El Banco de España cree que la guerra arancelaria tendrá un impacto limitado para España, pero advierte de la incertidumbre
El informe anual sostiene que el Gobierno está desaprovechando el crecimiento para sanear las cuentas públicas. El supervisor reduce las recomendaciones de política económica que solía hacer


La economía española presenta una exposición limitada a Estados Unidos y por tanto al conflicto arancelario desatado por la Administración Trump. En principio debería seguir exhibiendo crecimientos robustos a pesar de las medidas proteccionistas, que tendrían un impacto escaso, apenas una décima en promedio en unos tres años en un escenario de guerra comercial: “Las perspectivas para los próximos trimestres siguen siendo relativamente favorables”, indica el informe anual del Banco de España publicado este martes. Sin embargo, la incertidumbre es máxima, reconoce. De hecho, el impacto negativo sobre el PIB español aumentaría si, como resultado de las tensiones comerciales, se produjera un deterioro de las condiciones financieras o de los niveles de incertidumbre afectando a las decisiones de gasto e inversión, como sucedió en las primeras semanas de abril hasta que se declaró una tregua de 90 días. En ese caso, se amplificarían los efectos pudiendo perderse hasta 0,3 puntos de PIB por las turbulencias en los mercados y hasta 0,3 por el retraimiento de las inversiones y el consumo, dependiendo de los canales que predominen y sin que se puedan sumar estos impactos porque son ejercicios separados. En todo caso, las previsiones están sometidas a una extraordinaria incertidumbre por las políticas de la Casa Blanca. Así lo afirma el Banco de España en su primer informe anual con José Luis Escrivá al frente.
La institución señala que en un contexto de alta incertidumbre, volatilidad y mercados financieros con valoraciones elevadas se desconoce cómo pueden acabar las negociaciones y las represalias, cómo se pueden adaptar las empresas ajustando márgenes, redirigiendo o recomponiendo su oferta de productos, o cómo reaccionará la demanda al precio una vez aplicados los aranceles. El arancel medio para los productos españoles en Estados Unidos ha pasado ya del 3% al 12% y podría quedarse en el 18% si se materializan los anuncios del 2 de abril. Pero los efectos indirectos pueden ser algo mayores, alerta el banco, pues España produce también bienes intermedios como componentes de automóviles que luego se venden a Estados Unidos a través de otros países como Alemania. Si caen las exportaciones de bienes, adicionalmente pueden retroceder las ventas de servicios que acompañan a esas manufacturas. Además, España cuenta con productos como el vino o el aceite que son más sustituibles. Y habrá que seguir el impacto que pueda tener en la demanda del turismo, sobre todo por el encarecimiento del euro, aunque eso es algo que solo se observará, al menos, un año más tarde. Los estadounidenses son los principales turistas procedentes de fuera de Europa, con 4 millones de visitantes y niveles muy altos de gasto. Y los turistas chinos y alemanes también podrían resentirse por la menor demanda global. En cualquier caso, el supervisor insiste en que el mayor golpe por las tensiones comerciales se darían en la actividad e inflación en Estados Unidos, donde el PIB ya se desaceleró bruscamente en el primer trimestre al adelantarse las importaciones para evitar los aranceles. En la inflación europea el golpe sería menor y podría verse compensado por la menor actividad y la llegada de bienes de otros países que ya no se destinan a Estados Unidos.
El mayor riesgo que se identifica en el horizonte es que el dólar pierda su papel de ancla de las finanzas mundiales. En opinión del banco, de llegarse a ese extremo podría tener consecuencias para la estabilidad financiera global.
Dicho esto, llama la atención sobre el informe anual que es mucho más descriptivo de lo que solía ser. Y que se ha suprimido buena parte de las recomendaciones de política económica que siempre ha hecho el Banco de España sin importar quién fuera el gobernador. El documento, de 199 páginas, no abunda en las pensiones salvo para decir que se ha salvado el examen sobre el sistema que impuso Bruselas y que están contribuyendo al aumento del gasto público. No habla del efecto que pueda tener en las cuentas públicas las nuevas exigencias de inversión en defensa. No menciona la reducción de jornada, las subidas del salario mínimo, el pacto fiscal con Cataluña, la condonación de la deuda autonómica, los controles de precios en el alquiler o cualquier otra política económica del Gobierno. Respecto a esto, el banco sostiene que no ha cambiado su opinión y que en el informe simplemente está incluyendo trabajos novedosos.
En general, el tono es positivo sobre los avances económicos realizados en los últimos años y, sobre todo, se abandona en gran medida el papel de prescriptor de políticas económicas que siempre había tenido el Banco de España. Salvo algunas excepciones: el organismo supervisor advierte de que “se ha desaprovechado” el plan fiscal comprometido con Bruselas para hacer una consolidación presupuestaria “rigurosa”, que sirva para construir colchones en un contexto de presiones sobre el gasto por las pensiones, la sanidad o la defensa. El banco explica que se está desaprovechando el robusto crecimiento económico y se posponen los esfuerzos para más adelante, cuando el ciclo económico puede no ser tan favorable. Recuerda que la deuda pública sigue siendo elevada: en el 101% del PIB, cuatro puntos más que antes de la pandemia y 14 puntos más que la media de la zona euro. También ve como una posible fuente de vulnerabilidad la deuda externa. Y pide que se haga una reordenación de los gastos y los ingresos buscando la eficiencia y “una contribución más favorable al crecimiento económico”.
