James Neal, el fiscal del Watergate
Persiguió al sindicalista Jimmy Hoffa y, como abogado, defendió a Exxon tras el vertido de Alaska
El gran día de James Foster Neal fue el 27 de diciembre de 1974, la jornada en que concluyó el juicio contra cinco altos cargos de la Administración norteamericana por su papel en el escándalo del Watergate. En su alegato final como fiscal, el entonces joven letrado de Tennessee, elegante y atlético, miembro de una nueva generación de abogados del Estado surgida en los años sesenta bajo la tutela del fiscal general Robert Kennedy, se dirigió al jurado y también a una nación ávida de reconciliación. Richard Nixon había dimitido cuatro meses antes.
"No es placentero lanzar piedras", dijo. "El Gobierno, al que ahora yo represento aquí [se refería al de Gerald Ford], no lanza piedras con felicidad o alegría. Pero para mantener a esta sociedad en marcha, las piedras deben ser lanzadas. La gente debe admitir su responsabilidad". Posteriormente, añadió: "Como representantes de la ciudadanía y de una sociedad libre ustedes deben cerrar las cuentas del Watergate de una vez para siempre".
Su último gran cliente fue el ex vicepresidente Al Gore
Neal, fallecido a los 81 años en Nashville, el pasado 21 de octubre, a causa de un cáncer de esófago, consiguió que el jurado declarara culpables a cuatro de los cinco inculpados por orquestar una tapadera para el escándalo del Watergate, en un incidente en que unos espías entraron en las oficinas del Partido Demócrata en Washington. Aquel día, Neal logró un veredicto de culpabilidad para el ex fiscal general John Mitchell; el asesor de este Robert Mardian; el ex jefe de Gabinete de la Casa Blanca H. R. Hadelman, y el asesor de Nixon en política nacional, John Ehrlichman.
Neal ya era famoso gracias al caso que emprendió contra el célebre sindicalista Jimmy Hoffa, presidente de la Hermandad Internacional de Camioneros, el mayor sindicato de EE UU. Primero, Neal acusó a Hoffa, en 1962, de haber aceptado pagos ilegales de un sindicato de camioneros. Aquel juicio acabó siendo invalidado porque los miembros del jurado no fueron capaces de alcanzar un veredicto. Neal volvió a sentar a Hoffa en el banquillo en 1964, por haber intentado manipular a los miembros de su anterior jurado. En esta segunda ocasión fue declarado culpable, aunque no dimitió de su cargo hasta 1971.
Fue el fiscal general Kennedy quien contrató a Neal para que trabajara como fiscal del Estado en 1961. Previamente, había estudiado Derecho en las universidades de Vanderbilt, en Nashville (Tennessee), y Georgetown (Washington DC), y había servido en la guerra de Corea con el Cuerpo de Marines. Nacido el 7 de septiembre de 1929 en Oak Grove (Tennessee), Neal supo desde niño que quería ser abogado. Según dijo en numerosas entrevistas, acudía a los juicios del condado con su padre, a quien le gustaba escuchar las peroratas de los fiscales y abogados defensores.
Neal siguió como fiscal del Estado hasta 1971, cuando fundó su propio bufete, Neal & Harwell, en Nashville. Como abogado defensor, sus clientes fueron mucho más polémicos. Representó al fabricante de automóviles Ford en un caso en el que murieron tres mujeres por la explosión del depósito de gasolina de un Ford Pinto; a un médico al que se acusó de recetarle medicamentos sin reserva alguna al cantante Elvis Presley, e intervino en un caso que le convirtió en un enemigo de los ecologistas al defender a la corporación petrolera Exxon después del vertido de crudo del Exxon Valdez en Alaska.
Su último gran cliente fue Al Gore. En 1997, el Departamento de Justicia comenzó una investigación al entonces vicepresidente por haber tomado parte en diversos actos de recaudación de fondos para el Partido Demócrata. La línea entre el cargo oficial y la militancia política había quedado empañada y le correspondía a Neal aclararla. El año de las elecciones de 2000, la fiscal general Janet Reno dejó que el caso muriera por sí mismo al rechazar encargarle la cuestión a un fiscal especial. Fue un asunto frecuentemente debatido en la campaña electoral que acabaría por ganar, tras un largo recuento, George W. Bush.

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