Almunia: “El acuerdo comercial con Estados Unidos ha sido una derrota sin paliativos de la UE”
El exvicepresidente de la Comisión Europea cree que el pacto ha descubierto las fragilidades políticas del proyecto comunitario, y llama a buscar socios más fiables


¿Pragmatismo o rendición? El pacto comercial entre la UE y Estados Unidos fue presentado por las autoridades comunitarias como un modo de dar previsibilidad a las empresas y acabar con la incertidumbre, pero el debate sobre si Bruselas fue demasiado complaciente con tal de apaciguar las embestidas de Donald Trump sigue coleando. Este martes, en un acto celebrado en la Casa de América de Madrid, el exvicepresidente de la Comisión Europea Joaquín Almunia ha mostrado su desencanto con el resultado: “En el corto plazo me parece pragmático, pero políticamente ha sido una derrota sin paliativos de la Unión Europea, que nos ha llevado a leer valoraciones hablando de humillación, de reaccionar de rodillas en el campo de golf de Escocia ante algo no negociado, asimétrico. Porque no se ha movido ningún arancel europeo. Hay cero aranceles prácticamente a Estados Unidos”, ha reprochado.
El que también fuera comisario de Competencia ha intervenido en un debate bajo el título La Unión Europea en la era de las guerras comerciales, en el que ha tenido enfrente los argumentos de Agathe Demarais, experta en geoeconomía del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), un centro de pensamiento paneuropeo. La francesa ha defendido que evitar las represalias a las tarifas de Washington —del 15% a la mayoría de productos europeos— ha sido lo mejor que ha podido hacer la UE, porque duplicarían el impacto sobre el PIB comunitario hasta 2030, porque negociar no es una opción en la sabana, como ha descrito el ambiente salvaje que impregna los acuerdos comerciales en la era Trump, y porque cree que el impacto será mínimo sobre la UE y recaerá sobre los consumidores estadounidenses como si de un impuesto se tratara.
En lugar de ese cuerpo a cuerpo de resultado incierto, Demarais cree que la UE cuenta con otros instrumentos y fortalezas para compensar lo perdido. Por ejemplo, un aumento del 1,25% en los intercambios entre los países europeos supliría la pérdida de un 10% de las exportaciones europeas a EE UU, que es lo que descuenta el peor escenario. Y se ha preguntado cuál sería el objetivo de la UE con esas tarifas mutuas. “¿Convencer a Trump de dar marcha atrás? No creo que vaya a ocurrir. ¿Provocar un daño a EE UU? Hay que ser cuidadosos, tenemos que ser conscientes de que las tarifas se van a quedar más allá de Trump", ha asegurado. Además, ha recalcado que compromisos como la compra europea de 650.000 millones de euros en productos energéticos estadounidenses son irrealizables y quedarán en papel mojado, como un modo de contentar a Trump.
Almunia ha reconocido que el golpe económico de los aranceles sobre la UE apenas se está notando de momento, pero cree que el club comunitario no puede conformarse con la contención de daños y la búsqueda del mal menor, y debe encabezar la narrativa en pro del multilateralismo. “Es fundamental que Europa no aparezca a los ojos del resto del mundo como insensible ante lo que está pasando con todos en la relación con Estados Unidos. Un mercado común debe ser abierto. Nuestra alternativa es buscar otros socios, más fiables, con más certezas, con más costumbre de pactar acuerdos comerciales”, ha aseverado. “Echo en falta que la UE no haya reaccionado con fuerza y credibilidad para defender las reglas básicas del orden mundial comercial. Parece que todo vale en aras del pragmatismo, de que a otros les ha ido peor”, ha añadido.
La discusión se ha movido entre esas dos variables, la puramente económica, y otra más simbólica y abstracta, de valores. Marta Blanco, presidenta de la Comisión de Relaciones Internacionales de la CEOE, se ha alineado con la tesis más contraria a las represalias. “Creo que la UE ha hecho bien en no responder de la misma forma que Estados Unidos. No lo haríamos bien porque no es nuestra forma tradicional de responder”, ha dicho. Aunque concede que la imagen no fue la más adecuada. “La puesta en escena del acuerdo de julio nos dejó como nos dejó”, ha lamentado.
En el lado positivo, Blanco ha recordado que la UE exhibió su unidad en la negociación, algo nada sencillo porque cada Estado miembro tiene sus propios intereses, según su volumen de exportaciones a Estados Unidos. Esto podría haber propiciado que alguno tratara de descolgarse para buscar términos más favorables a nivel doméstico.
Almunia también ha sacado alguna conclusión favorable, como el hecho de que la UE haya esquivado “el golpe mortal” a las regulaciones europeas de las grandes plataformas digitales, algo que Trump ambicionaba y no consiguió. La firma del acuerdo no parece haber influido en el modo en que la Comisión aborda esa agenda, como demuestra la reciente multa impuesta a Google, a la que el republicano replicó amenazando con su herramienta preferida, la de nuevos aranceles.
Esa espada de Damocles que Trump esgrime una y otra vez lleva a Almunia a pensar que es ingenuo pensar en el fin de la incertidumbre. “Decía Von der Leyen que es un acuerdo que ayuda a la previsibilidad, pero para mí es todo lo contrario, porque Trump puede cambiar de la noche a la mañana. Eso nos lleva a la conclusión como europeos de que tenemos fragilidades que conviene rehacer entre nosotros, no discutiéndolas con Trump. Es nuestra responsabilidad no sufrir ese tipo de acuerdos”, ha apuntado.
Draghi y Letta, los faros
La charla, moderada por Carla Hobbs, directora de la oficina de Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), también ha abordado posibles soluciones de futuro. Almunia estima que, a diferencia de crisis como las de 2008, cuando todo eran dudas sobre qué hacer con los bancos y la prima de riesgo, ahora sí existen hojas de ruta claras para Europa, esencialmente lo recogido en los informes elaborados por Mario Draghi y Enrico Letta.
Entre las deficiencias que ahora ve en el seno de la UE, ha citado la falta de interconexiones energéticas —que sufre especialmente la península Ibérica—, la insistencia de las grandes operadoras de telecomunicaciones por crecer solo en mercados nacionales, sin una visión europea, o la falta de un compromiso para emitir deuda europea conjuntamente de forma permanente, sin fecha de caducidad.
Sobre el reto de la defensa común, Almunia ha rechazado, por poco realistas, los elevados porcentajes del PIB en gasto militar que se manejan, de hasta el 5%. Y apuesta por desarrollar la industria de defensa europea. “El otro día leía que Airbus, Thales y Leonardo habían llegado a un acuerdo [crearán una empresa conjunta para competir en el espacio con SpaceX, de Elon Musk]. Si esas iniciativas salen adelante, me parecen la mejor vía“, ha celebrado.
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