El BCE no afloja el ritmo: baja los tipos de interés por séptima vez consecutiva y los deja en el 2%
Los buenos datos de inflación y la incertidumbre sobre el crecimiento empujan a Fráncfort a rebajar otra vez el precio del dinero en 25 puntos básicos. El Eurobanco mejora sus perspectivas de inflación para este año y el siguiente, y recorta muy tímidamente las de crecimiento


Una vez tras otra, sin guerra comercial y con ella, el Banco Central Europeo aplica la misma fórmula machaconamente: bajar los tipos de interés en 25 puntos básicos. Este jueves volvió a hacerlo, por séptima vez consecutiva, la octava desde que empezara la desescalada hace un año, para dejar el precio del dinero en un redondo 2%, su nivel más bajo desde diciembre de 2022. “Estamos bien posicionados para navegar las incertidumbres”, insistió la presidenta del BCE, Christine Lagarde, que cerró el círculo recuperando, un año después, el colgante con las palabras In charge —Al mando—, que utilizó en la rueda de prensa de su primer recorte de tipos en junio de 2024.
Los mercados concedían casi un 100% de posibilidades al recorte de este jueves. Y el Consejo de Gobierno no ha encontrado motivos para llevarles la contraria. Solo un voto en contra rompió la unanimidad, todo apunta que el del halcón austriaco Robert Holzmann. Hacer una pausa justo cuando la inflación ha caído por debajo del sacrosanto umbral del 2%, mientras el euro se fortalece, la energía se abarata, los sueldos se moderan, y los precios de los servicios dan, por fin, un respiro, habría provocado cuanto menos extrañeza.
Tampoco esperaba nadie un recorte mayor, de 50 puntos básicos, visto que el BCE es, con diferencia, la entidad de entre las grandes que más ha bajado los tipos (200 puntos básicos en un año, frente a los 100 de la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra). Ir más rápido de la cuenta tiene sus riesgos: no son del todo descartables sorpresas negativas si descarrilan las negociaciones comerciales entre Bruselas y Washington, que se han dado hasta el 9 de julio para llegar a un acuerdo y evitar así una escalada arancelaria que no beneficiaría a nadie.
Igual que sucediera en septiembre, diciembre y marzo, los economistas del BCE han rebajado sus proyecciones de crecimiento económico, aunque esta vez el cambio ha sido mínimo, prácticamente imperceptible. Esperan que el PIB de la zona euro repunte un 0,9% en 2025, igual que antes, y un 1,1% en 2026 (una décima menos). Para 2027 lo dejan intacto en el 1,3%.
“El mantenimiento de la proyección de crecimiento para 2025 refleja un primer trimestre más vigoroso de lo esperado, junto con unas perspectivas más débiles para el resto del año”, apuntó Lagarde. Las compras masivas de empresas estadounidenses en Europa, que han optado por almacenar producto para evitar los potenciales aranceles, están detrás de esa buena marcha de los tres primeros meses. El PIB de la zona euro avanzó en ese periodo tres décimas, y Lagarde no descarta una revisión al alza, aunque la tendencia debería ir dándose la vuelta en los próximos trimestres. “Donald Trump no solo ha hecho que la economía europea vuelva a ser grande durante un trimestre. También ha hecho que la inflación prácticamente desaparezca”, ironizó Carsten Brzeski, jefe de Macro de ING, en su análisis sobre los datos presentados por Lagarde.
Trump no aparece citado en el comunicado del BCE, pero se deja entrever que el impacto de la guerra comercial se verá compensado por otras fuerzas. “Aunque se espera que la incertidumbre sobre las políticas comerciales afecte a la inversión empresarial y a las exportaciones, especialmente a corto plazo, el aumento de la inversión pública en defensa e infraestructuras respaldará progresivamente el crecimiento a medio plazo”, señala en referencia a los planes de aumento del gasto en Alemania y la UE.
La fecha límite del 9 de julio para el acuerdo comercial con EE UU actúa todavía como un recordatorio de que las cosas pueden ir a peor. Pero tanto el hecho de que las previsiones de crecimiento apenas hayan cambiado, como los mensajes desde Bruselas sobre la evolución favorable de las conversaciones, lanzan una señal de optimismo.
El nuevo acrónimo de moda, TACO —Trump Always Chickens Out, que quiere decir Trump siempre se acobarda—, implicaría, si continúa cumpliéndose, una nueva marcha atrás del republicano, que ya rectificó las tarifas a China o su intención de despedir al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell. En este caso, la enmienda llegaría en los aranceles masivos a Europa, pero el BCE no puede cerrar todavía ninguna puerta mientras haya posibilidades de que las turbulencias regresen, por lo que sigue considerando los riesgos comerciales como una amenaza para la actividad.
