Algo que no debemos saber de Maribel Vilaplana
¿Dónde acaba la intimidad de Mazón, presidente ausente en medio de la dana, y empieza la de Vilaplana, entonces una ciudadana anónima?


La hora a la que retiró Maribel Vilaplana su coche del parking: 19.47 horas. Confirma algo sabido: que Vilaplana mintió varias veces sobre la cronología de hechos desde que Mazón y ella quedaron para comer. Subraya una narrativa pésima: que el interés por el tiempo perdido por el presidente Mazón —no cogió llamadas ni se sabe dónde estuvo entre las 18.57 y las 19.34— tenga que ver con lo que hizo más que con lo que no hizo, cuando se está juzgando una incomparecencia. Desata una reacción pringosa que tiene que ver con el sensacionalismo, como si la cifra de 229 muertos no fuese ya, por sí misma, sensacional. Y, en fin, sigue depositando en los titulares a Vilaplana, de la que tampoco pueda decirse que sea víctima pero sí testigo de la incompetencia, inmoralidad y pasotismo de un político que, avisado de horas cruciales, priorizó su tiempo libre. Ser espectadora de una negligencia no hace culpable a nadie. Mazón pudo echar el rato en una tragaperras, dormido en un baño o apoyado en el coche de Vilaplana viendo reels mientras Vilaplana trabajaba dentro, como dice ella que hizo. Donde no estaba Mazón era trabajando. Donde estaba Vilaplana, sin embargo, da igual: ella no tenía que ir al Cecopi. La pregunta relevante no es por qué mintió Vilaplana sino por qué su mentira pesa más que las decisiones que terminaron costando vidas. Por nervios, por vergüenza, por proteger a Mazón, por lo que sea: si hubiese dicho la verdad desde el principio, no se habría salvado nadie. Lo que ocurre con Vilaplana descubre un patrón familiar: el poder se protege a sí mismo desplazando el interés hacia una figura menor pero reconocible. ¿Por alguna razón es necesario saber dónde estuvo y qué estuvo haciendo Maribel Vilaplana, y sólo Maribel Vilaplana, desde que salió del restaurante hasta que retiró el coche del parking? En caso de que en ese lapso de tiempo estuviesen juntos, ¿dónde acaba la intimidad de Mazón, presidente ausente en medio de la dana, y empieza la de Vilaplana, entonces una ciudadana anónima?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma



































































