El Reino Unido abraza la energía nuclear para activar el crecimiento económico
El Gobierno de Starmer anuncia inversiones multimillonarias en una alternativa “limpia y segura” contra el cambio climático


El ex primer ministro británico Tony Blair ha jugado siempre un papel de avanzadilla, expresando opiniones que aparentemente surgen a contracorriente, pero que en muchos casos recogen el debate latente en la sociedad. Ocurrió a finales de abril con la energía nuclear en el Reino Unido. El Instituto Tony Blair para el Cambio Global publicó un informe titulado La Paradoja Climática: Por Qué Necesitamos Reiniciar la Acción Contra el Cambio Climático. Envuelta en un planteamiento provocador, el texto anticipaba lo que más tarde sería una decisión concreta del actual Gobierno laborista de Keir Starmer: la necesidad de superar el debate histórico en torno a la energía nuclear y abrazar de nuevo esa industria.
“La energía nuclear va a ser una parte esencial de la respuesta”, aventuraba Blair en su informe. “La confusión con las armas nucleares y el consiguiente miedo irracional generado, intensificado por campañas exageradas, ha llevado al mundo a cometer un error flagrante, al dar la espalda muchas naciones a esta fuente de energía desde la década de los ochenta. De haber abrazado esta energía, la trayectoria registrada de las emisiones globales habría variado significativamente”, concluía.
Dos meses después de aquel texto, Downing Street anunciaba una inversión pública de 11.500 millones de libras esterlinas (unos 13.600 millones de euros) para el proyecto de la central nuclear Sizewell C, en la localidad de Suffolk. Haciendo gala del “pragmatismo sin escrúpulos” que el Gobierno de Starmer ha desplegado para intentar incentivar el crecimiento de una economía aletargada, la decisión dejaba atrás años de debate e incertidumbre respecto a la energía nuclear.
“Porque es la decisión correcta para abaratar el coste de la vida y crear empleos, y la decisión correcta para obtener seguridad energética, hoy anuncio que este Gobierno laborista va a invertir en el mayor despliegue de energía nuclear realizado en una generación”, proclamaba aquel día entre aplausos la ministra de Economía, Rachel Reeves.
La inversión en el proyecto Sizewell C supondrá la generación de 10.000 nuevos puestos de trabajo, según las cifras manejadas por el Gobierno británico. Si se agregan los 13.600 millones de euros comprometidos a los 3.100 que ya se anunciaron hace un año, y a los 4.200 que el Tesoro británico ha apartado para la construcción de la central en los últimos dos años, la suma supera los 20.000 millones en inversión pública para una estación nueva.
Con una capacidad estimada de generación de 3,2 gigavatios, la nueva central podría suministrar electricidad para seis millones de hogares.
Un 15% del proyecto pertenece a la empresa pública francesa de energía EDF, que se ha comprometido a colaborar con el Gobierno británico para buscar inversores privados que se sumen también al empeño. Este mismo martes se anunció el cierre del acuerdo definitivo, al que se incorporará un consorcio de tres compañías más, incluida Centrica, la propietaria de British Gas. El monte total de la operación, que supone toda una declaración de intenciones sobre el futuro nuclear del Reino Unido, será de más de 43.000 millones de euros.
Sizewell C tardará al menos entre 9 y 12 años en ser completada, pero es el primer empeño en levantar una nuclear nueva en el Reino Unido desde 1995. La vida útil de la mayoría de las centrales existentes en suelo británico está programada para finalizar a mediados de la década de los treinta.
El Gobierno de Starmer ha defendido desde el primer minuto la necesidad de construir nuevas centrales nucleares, para proporcionar una carga base que reduzca el riesgo de la producción intermitente de electricidad que suponen las eólicas y solares. El Reino Unido, abanderado en la lucha contra el cambio climático, ha realizado un inmenso esfuerzo en la última década por aumentar sus renovables.
“La energía nuclear es una herramienta poderosa para impulsar el crecimiento de la economía del Reino Unido. Al extender el radio de localizaciones donde se puedan construir nuevas plantas seguras y limpias, podremos transformar además la incertidumbre económica que sufren muchas de esas regiones”, ha defendido Simon Bowen, presidente de la empresa públcia de energía Great British Nuclear.
El Ejecutivo de Starmer ha elegido además a la empresa británica Rolls-Royce para comenzar a construir los primeros Reactores Modulares Pequeños (SMR, en sus siglas en inglés). Con una capacidad de hasta 470 megavatios, este tipo de centrales son, en teoría, más fáciles y rápidas de poner en marcha, porque sus componentes pueden fabricarse en una localización distinta y ser posteriormente trasladados. En el Reino Unido no hay todavía ninguna en funcionamiento. Son la alternativa elegida por los grandes gigantes tecnológicos para alimentar los descomunales centros de datos necesarios para desarrollar todos los nuevos proyectos de inteligencia artificial.
El giro estratégico y político adoptado por Starmer se ha visto favorecido por el hecho de que el actual ministro de Seguridad Energética sea Ed Miliband, ex líder del Partido Laborista, una de las voces más a la izquierda de la formación y abanderado de la lucha contra el cambio climático: “La vulnerabilidad de los ciudadanos británicos ha quedado expuesta durante demasiado tiempo a los mercados globales de energía. La única defensa es construir nuestra propia autonomía en la era de la electricidad limpia”, ha defendido Miliband. “La energía nuclear creará miles de trabajos cualificados”, ha prometido.
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