Alegría
"Alegria, come un lampo di vita, alegria". Así comienza el famoso tema del Cirque du Soleil, y es quizá la mejor caracterización de la situación actual de los mercados y de la economía mundial. La sensación de que los peores presagios sobre la crisis económica no se van a cumplir ha generado una sensación de alegría, de "relámpago de vida", que ha animado a los mercados y creado un repunte en la confianza que se ha traducido en una rápida corrección al alza de los valores bursátiles. Todos los indicadores, incluyendo los spreads de los activos con riesgo, las medidas de riesgo sistémico y de fragilidad del sistema bancario, o los precios de las materias primas, se han movido al unísono.
La recuperación 'en uve' no es una fantasía optimista, sino un escenario probable
Las razones son varias: la decisión en marzo de la Fed y del Banco de Inglaterra de iniciar (o ampliar, en el caso de la Fed) un programa agresivo de compras de activos, que indicó la voluntad de los bancos centrales de hacer todo lo posible por evitar una depresión; el anuncio del G-20 de triplicar los recursos del FMI, que indicó la decisión de los Gobiernos de eliminar el riesgo sistémico de los mercados emergentes, o el plan de stress tests de la Administración americana para recapitalizar los bancos y así garantizar la estabilidad del sistema financiero y el crecimiento crediticio. Todas ellas tienen un denominador común: eliminar la incertidumbre Knightiana, esa sensación de no saber muy bien lo que está pasando ni quién tiene el control de la situación, y que nos lleva a asumir que el peor de los escenarios es el más probable. En esas situaciones, los agentes económicos se preparan para la catástrofe y se genera un círculo vicioso de consecuencias potencialmente dramáticas. Ahí se encontraba la economía mundial cuando los mercados bursátiles alcanzaron, en marzo, los niveles de 1995, destruyendo toda la riqueza generada en los últimos 14 años. Pero, claro, si el peor de los escenarios es el más probable, ¿por qué pararse en 1995, por qué no retroceder otros 15 años? La sensación de vacío corría el riesgo de autoalimentarse.
La actuación decisiva de las autoridades económicas mundiales ha permitido crear una red de seguridad mental que ha cambiado el sistema de razonamiento de los agentes económicos. Si el peor de los escenarios ya no es el más probable, si la perspectiva de recuperación mejora, entonces la estructura de riesgo/beneficio cambia -y esos precios de 1995 comienzan a parecer interesantes, de ahí la reciente mejora bursátil que ha llevado las cotizaciones bursátiles mundiales a los niveles de 2003; además, la segunda derivada de los indicadores económicos ha cambiado de signo-; es decir, la velocidad de deterioro se ha ralentizado, y en algunos casos la situación se ha estabilizado o incluso ha comenzado a mejorar. Es muy probable, por tanto, que el crecimiento económico mundial sea ya positivo este verano y que lo peor de la crisis lo hayamos dejado atrás.
El ajuste está siendo agresivo, a pesar de los múltiples rescates públicos. Por ejemplo, en EE UU, el empleo en la construcción ha caído casi un 20%, hasta los niveles preburbuja de 1998; en el sector automovilístico, a los niveles de 1995, y en el sector financiero, a los niveles de 2001. El ahorro de las familias, que había alcanzado niveles negativos, ha aumentado rápidamente hacia el 5%, de camino hacia los niveles de 1995, en torno al 7%-8%. Es decir, los sectores donde había excesos están siendo purgados rápidamente. Es posible que la recesión en EE UU esté a punto de concluir.
La economía mundial sobrerreaccionó a la baja en el último trimestre de 2008 y el primero de 2009, y ahora debería rebotar. La evidencia empírica indica que las recuperaciones económicas son proporcionales a la magnitud de las recesiones y, por tanto, una recuperación en uve no es una fantasía optimista, sino un escenario probable. Sin embargo, esta recuperación en uve nos llevará a un crecimiento potencial que será probablemente menor que el que hemos disfrutado en la última década. El daño producido por la crisis ha sido intenso. El aumento del desempleo puede ser bastante permanente y duradero, con efectos nocivos para el crecimiento y la productividad. Es, por tanto, un escenario de raíz cuadrada donde el nuevo crecimiento potencial será menor que el anterior y probablemente se hablará de recuperación sin empleo. Además, los Gobiernos se enfrentarán a unos déficit fiscales estratosféricos y tendrán que adoptar presupuestos restrictivos durante muchos años, sin poder contribuir al crecimiento. Alegría, por tanto, pero sin euforia.
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