España lidera las pérdidas por fraude en el vino y otras bebidas alcohólicas en la Unión Europea

La venta de bebidas alcohólicas falsificadas, sobre todo de botellas de vino, causa en España 380 millones de euros en pérdidas económicas y la destrucción de 1.100 empleos anuales. Así consta en los datos que maneja la Oficina de la Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), que ha lanzado una campaña en la que denuncia “el impacto negativo que las falsificaciones tienen sobre la economía europea y su patrimonio gastronómico”. Y que alerta, además, de que este tipo de productos suponen un riesgo para la salud de los consumidores y que financian redes de crimen organizado dedicadas a actividades como el tráfico de drogas o incluso el terrorismo, subrayan fuentes de la EUIPO.

La oficina europea, con sede en Alicante, señala que las falsificaciones suelen emparentarse con el sector de la moda y el lujo. Sin embargo, ya en 2022 desvelaron en un informe que los alimentos, “especialmente galletas, pasta, patatas fritas y dulces” se situaron en el segundo escalón de la incautación de productos fraudulentos incautados en las fronteras de la UE. Y un informe de la policía europea, Europol, con datos del año pasado, advierte de que la manipulación de etiquetas, envases y procesos de fabricación es un negocio al auge en el ámbito del comercio electrónico. “Las operaciones policiales sobre el terreno”, señalan desde la EUIPO, “también ponen en evidencia la magnitud del problema”. Una operación conjunta entre Europol e Interpol, en colaboración con fuerzas policiales de 29 países, se saldó con la incautación de 22.000 toneladas de alimentos y alrededor de 850.000 litros de bebidas, en su mayoría alcohólicas, “productos alimenticios falsificados y de calidad inferior por valor de 91 millones de euros” en 2024.

Precisamente el amplio dispositivo de seguridad alimenticia y de marca que suponen las indicaciones geográficas protegidas (IGP), las denominaciones de origen (DOP) y las especialidades tradicionales garantizadas (ETG), de las que Europa cuenta con más de 3.600 productos registrados, convierten a los alimentos de calidad en objetivo principal de los falsificadores. “Francia, Italia y Alemania lideran tanto la producción como el consumo de productos con IG” en la UE. El aceite de oliva, la cerveza, la carne, el queso y los productos lácteos son los sectores más afectados. Pero el vino, “que constituye el 54% del consumo total” de marcas protegidas de la UE, es el más vulnerable. Y en ese terreno, España, Francia e Italia son los países más atacados, según los datos de la EUIPO.

En el sector del vino y las bebidas espirituosas, un estudio de la oficina europea pone a España al frente de las pérdidas directas por ventas fraudulentas, con 380 millones de euros. Es segundo lugar se sitúa Francia, con pérdidas valoradas en 316 millones, y el podio lo completa Italia con un impacto económico negativo de 302 millones. En destrucción de empleo, las posiciones apenas varían. Francia encabeza los registros con 1.193 puestos de trabajo perdidos cada año y la siguen España, con 1.126 e Italia, con 648. El total de los países miembros escala hasta los 2.016 millones en pérdidas totales y los 5.316 empleos echados a perder anualmente.

Para su campaña ¿Qué hay en la mesa?, que la EUIPO lanza con motivo de la celebración del Día Mundial contra la Falsificación, que tendrá lugar mañana, día 12, la oficina europea recomienda que los consumidores “compren en tiendas, canales de distribución y páginas webs oficiales”. También apunta que se debe “verificar el etiquetado del producto y su origen” y “buscar las etiquetas oficiales de IG de la UE para garantizar la autenticidad de los productos que compran. Y, por último, “examinar el embalaje y el producto en sí, ya que las falsificaciones suelen presentar defectos y errores ortográficos”.

La lucha contra la piratería alimentaria no solo combate el impacto económico. La Europol ya detectó en 2021, según la EUIPO, la existencia de “productos alimenticios fraudulentos que contienen sustancias peligrosas como metanol, mercurio, fipronil y diversos insecticidas o plaguicidas”. Además, los informes de la EUIPO vinculan la producción y distribución de marcas falsas al crimen organizado. Su actividad “socavan los negocios legítimos, ponen en peligro la salud de los consumidores y ayudan a financiar otros delitos graves, como el tráfico de drogas, el blanqueo de capitales, la ciberdelincuencia, el fraude e incluso el terrorismo”, sostiene la oficina europea.