Los clientes no olvidan el idilio entre Musk y Trump: las ventas de Tesla caen un 13,5% en el segundo trimestre
La asociación del empresario con el presidente estadounidense, del que se desvinculó a finales de mayo, sigue pasando factura a la compañía de coches eléctricos


La publicación este miércoles de los datos de ventas de Tesla correspondientes al segundo trimestre permite obtener la imagen algo más completa de los efectos de la excursión a la política de Washington de su consejero delegado, Elon Musk. Pese a que el hombre más rico del mundo se despidió a finales de mayo definitivamente de la Administración de Donald Trump, tras un mes de abril en el que se fue implicando cada vez menos en su cometido como empleado especial del Gobierno, las cifras confirman que empresarialmente su salto al ruedo político no fue una buena idea. También, que los clientes no olvidan tan rápido: las ventas de coches de la compañía cayeron un 13,5% en ese periodo con respecto al mismo trimestre del año anterior, según datos divulgados por la compañía de vehículos eléctricos.
Tesla fabricó 410.244 coches y entregó 384.122, cuando en el segundo trimestre de 2024 había terminado 410.831 unidades y entregado 443.956. “Gracias a todos nuestros clientes, empleados, proveedores, accionistas y seguidores que nos ayudaron a lograr estos resultados”, afirma la compañía en un escuetísimo comunicado.
La renovación de la gama no ayudó a que esos resultados fueran mejores. En este segundo trimestre, el fabricante lanzó una versión renovada de su popular SUV mediano Model Y y una más económica y reducida de su Cybertruck. También presentó versiones actualizadas de sus vehículos de lujo Model S y Model X en junio, mes en el que puso en marcha su largamente prometido servicio de robotaxis en una pequeña zona de Austin (Texas), campo de pruebas de la tecnología de conducción autónoma.
Además, la cada vez más robusta competencia de la fabricante china BYD y la apuesta por el coche eléctrico de empresas como General Motors, Volkswagen y BMW tampoco contribuyeron.
Los nuevos datos son sin duda decepcionantes, aunque mejoran, con todo, a los registrados por Tesla en el primer trimestre de este año, en el que las ventas cayeron un 13% y que arrancó con la imagen de una de sus camionetas de ángulos rectos en llamas ante un casino de Las Vegas. Un hombre, un militar en activo de 37 años llamado Matthew Alan Livelsberger que la había alquilado, falleció en su interior cuando esta chocó contra el hotel.
Aquellos malos resultados condujeron al magnate de origen sudafricano a anunciar el 22 de abril en una conferencia con analistas su intención de disminuir su presencia en la Casa Blanca, donde fue reclamado por el presidente de Estados Unidos para ponerse a los mandos de esa “motosierra del gasto público llamada Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Su labor de adelgazar la Administración, que incluyó el cierre de agencias federales como la de la cooperación al desarrollo (USAID son sus siglas en inglés) y el acoso y despido de decenas de miles de funcionarios, se demostró altamente impopular y desencadenó ataques vandálicos contra los coches eléctricos de Tesla, así como contra estaciones de carga y concesionarios de la marca.
“Seguiré dedicando uno o dos días a la semana a asuntos gubernamentales, o tanto como el presidente desee y mientras le sea útil”, dijo el empresario el pasado 22 de abril en una llamada con analistas para presentar los resultados de la compañía. El beneficio del fabricante de vehículos eléctricos se desplomó un 71% en el primer trimestre.
Las presiones de los inversores hicieron que poco a poco fuera desvinculándose de su labor al frente del DOGE. El adiós definitivo llegó a finales de mayo. Pronto quedó claro que Musk no se sacó de la cabeza la tentación del poder y su idea de influir en Washington. A los pocos días, empezaron las críticas a la reforma fiscal de Trump, su gran apuesta económica, que, se temen Musk y la mayor parte de los analistas, disparará un déficit público ya de por sí desbocado.
La norma se llama One Big Beatiful Bill (la ley grande y hermosa) y este martes pasó el trámite del Senado por los pelos, después de que fuera aprobada, también por la mínima, en la Cámara de Representantes, donde viajará ahora para ser votada de nuevo entre las dudas de si obtendrá los suficientes apoyos, debido sus efectos en el déficit y a los recortes de programas de asistencia social a los más desfavorecidos.
El fin del romance
La oposición de Musk a esa ley fue la chispa que hizo saltar por los aires su idilio con Trump, que comenzó durante la campaña que devolvió a este a la Casa Blanca, a la que el magnate aportó una cifra récord de más de 260 millones de dólares. El fin de la relación entre el presidente de Estados Unidos y su “primer amigo” fue un divorcio espectacular y desagradable, que se escenificó, con el mundo como testigo, a golpe de mensajes en las redes sociales de las que cada cual es propietario: X y Truth Social, respectivamente.
Esta semana, al bronca resucitó a raíz de las nuevas críticas del empresario a la norma republicana. Musk condenó sus efectos en el déficit público (un incremento de 3,3 billones de dólares, según una agencia independiente del Congreso) y sugirió que financiará las campañas en las primarias de aquellos que se presenten contra los políticos que la apoyen en el Capitolio.
En un mensaje en su red social, Truth, Trump sugirió pagar al magnate con su misma medicina: aplicándole el escrutinio y los recortes del DOGE. También lo amenazó con suspender las subvenciones a sus empresas, fuertemente dependientes del dinero público e incluso se permitió insinuar una posible deportación: Musk tiene la ciudadanía estadounidense, pero nació en Sudáfrica.
Cuando anunció su adiós definitivo de Washington, la pregunta más repetida fue si conseguiría remontar su imagen, manchada tras algo más de cuatro meses de ayudar a Trump en la primera línea de fuego. Los datos de este miércoles parecen desmentir esa idea. Es pronto para saber si cambiarán las cosas su enfrentamiento abierto con Trump y la oposición a una ley que las encuestas dicen que es impopular entre los estadounidenses. No lo es para asegurar que de momento no lo han hecho. Quién sabe si los efectos de la nueva figura pública de Musk se dejarán sentir en los datos del próximo trimestre.
Tesla ya comunicó por primera vez una caída anual de las ventas al cierre del ejercicio 2024. Musk aseguró que este 2025 sería el de la recuperación, una recuperación que no termina de llegar para su negocio principal.
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