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Tecnología
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Liderar en un mundo plagado de algoritmos

Este cambio de paradigma exige una revisión profunda del perfil del directivo formado en las escuelas de negocio

La primera competencia de los directivos es comprender cómo se diseñan y funcionan los sistemas de IA.

Durante años, la inteligencia artificial (IA) ha sido percibida principalmente como una herramienta de negocio. Un recurso más dentro del arsenal tecnológico de las organizaciones, capaz de optimizar procesos, reducir costes o personalizar la experiencia del cliente. Hoy esta visión es insuficiente. La IA se ha convertido en una competencia fundamental que los líderes empresariales del futuro necesitan comprender para gestionar un mundo cada vez más algoritmizado.

Este cambio de paradigma exige una revisión profunda del perfil del directivo formado en escuelas de negocio. El MBA tradicional, centrado en las disciplinas clásicas de la gestión, debe evolucionar hacia un modelo formativo que incorpore el pensamiento computacional, la ética algorítmica, la colaboración interdisciplinar y, sobre todo, una comprensión crítica del impacto de la IA en las organizaciones y en la sociedad.

No se trata de convertir a los MBA en ingenieros. Tampoco de sensibilizarlos en cuestiones éticas. Se trata de formar líderes que entiendan cómo funciona la IA, cómo se aplica con sentido estratégico, cómo se gobierna de manera responsable y cómo se integra en culturas organizativas que prioricen el desarrollo humano. Para ello, proponemos un marco de competencias en torno a cuatro grandes dimensiones que todo líder empresarial del siglo XXI debería desarrollar.

1. Comprender los sistemas inteligentes

La primera competencia clave consiste en comprender cómo se diseñan y funcionan los sistemas de IA. No es necesario que los líderes empresariales sepan programar, pero sí que puedan mantener un diálogo informado con expertos técnicos, interpretar con criterio los fundamentos de los modelos y anticipar los riesgos asociados a su uso.

Esta alfabetización algorítmica implica conocer los principios del aprendizaje automático, el papel de los datos en el entrenamiento de los modelos, la sensibilidad de los resultados a distintas variables, así como las fuentes de sesgo, opacidad o error. Con esta base, los directivos pueden evaluar de forma crítica las soluciones tecnológicas, formular preguntas pertinentes y tomar decisiones más sólidas.

Según un informe de MIT Sloan Management Review y BCG, las empresas líderes en IA son aquellas en las que la dirección no solo promueve la adopción tecnológica, sino que también comprende los requisitos y limitaciones técnicas subyacentes. En otras palabras, aquellas organizaciones en las que el liderazgo “habla” el lenguaje de la inteligencia artificial sin necesidad de escribirlo.

En un entorno donde las decisiones empresariales se apoyan cada vez más en modelos predictivos, ignorar cómo se construyen y evalúan dichos modelos equivale a perder soberanía decisional. Comprender su lógica interna no es una opción técnica, sino una necesidad estratégica.

2. Aplicación estratégica de la IA

La segunda competencia es la capacidad de traducir el potencial tecnológico en valor real. Aquí el foco no está en el algoritmo, sino en su aplicación efectiva. Los líderes deben identificar casos de uso relevantes, evaluar su impacto y diseñar estrategias que maximicen los beneficios organizativos. Estos casos pueden encontrarse en cualquier función empresarial: en recursos humanos, utilizando IA para mejorar la atracción y retención del talento; en marketing, para predecir el comportamiento del cliente y optimizar campañas en tiempo real; en operaciones, para anticipar la demanda, optimizar la logística o realizar mantenimiento predictivo; o en finanzas, para detectar fraudes y mejorar la planificación.

La IA puede transformar la cadena de valor en múltiples dimensiones: desde la automatización de tareas repetitivas hasta la generación de nuevos modelos de negocio basados en datos. Pero para que esa transformación sea real, los líderes deben entender no solo lo que la IA puede hacer, sino también cuándo y cómo debe hacerse. Según un informe publicado en octubre de 2024, aunque el 74% de las empresas han implementado programas de IA, solo el 26% ha desarrollado las capacidades necesarias para ir más allá de las pruebas de concepto y generar valor tangible. Esto evidencia que no todo lo que es técnicamente posible es deseable o viable desde el punto de vista estratégico. Esto es especialmente importante en un contexto de inflación tecnológica, donde abundan las soluciones sin problema claro que resolver. Liderar con IA implica priorizar, cuestionar, experimentar y aprender.

3. Ética y gobernanza

La tercera competencia se sitúa en el plano ético y organizativo: cómo liderar en un entorno donde las decisiones están crecientemente mediadas por sistemas inteligentes. La inteligencia artificial no es neutra. Su uso plantea preguntas esenciales sobre equidad, transparencia, privacidad y rendición de cuentas. Los líderes empresariales deben asumir la responsabilidad última de los sistemas que utilizan. Eso implica establecer principios de gobernanza robustos, anticipar efectos colaterales, y crear mecanismos de supervisión que garanticen el uso justo y seguro de la tecnología. Pero también requiere fomentar un pensamiento crítico que cuestione los supuestos implícitos en los algoritmos y los objetivos que se priorizan.

Como destaca otro conocido informe de febrero de 2025, en el 86% de las organizaciones líderes en IA, el departamento de TI lidera o colidera junto con el negocio las iniciativas de inteligencia artificial. Esto refleja una tendencia clara hacia modelos de gobernanza más integrados, donde el uso ético y estratégico de la IA es una responsabilidad compartida, no delegada.

En un escenario donde la regulación va por detrás de la tecnología, actuar con integridad y anticiparse a los impactos sociales se convierte en una ventaja competitiva y reputacional.

4. Gestión del cambio y cultura organizativa

La adopción efectiva de la IA en las organizaciones no depende únicamente de la tecnología, sino también de la capacidad de gestionar el cambio y cultivar una cultura organizativa receptiva. Un informe de McKinsey de enero de 2025 destaca que, aunque casi todas las empresas invierten en IA, solo el 1% cree haber alcanzado la madurez en su implementación. El principal freno: la falta de liderazgo transformador.

Este hallazgo subraya la importancia de que los líderes empresariales no solo comprendan las capacidades técnicas de la IA, sino que también estén preparados para gestionar las dinámicas humanas asociadas a su implementación. Esto incluye abordar las preocupaciones de los empleados, fomentar una cultura de aprendizaje continuo y garantizar que la adopción de la IA esté alineada con los valores y objetivos organizativos.

El reto no es solo introducir herramientas de IA, sino construir una mentalidad organizativa que entienda la inteligencia artificial como un recurso para potenciar el talento humano, no para reemplazarlo. Una cultura basada en la confianza, la curiosidad y la experimentación resulta clave para ello.

Liderar con IA no es una cuestión técnica, sino una responsabilidad estratégica y humana que define el liderazgo del nuevo directivo. Ya no basta con dominar las finanzas, el marketing o la estrategia. En la economía del algoritmo, liderar sin entender la IA es como pilotar sin brújula.

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