El aeropuerto de Barcelona-El Prat se vuelca en su ampliación para ser la puerta hacia Asia
Aena quiere evitar una rivalidad con Barajas por los vuelos a América tras una ampliación que beneficiará al largo radio y una terminal para 15 millones más de pasajeros anuales

A finales de mayo el president de la Generalitat, Salvador Illa, hizo una visita oficial a Japón y para el mes que viene tiene agendado un viaje a China. La Generalitat ha puesto la mirada en Oriente para extender vínculos, toda vez que la inestabilidad provocada por la Administración Trump desincentiva las aventuras en Estados Unidos. La apuesta por conectar Cataluña con el continente asiático toma altura con la oficialización del acuerdo con el Ministerio de Transportes y con Aena para ampliar el aeropuerto de Barcelona-El Prat. En la inversión de 3.200 millones destaca la ampliación de la pista de despegues y la construcción de una nueva terminal, con el objetivo de poder atraer más vuelos de largo radio. Aena no tiene intención de que Barcelona le dispute a Madrid-Barajas el dominio de los vuelos que conectan con América, pero sí hay interés en que el Josep Tarradellas se convierta en un referente para conexiones asiáticas.
Actualmente, ya hay vuelos directos con China (Pekín, Shanghái, Shenzhen y Hong Kong), con Corea del Sur (Seúl) y con Singapur, pero sigue siendo una asignatura pendiente atar una conexión sin escalas con Japón o India. El Comité de Desarrollo de Rutas Aéreas de Barcelona (CDRA) lo considera un objetivo prioritario. En el informe técnico conjunto de la Generalitat y el Ministerio de Transportes para defender la validez de la ampliación de la pista de mar, pese al impacto medioambiental que supone, se señala que la obra “tendrá capacidad y acogerá vuelos intercontinentales estratégicos”, e identifica Tokio y Nueva Delhi como posibles nuevas rutas. Una de las cartas que esgrimen los contrarios a engrandecer la capacidad del aeropuerto tiene que ver con la masificación que ya sufre Barcelona: 15,5 millones de turistas el año pasado, con un gasto promedio por persona y noche de 99,7 euros, lo que supuso un impacto de 10.000 millones de euros.
Salvador Illa defiende que la ampliación del Josep Tarradellas es “una apuesta por un turismo de más calidad”. Y concreta su voluntad en “turistas de larga estancia que vengan por ejemplo de Asia, más respetuosos y con un poder adquisitivo más alto”. El president ha matizado que la remodelación del campo de aviación no pretende ser, solo, un anzuelo para el turismo sino que está llamado a tener un papel relevante en la estimulación de la economía catalana. “Es una infraestructura crucial para la prosperidad de Cataluña, pero también de España y de Europa”, subraya. El jueves por la noche, en la fiesta anual de la patronal Pimec, Illa reivindicó que la obra era un asunto pendiente de dominio común. “Alguien tenía que chutar la pelota”, dijo.
Entre los años 2020 y 2024, la inversión de Japón en Cataluña fue de 516 millones de euros. Se estima que hay margen para mucho más. El año pasado, la huella inversora japonesa en Cataluña representó un 1,2% del global extranjero, y el 8,7% del total invertido en España desde Japón. Por su parte, la inversión extranjera en Cataluña procedente de China ha alcanzado los 1.279 millones de euros en los últimos cinco años, según la consejería de Empresa de la Generalitat, lo que supone un impacto en la ocupación de 2.300 nuevos puestos de trabajo.
El aeropuerto de Barcelona tiene una fuerte dependencia de Vueling y de las conexiones de corto alcance europeas que ofrece la low cost. Hasta un 40% de la actividad la aporta la aerolínea del grupo IAG. La misma empresa, que también controla a Iberia y a British Airways, opera desde Barcelona con Level y vuela a Nueva York, Boston, Miami, San Francisco, Los Ángeles, Buenos Aires y Santiago de Chile. Uno de los interrogantes es si el salto de capacidad del Josep Tarradellas animará nuevos trayectos transoceánicos.
Aena se ha pasado años insistiendo en que el diseño de pistas de Barcelona coarta su volumen de actividad e impide poder mejorar la oferta de conexiones de largo alcance. Encajado entre las poblaciones de El Prat, Viladecans, Castelldefels y Gavà, el aeropuerto tiene que gestionar su operativa atendiendo al volumen de ruido que causan los aviones sobre los vecinos. Este hecho condiciona el uso de las pistas y las maniobras de despegue de las aeronaves, e impide exprimir todo el potencial de rendimiento que tiene la infraestructura. La solución ha sido alargar la pista de mar para que todos los aviones, incluidos los colosales wide body que hacen rutas más largas, tengan banda de rodadura suficiente para tomar impulso.
Esta medida abre la puerta a otra controversia vecinal, en este caso con la fauna y flora de los humedales y lagunas que rodean el aeropuerto. La intervención diseñada por Aena, la Generalitat y el Ministerio implica asfaltar un tramo de 600 metros y afectar una zona natural protegida con el sello europeo Red Natura 2000. Ayer mismo, más de mil personas –2.000, según los organizadores–, se manifestaron en El Prat de Llobregat contra la ampliación convocados por la plataforma vecinal ecologista Ni un pam de terra. La cita precede a la movilización prevista para el 28 de junio en Barcelona.
Daniel Albalate fue durante el gobierno de Esquerra Republicana director de Aeroports de Catalunya, la sociedad pública que gestiona el aeropuerto de Lleida. Por razón de su cargo, Albalate fue miembro Comité de Desarrollo de Rutas Aéreas de Barcelona (CDRA), con la misión de incentivar nuevas conexiones internacionales para el Barcelona-El Prat. “Nunca he escuchado a una aerolínea decir que no vuela a Barcelona por culpa de la pista”, indica, para restar credibilidad a la idea de que alargar la tercera pista es crucial para impulsar la actividad de la instalación. Defiende que incluso con las dimensiones actuales de la pista de mar es posible despegar aviones con destino a Japón o India. “En lugar de poner el 100% de billetes a la venta se pone el 75%, se rebaja el peso del avión y el vuelo sigue siendo rentable”, asegura. Otras fuentes del sector cuestionan esa tesis, y sostienen que “una pista más larga no será para tener más destinos desde Barcelona, sino para incrementar el número de vuelos”. Además, aluden a las disfunciones que sufre el aeropuerto ahora cuando no hay otra alternativa que sacar un vuelo por la pista reservada a aterrizajes, que es más larga, lo que ralentiza y altera toda la programación aeronáutica.
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