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AULAS

Combatir el desarraigo con formación

En los años sesenta un buen número de sacerdotes de Almería y Murcia escogieron Ecuador para desarrollar sus tareas religiosas. Ésa es una de las hipótesis que, según Juan Andreo García, profesor de la Universidad de Murcia, podría explicar la gran cantidad de inmigrantes ecuatorianos que se concentran en determinadas zonas de ambas provincias. Eso, y por supuesto, el desarrollo económico que ha propiciado la agricultura y el boca a boca entre los propios inmigrantes.

Ése es el caso de la comunidad Saraguro. Se calcula que en Vera puede haber unos 800 saraguros. 'Estamos intentando numerarlos, pero es difícil porque están muy dispersos. Viven en los mismos núcleos, pero después se desplazan a trabajar a otros municipios próximos', explica Juan Andreo García.

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A la vez que se lleva a cabo esta primera fase, trabajan también en la puesta en marcha de numerosos proyectos que buscan, en esencia, ayudar a los saraguros a mantener su propia identidad en un país extraño al que los llevó la necesidad.

'Los saraguros tienen una identidad muy concreta que los diferencia del resto de ecuatorianos. Tienen, por ejemplo, muy arraigado su bilingüismo (castellano y quechua). Se suelen establecer por núcleos familiares y viven muy unidos entre sí', comenta el profesor, que los define como 'gente muy trabajadora'.

Entre las ideas que pretenden impulsar los investigadores se encuentra la puesta en marcha de talleres de identidad, de historia, de análisis de la situación en Ecuador... 'Queremos crear pequeños talleres en los que puedan aprender las técnicas agrícolas que desarrollan aquí en el campo, para que después puedan trasladarlas a su lugar de origen', afirma Juan Andreo García.

Intentar reforzar la propia identidad de los saraguros no es una cuestión baladí. De hecho, muchos creen que si renuncian a sus señas culturales, conseguirán ser mejor aceptados. 'Algunos se cortan la coleta o se quitan sus trajes porque creen que eso les permitirá integrarse mejor. En el tema de los niños el riesgo de pérdida de identidad se acentúa aún más. De hecho, algunos padres incluso fomentan que vayan al colegio con una apariencia más parecida a los niños españoles porque creen que les facilitará la integración'.

Pero todos saben que la inmigración es una experiencia dura. Por eso quieren que sus paisanos no se lleven a engaño. 'Una de las cosas que nos han pedido en las entrevistas que hemos tenido con ellos es que nosotros seamos el vehículo para que sus compatriotas conozcan cuál es la situación aquí. Quieren transmitirles la idea de que en España no se atan los perros con longaniza y nos han pedido que nosotros sirvamos de cauce para ese mensaje', reconoce Juan Andreo García.

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