Que volvamos a ser...

Me impresionan las manifestaciones de los ciudadanos, que me siguen demostrando que la confianza que sigo teniendo en el ser humano no es sin razón aparente.

Desde el 11-M he dejado de creer en números y en cifras deshumanizadas, y trato de ponerles cara. Nadie somos un simple número de identificación; tampoco las cartas lo son; aunque sean millones las que traten sobre el mismo tema, todas tienen la validez de haberse escrito desde el sentimiento, por las manos de una persona que tiene mucho que compartir con el resto.

Estoy preocupada por lo que está pasando. Es una sensación extraña, de irrealidad absoluta y de inseguridad. Pienso en la virtual amenaza que hoy supone salir a la calle en una ciudad, la mía, que siempre me ha fascinado y abrazado en mis paseos solitarios. No termino de asumir la sensación colectiva de cierto pánico, de estar siempre como en alerta. Es incómodo intentar vivir en unas calles a las que se les ha impuesto la duda constante...

Madrid, quiero que vuelvas a ser el escondite del fugitivo de Sabina y el sueño del poeta apasionado. Quiero que regreses a tu espíritu de belleza eterna. Pero que nunca llegues a olvidar del todo. La ciudad está rota y asustada; y con ella, todos nosotros.

Pero no se trata de huir ni de escondernos: queridos todos, lo que hay que hacer es enfrentarse al odio que quieren imponernos. Ser lo que hemos sido siempre, acogedores, tolerantes. Humanos; más humanos que nunca.Que volvamos a ser... domingos en el Rastro y unas "tapas" por el centro, que volvamos a ser los ojos que nunca dejen de mirar al cielo, en señal continua de recuerdo.