Joventut-limoges, final de la Recopa

El Joventut ha logrado después de siete años de espera colocarse de nuevo en una final europea, la de la Recopa. El 16 de marzo se enfrentará, en Grenoble, al conjunto francés del Limoges, rival preferido por los verdinegros al tener menos repercusión psicológica y menor potencial técnico que el Scavolini de Pesaro, que ayer sólo le venció por 93-91 (86-102, en la ida), otras veces verdugo del Joventut. En Leverkusen no fue necesario el concurso del lesionado Margall, pero sí tuvo que intervenir Villacampa.

El Joventut se contagió rápidamente del frío ambiente que envolvía el partido y, con un juego apático y una total desmotivación, se dejó dominar en el primer período. Acciones aisladas dejaban entrever al público alemán por qué su equipo había sido derrotado ampliamente en Badalona. Pero, en general, los verdinegros estaban más pendientes de protestar las decisiones arbitrales que de jugar.

Morales defendía con anticipación, pero se cargaba rápidamente con tres faltas. Pardo recibió dos faltas en sus primeras entradas a canasta que le cortaron la confianza dada por su entrenador. Y Villacampa tuvo que olvidarse de la gripe y tratar de ordenar a su deslabazado equipo. La Penya se limitaba a un tímido intercambio de canastas en el que siempre llevaba la mejor parte el Bayer, por lo que su ventaja fue en aumento.

La suspensión de Deveraux, con un perfecto tiro en caída, y algunos triples de Johnson dejaron la primera parte en 52-42. Los errores propios habían hecho más en contra del Joventut que los aciertos ajenos.

El partido era tan desconcertante que, cuando más se había acercado el Joventut (68-64) y parecía real la posibilidad de ganar el partido, el Bayer se fue hasta los 17 puntos. Un intento triple fallido de Deveraux en el último minuto hizo peligrar más el prestigio que la clasificación. El Joventut sólo demostró en Leverkusen atisbos de su potencial.