencia con analistas tras el nombramiento. De Meo tomará el mando en septiembre. Es un apasionado de los coches, pero también coleccionista de relojes. En realidad, no aterriza en un terreno desconocido, sino en el que mejor se mueve, en medio de una crisis donde poder hacer otra revolución.

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