Los otros

Los flujos internacionales de capitales han mantenido en 2005 un comportamiento dinámico. En especial las economías emergentes, que se benefician de un entorno favorable, que combina la existencia de abundante liquidez, baja volatilidad y reducida aversión al riesgo. El escenario para 2006 no es muy diferente, pero la historia nos enseña que episodios de interrupción de flujos de capital hacia países en desarrollo no son tan extraordinarios. En América Latina, las mejoras estructurales de los últimos años proporcionan un margen de seguridad mayor al existente en los períodos previos a las crisis de los años noventa. De forma paralela, otras corrientes monetarias, al margen de los flujos de capital extranjero, podrían tener un papel creciente de financiación en la región.

25 millones de emigrantes latinoamericanos han enviado a sus países de origen 45.000 millones de dólares en 2004, el doble que en 2001

La primera es la llegada de remesas, enviadas por 25 millones de latinoamericanos. América Latina recibió 45.000 millones de dólares en 2004 por este concepto, el doble que en 2001. Tres cuartas partes procedían de EE UU y sólo México ingresó más de 16.000 millones. En términos relativos, destacan, entre las principales economías, Colombia (4,1% del PIB) y México (2,5%), que registrarían desequilibrios externos de no existir esos flujos. La reducción de los costes de envío al 50% ha permitido el fuerte incremento registrado en el último lustro y una mayor regularidad de los flujos. Las remesas favorecen el desarrollo del país emisor y pueden ayudar a suavizar los ciclos.

Otra creciente fuente de divisas para América Latina son los ingresos por turismo. La región recibió más de 60 millones de turistas en 2004, frente a los 37 millones de 1990, e ingresó más de 40.000 millones de dólares, más del doble que en 1990. Con relación al PIB, en las principales economías los ingresos por turismo se mueven entre el 0,5% de Brasil y el 1,5% en Argentina, México y Perú.

En tercer y último lugar, es relevante hacer mención al desarrollo de los mercados locales de deuda. La vulnerabilidad que tradicionalmente ha introducido la asimetría del balance de los agentes económicos en América Latina, con un pasivo excesivamente dolarizado, se reduciría si los instrumentos emitidos en moneda local tuvieran una aceptación creciente. Por este camino podría impulsarse el crédito hipotecario, así como sentar las bases para una menor dependencia de los flujos de capital extranjero y de los cambios en las decisiones de cartera asociadas.

David M.Turégano es economista del Servicio de Estudios de BBVA.