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Comunidad Valenciana y Baleares, las más beneficiadas por la movilidad laboral entre territorios

Más de 230.000 personas se mudaron de autonomía por trabajo en 2024. Madrid apenas registró un saldo positivo de 550 asalariados

Paro Bajas ERTE

La brújula laboral de España ha cambiado de rumbo. Después de años en los que los desplazamientos de asalariados apuntaban casi siempre hacia Madrid y Cataluña, los últimos datos de movilidad publicados por la Agencia Tributaria señalan una nueva tendencia. En 2024, la Comunidad Valenciana y las Islas Baleares se afianzaron, de lejos, como los territorios que concentraron el mayor atractivo para quienes decidieron mudarse por motivos de trabajo.

La estadística Movilidad del Mercado de Trabajo en las Fuentes Tributarias, actualizada este miércoles por el organismo dependiente del Ministerio de Hacienda, sitúa al Mediterráneo como destino predilecto para aquellos asalariados que se cambiaron de territorio para escribir un nuevo capítulo de su carrera laboral. En estos movimientos que reordenan el mapa, la Comunidad Valenciana registró un saldo neto positivo de 6.181 trabajadores, mientras que Baleares sumó 3.144 personas. Cataluña se situó en tercer lugar con 2.646 llegadas, una cifra similar a la de otros ejercicios.

Por ejemplo, los principales flujos hacia la Comunidad Valenciana llegaron desde Madrid (7.111 personas), Cataluña (4.257), Andalucía (3.653) o Castilla-La Mancha (2.929 trabajadores). A Baleares la nutrieron, entre otras, Andalucía y Cataluña, con más de 2.000 asalariados cada una, y Madrid y Comunidad Valenciana, con más de 1.500.

Los números analizan la movilidad geográfica de los asalariados entre dos años consecutivos, en este caso 2023 y 2024. Es decir, cuántos trabajadores cambiaron su residencia fiscal ―y, por tanto, su comunidad autónoma de referencia― entre un ejercicio y otro. Para ello, la Agencia Tributaria revisa la declaración de retenciones e ingresos a cuenta sobre rendimientos del trabajo del contribuyente que haya sido asalariado durante los dos años que se comparan. Se tiene en cuenta a los trabajadores del sector público y privado, pero solo de las comunidades de régimen común, por lo que excluye cualquier desplazamiento que tenga como origen o destino a País Vasco y Navarra.

En las 15 autonomías de régimen común se contabilizaron un total de 231.888 desplazamientos, una cifra que se sitúa algo por encima que en el periodo previo y que es una de las más altas de toda la serie histórica, lo que muestra que la movilidad laboral sigue ganando fuerza en España. De hecho, si se quita de la ecuación el año 2020 ―que anotó un récord absoluto por la cantidad de asalariados que volvieron a sus regiones de origen por los confinamientos, o que se mudaron gracias al teletrabajo―, 2024 es el ejercicio con más movimientos en más de 15 años.

Valentín Bote, director de Randstad Research, explica que “estamos en un contexto de escasez de talento y a las empresas les cuesta encontrarlo”. Esto crea un escenario en el que “se tienen que buscar la vida para encontrarlo, y una estrategia es ampliar el radio de prospectiva” hacia otros territorios. En algunos casos, como Baleares, “es normal”. Es una región pequeña con picos estacionales enormes y “necesitan atraer personas de fuera”. Una lógica parecida, añade, puede aplicar en Comunidad Valenciana, “aunque ahí también hay mucha más riqueza de otros sectores que tienden a estabilizar”.

Junto al auge de la Comunidad Valenciana y Baleares, por un lado, y a la estabilización de Cataluña, por el otro, se observa una caída en picado del papel de la Comunidad de Madrid. Sigue en números verdes cuando se ponen en perspectiva las salidas y las llegadas, pero ha pasado de un saldo neto positivo de más de 4.000 personas en 2023 a otro de apenas 550 en 2024. Esto podría deberse, desarrolla Bote, a que haya sido “autosuficiente” y “haya tirado con gente de la comunidad”, ya que el empleo ha ido bien en términos autonómicos. También, añade, puede explicarse por el tirón de la inmigración en su mercado laboral, ya que esos perfiles no contabilizan en la estadística.

El grupo de autonomías con receptores netos lo completan Canarias, con 774; Aragón, con 706; y Asturias, con 248 personas. El resto registran agujeros de diferente profundidad, desde la pérdida testimonial de cuatro asalariados en La Rioja hasta las brechas de Castilla y León, Castilla-La Mancha o Extremadura, con mermas netas de alrededor de 2.000 trabajadores cada una. El mayor pozo es el de Andalucía, la comunidad más poblada de España agravó su sangría al registrar un saldo negativo de 7.452 asalariados. En muchas de estas regiones, analiza el experto, “muchos jóvenes optan por irse a grandes polos de empleo en el momento de comenzar su carrera”.

En España, en los años previos a la pandemia, el número de asalariados que cambiaban de territorio solía moverse en torno a los 150.000 por ejercicio. Era habitual que muchos trabajadores de las autonomías más rurales se desplazaran a los mayores centros productivos del país, como Madrid, Barcelona, Valencia o Zaragoza. Sin embargo, a raíz de la crisis sanitaria, la cifra creció abruptamente hasta superar los 250.000 desplazamientos. Muchos trabajadores estaban bajo el paraguas del ERTE, las empresas abrieron la mano con el trabajo a distancia y miles de trabajadores pudieron moverse para pasar los diferentes encierros a zonas más tranquilas. Tras la corrección de 2021 y 2022, los movimientos repuntaron en 2023 y, un año después, se ha afianzado la tendencia.

Los expertos en movilidad laboral achacan estos desplazamientos a varias causas. Uno de ellos es la mejora sostenida en el mercado de trabajo. En 2024, España creó más de medio millón de empleos, una cifra llamativa que tiene efectos lógicos en la movilidad, principalmente en aquellos polos de atracción que concentran la mayor parte de las ofertas de trabajo y los mejores sueldos.

La concentración de las vacantes y ofertas laborales en ciertos territorios, sin embargo, también tiene un lado perverso. Los expertos llevan tiempo alertando de que el sobrecalentamiento que sufre el mercado inmobiliario en regiones muy demandadas está, poco a poco, reduciendo la movilidad laboral, con las consecuencias obvias en la productividad y en el crecimiento económico.

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