Milenio

Al parecer el papa Wojtyla está decidido a agonizar en público lentamente, de modo que sus gestos de dolor se conviertan en parte de la liturgia. Al mismo tiempo, Yeltsin se verá sometido a una arriesgada operación quirúrgica mientras el maletín con la clave atómica permanecerá bajo la mesa del quirófano que es otra ara tan sagrada como el altar. Nada expresa mejor el final del milenio que esta doble singladura mortal: dos jerifaltes planetarios terminarán su vida abrazados a sus propios instrumentos: uno al cáliz y otro a la bomba de neutrones. Cualquier ademán litúrgico que se realiza durante el culto divino hunde su raíz en la noche de los tiempos, cuando el mono primate, que aún carecía de palabras, sólo sabía expresarse a través de la mímica. La historia ha convertido estos gestos esotéricos en un manierismo. Hoy se han quedado vacíos los abrazos, bendiciones, genuflexiones, reverencias y demás ceremonias religiosas, pero he aquí que un pontífice con una vocación indiscutible de actor se dispone a representarse a sí mismo muriendo de verdad ante sus fieles para dotar de sentido a cada signo de la liturgia. Así el temblor del Parkinson puede alcanzar un valor real cuando Wojtyla bendiga a los enfermos, el dolor de la apendicitis que experimente al arrodillarse tal vez estará en sintonía. con la caída del género humano y el ceño papal cruzado por el temor a la inminente eternidad no será sólo alegórico, sino consecuente con la desolación que se canta en el salmo miserere. Mientras el Pontífice de Roma inmiscuye su cuerpo en una lenta agonía litúrgica, otra imagen verídica de este final de milenio se impone. El terrible bebedor Yeltsin va a somelerse a una carnicería ritual. Le van a abrir el corazón en el quirófano sobre la clave atómica que podría acabar con el planeta si el cirujano se dejara llevar por la moda de Quentin Tarantino y le pegara una patada al maletín nuclear que estará a sus pies junto a un gato que espera que le echen algún menudillo de este último Karamazov abierto, en canal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma

Archivado En
Últimas noticias
Sánchez considera que no es una deslealtad que Díaz exija una crisis de Gobierno
La policía halla muerto tras cuatro días de frenética búsqueda al autor del tiroteo masivo de la universidad de Brown
La UE acuerda emitir eurobonos para financiar a Ucrania
Milei posterga el debate legislativo de la reforma laboral entre protestas sindicales
Lo más visto
- Los hijos de Isak Andic negocian un acuerdo para pagar 27 millones a la pareja del empresario y cerrar el conflicto por el legado
- El Supremo condena a ‘Okdiario’ y a Eduardo Inda por intromisión en el honor de Iglesias al acusarle de cobrar de Venezuela
- Irene Escolar: “Si la gente se droga es porque encuentra en ello una anestesia que necesita. Negarlo es absurdo”
- La asociación mayoritaria de guardias civiles no está de acuerdo con la DGT en sustituir los triángulos por la baliza V16
- “No podemos hacer nada”: la IA permite copiar en exámenes de universidad con una facilidad nunca vista




























































