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DON DE GENTES
Columna
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Un cero a la izquierda

Elvira Lindo

HOY DÍA, el que no anda con una querella entre manos no es nadie, fíjate lo que te digo. A mi padre le soltó un coleguita de su bar Azul y Oro lo siguiente: los artículos de tu hija no serán tan cadentes cuando hasta la presente no se le ha querellado nadie. Mi padre oyó esto, se agarró a la barra, apretó los dientes y contó hasta diez. Inmediatamente después de contar hasta diez, pidió otro vino (es un tipo duro) y en vez de abrirle la cabeza a ese tío que se metía conmigo (que hubiera sido lo suyo), va y me llama desde el mismo bar y me suelta en tono de reproche dicha frase, que hoy día el que no tiene una querella encima de la mesa es un cero a la izquierda, un mangarranglan. Y yo justificándome, pero, papá... Y él me contesta, ni papá ni papó, hija mía, es una verdad como un templo, y dicho esto me recita aquello de Celaya, nuestros cantares no pueden ser sin pecado, un adorno / estamos tocando el fondo. Y me cuelga y me deja en un ay que te cagas. Así son los padres en la actualidad: quieren que seas famosa por encima de todo, aunque sea viéndote en los tribunales. De alguna forma, mi padre es como el de Yola Berrocal, pero en vez de querer que me haga famosa saliendo en bolas en un jacuzzi del Hotel Glamour, prefiere que me haga famosa en el ámbito político intelectual, ámbito en el que servidora, como habrán observado, da poco de sí, porque la política maburre, los políticos maburren mucho más y las canciones con mensaje (salvo excepciones) maburren infinito. En eso es en lo único que coincido con Marilyn Manson, que por lo demás me parece horrendo de la muerte. Parece mentira que fuera el amiguito del niño que protagonizaba Aquellos maravillosos años. Lo que se estropean las personas con el crecimiento. Supongo que Marilyn también tendrá padre, como Gayola Berrocal y como yo, y que estará el hombre tan orgulloso. Los padres tragan con todo con tal de que te hagas rico y salgas en la tele. En la película Bowling for Columbine (¡vayan a verla!) se cuenta que la ultraderecha americana le echó la culpa a Marilyn de la matanza en aquel instituto porque los asesinos eran fans de semejante engendro. Algo tiene que pasar en un país para que un tío tan espantoso represente la libertad de expresión. Desde aquellos días en que el rock estaba representado por Janis Joplin o Jimi Hendrix o Bob Dylan, hemos caído un poquito en picado. En ese temita coincido, aunque sea de forma tangencial, con la ultraderecha norteamericana. Y en más cosas, qué caramba, por ejemplo, en mis métodos: de vez en cuando registro la habitación de nuestros niños, un poco por si encuentro indicios de que se están haciendo asesinos múltiples, o enfermos sexuales, o por si tengo una célula antisistema en mi propio domicilio (¡y eso sí que no!). Afortunadamente, en el último registro no encontré nada de Marilyn Manson, sólo fotos de Ariadna Gil (maravillosa en Soldados de Salamina), Siniestro Total y La Cabra Mecánica, cuyo líder, por cierto, se crió en Moratalaz. Como dice mi padre, cargado de razón, Moratalaz es un poco como la Atenas de Pericles. Por cierto que me llegan las notas de mi hijo después de este mesecito de movilizaciones estudiantiles. Y yo me pregunto: ¿contra quién me querello: contra Aznar por habernos metido en la guerra de las narices y haber provocado las movilizaciones, o contra Zapatero y Llamazares por convocarlas? Me dice mi hijo que no sea reaccionaria, que toda movilización social tiene un coste personal que hay que asumir. Me deja muerta. Dicho esto, se me marcha a otra movilización. Y yo me digo a mí misma (la que no se consuela es porque no quiere) que en su fuero íntimo mi hijo se sentirá feliz de tener una madre reaccionaria y no como esos padres coleguitas que cuando sus hijos son pequeños se visten de payasetes para los cumpleaños y cuando son mayores quieren ir con ellos de manifas. Yo soy de las que le digo a mi hijo: como te vea con un porro te mato. Yo voy de ese rollo. Y no es fácil ser una reaccionaria con los hijos, no se crean, tiene su coste, porque luego no puedes hacer como Savater, que se fuma su porrito en su camota. Dar ejemplo tiene eso, que es un coñazo. Hace no mucho recibí un anónimo de un simpático lector que me insultaba llamándome "españolaza y amiga de Savater". No le he podido contestar porque era un anónimo, pero como veo que el hombre es masoca y que, al igual que las moscas vuelven a la mierda, él lee me con insistencia, desde aquí se lo digo: "No soy amiga de Savater, ya me gustaría, he de conformarme con ser fan total". Si fuera amiga, ya le hubiera llamado para decirle lo que me han gustado sus memorias, pero me limito a regalarlas. Es lo más que puedes hacer por un escritor al que admiras. Y lo que más admiro de él es esa risa contagiosa de la que hablaba Félix de Azúa. Yo a un tío que me contagia la risa le pongo un piso (en sentido metafórico, entendámonos).

Hoy día, ya digo, si no andas con querellas, eres un don nadie. Para querellas bonitas, la de Ana y los Siete. Ana va y echa un polvo en un coche con Micky. Y luego va y se querella porque le hacen fotos. Y va y gana la querella. O sea, que echa un polvo (por gusto) y encima le pagan una pasta. Yo a eso, permítanme la expresión, le llamo haber nacido con una flor en el culo.

David Trueba y Ariadna Gil, director y actriz de <b><i>Soldados de Salamina</b></i>.

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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