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Los ‘dupes’ de belleza, un parásito para la industria cosmética

Estos clones más económicos de productos de alta gama pueden incurrir en competencia desleal

Comercio de belleza y cosmética en San Sebastián.

Como sucedió hace una década con los perfumes de equivalencia, aquellos que se presentaban a través de un número que se correspondía con una fragancia de alta gama, los dupes constituyen hoy el nuevo campo de batalla de las marcas de perfumería y cosmética. El término procede de la palabra inglesa duplicate (duplicado), y hace referencia a artículos de belleza de marcas blancas que algunos medios y creadores de contenido asocian con otros de firmas reconocidas, viralizando la comparación en internet. Por ejemplo, en TikTok o Instagram hay vídeos con miles de “me gusta” y recirculaciones que equiparan algunos cosméticos o cremas de Mercadona con los de otras compañías representativas del sector, como Estée Lauder o Isdin.

Aunque los duplicados suelen presentarse como una compra inteligente, en la medida en que son más baratos que los artículos en los que los usuarios dicen que se inspiran, “parasitan” la competencia entre las marcas, advierte Jorge López Sánchez-Prieto, director legal de la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa). Y ello porque se aprovechan “parasitariamente” del esfuerzo investigativo, comercial y reputacional realizado por el creador del producto primigenio.

Otra cuestión es si la calidad entre ambos artículos es la misma. Según un informe de Crane Authentication, una compañía que trabaja para las firmas monitorizando imitaciones, los duplicados “pueden no igualar el producto genuino, ya que es menos probable que se fabriquen con materiales premium y sostenibles”. Como no es oro todo lo que reluce, para identificar cuándo los productos de belleza prometen más de lo que pueden cumplir, hay que ir al etiquetado. Aunque no es obligatorio que los fabricantes indiquen “los porcentajes exactos” de ácido hialurónico o retinol que, por ejemplo, contienen sus cremas, ahí deben ordenar “de mayor a menor” su concentración, salvo que sea inferior al 1%. En ese caso, los componentes pueden aparecer desordenados, explica López Sánchez-Prieto.

Así, por ejemplo, si la conversación en redes gira en torno a un sérum por su potencial para alisar la piel, pero los antioxidantes aparecen entre los últimos componentes, es probable que su poder no sea tal. Es más, según apunta Rosalía Salvia, directora de propiedad intelectual de la compañía dermatológica Isdin, un producto puede parecerse “superficialmente” a otro y no tener la misma eficacia. “Uno de los grandes mitos que se ha extendido es que si llevan los mismos ingredientes son iguales. Esto es profundamente inexacto. La calidad depende de la formulación completa, las concentraciones, la estabilidad de los activos, la forma galénica, la tecnología de liberación y, sobre todo, de los estudios”, argumenta.

Desde el punto de vista jurídico, hay una frontera que separa las falsificaciones de los dupes, explica David Gómez, socio director del bufete Baylos. Mientras que las primeras son “una copia ilegal”, en la medida en que “parecen un producto fabricado por el legítimo titular”, los duplicados “son artículos que imitan algunas o todas las características de otro que ya existe”. Así, en el caso de los dupes, el consumidor no se confunde entre los productos, pero en el de las falsificaciones puede comprar sabiendo que es una copia ilegal o hacerlo engañado.

Casuística

Entonces, ¿los dupes son legales? No hay una respuesta única, pues dependerá de las singularidades del producto y de la forma en la que compite en el mercado. Para que haya una infracción, explica el abogado, el duplicado “debe copiar características del producto original que se encuentren protegidas por derechos de propiedad intelectual o industrial”, como la marca o el diseño, o debe incurrir en un acto de competencia desleal. Esto ocurrirá si se aprovecha “indebidamente de la reputación ajena”, “genera riesgo de asociación o confusión con el producto original” o “imita sistemáticamente características de este no protegidas, pero que son clave del éxito comercial”.

Aunque no abunda la jurisprudencia sobre los dupes por ser un fenómeno reciente, los tribunales se han pronunciado sobre los presupuestos anteriores en diferentes ocasiones, amparando a firmas como Carolina Herrera, Hugo Boss o Paco Rabanne frente a las fragancias de equivalencia. En líneas generales, han fallado que no se pueden presentar perfumes como “réplicas de otros protegidos”, poniendo coto a la proliferación de negocios basados en la imitación de perfumes.

En el caso de que alguno de los duplicados fuera declarado ilegal, tanto los medios como los creadores de contenido que llevan a cabo la asociación también podrían responder frente a los titulares marcarios, advierte el director de Baylos. Y ello por ser “ilícito” referirse a una marca ajena “para informar sobre la equivalencia, similitud o identidad” con otro producto, añade el director legal de Stanpa. Precisamente, en relación con los contenidos que asimilan algunos artículos de Mercadona con los de otras marcas, la compañía es rotunda: “Cualquier asociación que pueda realizarse es algo con lo que no estamos en absoluto de acuerdo”. Según fuentes de la empresa, desarrollan sus productos siguiendo “un modelo de innovación propio” para responder a las necesidades de sus clientes.

Actualmente, España es uno de los países de la Unión Europea más afectados por las falsificaciones. En el sector cosmético suponen unas pérdidas de 398 millones de euros y la destrucción de más de 3.600 puestos de trabajo al año, según la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea. Como apunta la directiva de Isdin, “defender la innovación no es solo proteger una marca; es defender un modelo de industria basado en la calidad, la investigación y el compromiso con la salud de las personas”.

Radiografía de los compradores

El grupo de consumidores de dupes más representativo está formado por la generación Z y Milenial, apunta Gerard Guiu, director de la Asociación para la Defensa de la Marca (Andema). Dice que “valoran la estética y el precio, y son más influenciables por los creadores de contenido”. En sentido parecido se pronuncia Ilaria Gironi, directora regional de Crane Authentication, empresa que, tras un estudio interno, ha detectado que “uno de cada tres consumidores ha comprado imitaciones de cosméticos”. Guiu insiste en que son  “una forma de parasitismo comercial” y aboga “por una regulación más clara.

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