Sin embargo, en los últimos años ha aumentado la recaudación de los impuestos directos, teóricamente los más penalizadores del crecimiento porque gravan el empleo y la actividad, y ha descendido el peso de los indirectos, que suelen ser menos gravosos para el crecimiento, dice. Calcula que el incremento de recaudación del IRPF se corresponde en un 23% con la mejora de los salarios y el empleo, y en un 77% por no actualizar las tarifas con la inflación, un fenómeno que se conoce como progresividad en frío y que ha sido más intenso que en el resto de Europa. También considera que habría que recomponer la estructura del gasto buscando una mayor inversión pública, que ahora sube gracias a unos fondos europeos que son “temporales”, recuerda, y que habrá que ver cómo se reemplazan para poder seguir impulsándola.
En cuanto al plan fiscal alemán y el gasto en defensa, afirma que el impacto está por concretarse pero que puede afectar positivamente al crecimiento. Y pide que Europa avance en la integración económica con nuevos instrumentos financieros y que defienda los marcos multilaterales. “Es una oportunidad para reforzar la resiliencia económica de la UE”, apunta.
El supervisor afirma que la economía española mantiene un elevado dinamismo, basado en el consumo público y privado, las exportaciones de servicios empresariales, un turismo más diversificado en cuanto a las fechas, los destinos y el origen, una reducción de la factura energética por las renovables y el notable aumento del empleo, sobre todo por la llegada de inmigrantes. El 76% del empleo creado ha sido ocupado por no nacidos en España, constata. Y cree que este no es un fenómeno exógeno a la economía española: es decir, ve un componente estructural en la llegada de foráneos que está sirviendo para atender las necesidades de mano de obra. Aprecia un tensionamiento del mercado laboral porque un 45% de las empresas declara que está viendo limitada su actividad por la falta de trabajadores y porque los salarios están subiendo muy por encima de lo pactado en convenios: crecieron en 2024 al 5,2% frente al 3,1% acordado. También porque se han disparado las bajas por incapacidad temporal, que achaca al envejecimiento, el deterioro de la salud tras la pandemia y al buen ciclo económico, que hace que los trabajadores no teman perder el empleo. Pese a que los inmigrantes tienen una formación menor que los nacionales y copan el aumento de la ocupación, el banco considera que hay una mejora del empleo por los sectores donde se está creando y un mayor contenido digital y tecnológico. Y apunta a unos aumentos de productividad que, aunque escasos, han sido mayores en los últimos años que en el promedio de la zona euro y en Francia y Alemania, lo que ha servido para recortar ligeramente el retraso. Aun así, Grecia y Portugal han tenido incrementos mayores. Y el retraso en productividad por hora trabajada desde 1998 respecto a los galos es de 32 puntos y sobre los alemanes, de 33.
El banco resalta que los tipos del crédito bancario al consumo, el hipotecario y el de empresas están bajando de forma más acusada en España que en el resto de la eurozona como consecuencia de las bajadas de tipos, en un contexto en el que el endeudamiento de familias y empresas se encuentra por debajo de los niveles de la zona euro y las situaciones de vulnerabilidad financiera han disminuido significativamente. Defiende que hay ganancias en competitividad que se han reflejado en una mejora del superávit con el exterior. Pero aún así destaca que persisten retos estructurales en la brecha de productividad con Europa y en una tasa de empleo inferior. Subraya que la inversión residencial está siendo insuficiente para atender la demanda, y habla de la vivienda como un cuello de botella y un problema social de primera magnitud. En 2024 se añadió un déficit de 80.000 viviendas al que ya existía de 600.000, agravándose el desfase entre oferta y demanda. Además, señala la debilidad de la inversión productiva privada, que está siendo el capítulo donde la recuperación se ha quedado más rezagada y todavía se halla en cotas inferiores a 2019.
A pesar de haber bajado la temporalidad y aunque ha mejorado levemente, la rotación laboral continúa siendo elevada. Medida como el porcentaje de altas y bajas sobre el total de afiliación, es bastante más alta que en otros países europeos. Aunque la posición de España en capital humano, innovación y gasto en I+D está alejada de los mejores estándares europeos, el supervisor destaca que en los años recientes se han registrado mejoras en todos ellos medido por diversos indicadores.
Pese a prescindir del capítulo sobre políticas económicas y retos que había creado el anterior gobernador, Pablo Hernández de Cos, el Banco de España sí hace algunas recomendaciones genéricas sobre reformas, aunque sin extenderse en ellas con un análisis de más de 50 páginas como se hacía con Hernández de Cos. El informe anual reclama que España avance en una agenda reformista ambiciosa, como la que se ha incluido en el Plan de Recuperación, haciendo hincapié en el fomento del crecimiento empresarial, la mejora del marco regulatorio e institucional, el reforzamiento del marco presupuestario a medio plazo, el impulso a la inversión e innovación y el refuerzo del capital humano. Para esto último recomienda mejorar las políticas activas y pasivas de empleo. Sobre las prestaciones dice que deben asegurar una cantidad suficiente pero que también han de acompañarse de incentivos para incorporarse al empleo. La coexistencia de esas tensiones en el mercado laboral junto a un paro elevado podría revelar un componente estructural en el desempleo, admite.
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