La opa a pie de oficina: los clientes del BBVA y el Sabadell replican el relato de los grandes jefes
Los usuarios de las entidades vasca y vallesana respiran opiniones cruzadas a pocas horas de que termine el plazo para acudir a la oferta

La batalla por el relato entre el BBVA y el Sabadell se traslada a las oficinas y a pie de cajero. A pocas horas de que termine el plazo de aceptación por parte de los accionistas del Banco Sabadell a la opa lanzada por el BBVA, empleados y clientes de uno y otro banco replican en su mayor parte los argumentos y posturas mantenidas por los altos directivos ante una de las operaciones bancarias más importantes del siglo. Una menor competencia, la pérdida de un banco catalán o la necesidad de una firma fuerte en el panorama europeo son las cuestiones que interpelan a los clientes. Los directores de las sucursales, como no puede ser de otra manera, mantienen el discurso de sus jefes: prudencia en la entidad vasca y optimismo en la vallesana.
En la gran oficina que el BBVA tiene en el paseo de Gràcia de Barcelona se remiten a las palabras de su presidente, Carlos Torres, que durante este jueves ha intensificado su presencia en Cataluña con una entrevista en Catalunya Ràdio y con la participación en un acto sobre emprendimiento de BBVA en Barcelona. La carrera llega a su fin y la prioridad es no salirse del guion: “No podemos decir nada sobre nuestros clientes y la opa”, se excusa la directora de la oficina del banco bilbaíno en el centro de Barcelona. Uno de los trabajadores, Xavi, que encarna la evolución del sector bancario español porque durante su carrera ha trabajado en varias entidades que han ido siendo absorbidas una tras otra por un banco más grande, mantiene igualmente silencio sobre la actitud de los clientes hacia la opa, pero añade que el camino ha sido largo, y que ha dado fenómenos interesantes, como el despliegue de marketing y publicidad de los dos bancos durante el proceso.
En Girona, el BBVA y el Banco de Sabadell tienen sus oficinas a menos de 50 metros de distancia en la Plaça Marquès de Camps. Podría parecer que sus clientes miran a una y a otra suspicazmente, pero no es el caso. Mohamed acaba de salir del Sabadell con una mochila a la espalda y cargado con una gran bolsa en la mano; llevaba tres meses en Marruecos y no sabe nada de una opa. No obstante, quiere dejar claro que no se fía de nadie: “No hay ningún banco bueno, trabajamos para ellos, les pedimos dinero y nos hacen devolver mucho más”, critica. Pere, que también es cliente del Sabadell, dice conocer la opa, pero prefiere no dar su opinión al respecto.
En el otro lado de la plaza, Josep tiene acciones del BBVA. Explica que recientemente le han llamado del banco, como a todos los accionistas: “Me llamaron para preguntarme si tenía acciones también del Sabadell. Si no tienes se acaba la llamada, pero si tienes te informan y te intentan influir para que las vendas”. “No sé qué pasará, no tengo una bola de cristal, pero mi deseo sería que la compra no tuviera éxito”, apunta.
Ahí entra el componente emocional de esta opa. A Josep tampoco le genera simpatía el Sabadell, porque no olvida que en octubre de 2017 este banco fue el primero en instalar su sede fuera de Cataluña: “Pero es el único que queda”, refiriéndose a un banco de base catalana. Cree que un gran porcentaje del accionariado del Sabadell son pequeños accionistas que sí valoran “el origen catalán de la entidad” y considera que, si la oferta se mantiene como ahora, no habrá cambios, pero que si antes de acabar el plazo el BBVA mejora la oferta “sí venderán”.
Elena es de las que tiene cuenta en el BBVA y en el Sabadell, y no le importa demasiado lo que pase. “Empecé pagando una hipoteca en una entidad bancaria y después de una y otra absorción entre entidades mi cuenta ha quedado en el BBVA”, detalla. En el Sabadell tuvo la primera cuenta de su negocio y allí sigue. “Si no tengo el dinero en un banco lo tendré en otro, no me importa demasiado”, afirma.
Hace más de dos décadas que María es empleada de una oficina del Sabadell en una localidad al norte de la Costa Brava. Está de cara al público y conoce a sus clientes. Está convencida de que “la gran mayoría de accionistas no saben qué les explican”. “El Sabadell ha puesto muy difíciles las cosas para que la opa tenga éxito en todos los sentidos, el Gobierno también ha intervenido, y a pesar de ello el BBVA ha seguido adelante. Si han gastado tanto dinero para que triunfe me parece que debe tener asegurado un porcentaje muy importante de accionariado, como mínimo entre el 30 y el 50%, que les daría opción a ir una segunda opa”. Del total, un 40% son pequeños accionistas a los que el BBVA tiene dificultades para llegar. “Estos son muy fieles al Sabadell”, sostiene y, aunque desde dentro no es su caso, cree que “mucha de esta gente no va a la opa porque todavía da importancia a la catalanidad del banco”.
De Cataluña a Madrid
A media mañana, la oficina del BBVA en la céntrica calle Hortaleza de Madrid vive uno de sus momentos de mayor actividad. José Blanco es cliente del banco bilbaíno desde hace 13 años y del Sabadell desde hace dos. Considera que la opa lanzada por el BBVA puede tener un impacto directo sobre usuarios como él. Este empresario de 61 años mantiene cuentas personales y de empresa en ambas entidades y su posición es clara: está en contra. “La competencia es buena”, explica. Se define como un cliente que compara las condiciones de cada entidad y elige la que más le conviene: “Menos bancos, menos donde elegir”, argumenta.
Del mismo parecer es David Bonillo, gerente de hostelería de 46 años y también cliente de los dos bancos. Expone un ejemplo práctico para justificar su rechazo a la operación: “En mi bar tengo un datáfono de cada banco. Si uno no me funciona, utilizo el del otro”.
En el lado favorable a la opa se encuentra José Antonio, jubilado de 70 años y cliente del BBVA desde hace medio siglo. A la puerta de la sucursal, defiende que “los grandes bancos tienen más fuerza”. María Teresa, de 49 años y responsable de una casa de huéspedes, comparte ese punto de vista: “Todo lo que sea bueno para el banco es bueno para sus clientes”. El director de la sucursal, en el centro de su despacho y visiblemente atareado en plena hora punta, declina hacer comentarios por no estar autorizado. Alejandro, de 24 años, saca dinero del cajero y responde: “¿Qué es eso de la opa? Acabo de llegar de trabajar unos meses en Ibiza".
A unos 15 minutos a pie, en la oficina del Sabadell de la Gran Vía, el ambiente es más tranquilo. La subdirectora, rodeada de varios empleados, asegura que no ha recibido a ningún accionista interesado en acogerse a la oferta del BBVA. Señala que atiende muchas consultas telefónicas, pero no detalla el contenido de estas conversaciones. Entre los pocos clientes que salen de la oficina está un accionista del Sabadell que prefiere no dar su nombre y que ya tiene su decisión tomada: no acudirá a la oferta. “No veo una opa limpia”, sostiene.
Más al oeste, en la calle Altamirano, se encuentra la oficina en propiedad más antigua del Sabadell de la capital, abierta en 1979. Lo cuenta Itziar Arroreaga, que se define como una “empleada entusiasta” y afirma que en la sucursal se respira tranquilidad. “Estamos confiados y convencidos de que los accionistas no van a acudir al canje de acciones”, asevera.
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