Mucho más que el de crecimiento cambia el escenario de precios, que mejora ostensiblemente en las previsiones del Eurobanco: la inflación media para este año sería del 2% (del 2,3% en la proyección anterior), mientras que para 2026 se quedaría en el 1,6% (por debajo del 1,9% previsto), y en 2027 se situaría en el 2%, sin cambios. Lo achacan a la apreciación del euro, de un 10% frente al dólar en lo que va de año. Y al abaratamiento de la energía, después de la caída de la cotización del barril de petróleo brent un 14% en 2025, y de que el precio del gas en el índice holandés TTF se haya desplomado casi un 40% desde su pico de febrero.
En todos los escenarios, mejores y peores, la inflación se mantiene contenida: en el más severo, aquel en el que los aranceles estadounidenses vuelven a los niveles del llamado Día de la Liberación y la UE toma represalias, la inflación se mantendría intacta en el 2% este año, aunque el crecimiento se reduciría al 0,5%, casi a la mitad. Europa, en cualquier caso, no cerraría el año en negativo.
La situación comercial, advirtió Lagarde, ha hecho que estas previsiones sean más inciertas de lo habitual. Para un inicio de verano plácido en que la sangre no llegue al río, el Eurobanco eleva el crecimiento al 1,2% en 2025, y los precios seguirían estables en el 2%.
Más recortes en camino
Dadas las perspectivas de una inflación bajo control, entre los analistas el consenso se inclina cada vez más hacia una política monetaria flexible en la zona euro. Esto es, hacia más bajadas de tipos. “El riesgo de que la inflación se quede por debajo del objetivo ha aumentado claramente, el recorte de tipos de hoy no será el último”, augura Brzeski, de ING.
El buen dato de mayo, cuando la inflación se situó en el 1,9%, allana el camino a Fráncfort, que está viendo cómo su estrategia de reducir el precio del dinero paso a paso no está causando un efecto rebote en la inflación, por lo que cuenta con margen para seguir haciéndolo. Además, Bloomberg Economics calcula que el desvío de productos chinos de bajo coste hacia Europa por las restricciones de EE UU al comercio puede reducir la inflación de la zona euro en cuatro décimas tanto este año como el siguiente. Eso se está reflejando en los futuros, que descuentan entre uno y dos recortes adicionales hasta finales de 2025, con septiembre y diciembre como las fechas más probables. La agencia Bloomberg ha publicado, poco después de la reunión, que el banco prevé hacer una pausa en la próxima reunión de julio, según fuentes internas de la entidad.
La sensación creciente de que la inflación puede seguir cayendo y los tipos bajando se ha trasladado al euríbor. El principal indicador hipotecario está a punto de romper la barrera del 2% por primera vez desde septiembre de 2022, lo cual está suponiendo un importante ahorro para los hipotecados a tipo variable, y facilita el acceso a financiación de los interesados en comprar una vivienda. El mercado inmobiliario español cerró el primer trimestre con 183.000 compraventas, la cifra más abultada desde la burbuja.
Detrás del buen comportamiento de los precios están algunas de las partidas que más han preocupado al BCE en los últimos tiempos. La inflación de servicios ha pasado del 4% al 3,2%, su nivel más bajo en más de tres años; los salarios negociados se han moderado del 4,1% al 2,4%, y la inflación subyacente, que excluye energía, alimentos tabaco y alcohol, y a la que los expertos conceden una importancia especial como anticipadora de tendencias, ha pasado en mayo del 2,7% al 2,3%.
Los riesgos al alza mencionados por Lagarde para la inflación: el ambicioso plan fiscal alemán o una fragmentación de las cadenas de suministro que encarezca las importaciones, no parece que vayan a dar dolores de cabeza a corto plazo a una presidenta del BCE que no concretó si tuvo conversaciones para marcharse al Foro Económico Mundial antes de terminar su mandato, como dijo al Financial Times su antiguo presidente, Klaus Schwab. “Siempre he estado determinada a cumplir mi misión y terminar mi mandato”, aseguró Lagarde.
Preguntados sobre la opa del BBVA sobre el Sabadell, Lagarde delegó la respuesta en el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, quien llamó a agotar los plazos para evitar especulaciones. “Debemos esperar hasta que haya una opinión definitiva del Gobierno”, defendió. Fráncfort publicó el pasado septiembre un informe en el que manifestó su “no oposición” a la operación de compra del Sabadell.
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